Campo de la verdad

Ninguno va ganando

  • El macrosondeo del IESA detecta que la ciudadanía no confía en quienes dicen representarle, que son unos grandes desconocidos y, lo peor, que en realidad son de Marte

 P or si le interesa a estas alturas, que tiene bien poco interés, el macrosondeo que realiza anualmente el IESA-CSIC sobre el estado de la opinión en Andalucía, los socialistas encabezan la orientación del voto. En Córdoba en concreto, y sobre el dato de intención directa (sin cocina), han contestado la casilla PSOE un 22,7%, han dicho PP un 19,7% y ha optado por Izquierda Unida un 9%, chispa más o menos lo previsto en el conjunto de Andalucía. Sobre la anterior encuesta, el PSOE empieza encabeza las opciones de voto -se insiste, directo- que es lo que ocurrió la noche de las autonómicas en esta provincia.

Sinceramente, no acabo de entender las sonrisas del PSOE. Ganaría, sí, aunque sigue reduciendo su espacio, a costa de un incremento cercano a los tres puntos de Izquierda Unida que, hasta el momento, capitaliza el malestar producto más de palabras (el apoyo a las plataformas contra los desalojos) que de hechos (medidas efectivas en este sentido). El PP se la pega -casi 11 puntos en un año- que era lo previsto para un partido que está en crisis lo quiera reconocer o no. La opción Zoido, aunque esa sea otra historia, es un marrón de considerables proporciones para la totalidad de la estructura popular. En cualquier caso, los datos del sondeo son equívocos. Acaba de llegar y, salvo en Sevilla, al actual presidente popular no lo conoce nadie.

 

Consideren que a estas alturas del partido -las próximas elecciones, salvo adelanto electoral, son las municipales de 2015- importa bien poco quién gana o pierde. En el caso de los partidos, el sondeo del IESA -de las pocas entidades que ha reflexionado abiertamente por qué vienen fallando los sondeos de forma sistemática- tiene datos más que de sobra para preocuparse. 

 

Verán. Cuando se pregunta qué partido es el más capacitado para gobernar, resulta que la opción mayoritariamente elegida es "ninguno" (35% en la provincia de Córdoba). Cuando lo que se plantea es quién es la más honesta, resulta que la primera opción elegida es, efectivamente, "ninguna" (seguida del PSOE, con gravísimos problemas de corrupción en los juzgados). Cerca de un 40% de nuestros vecinos cree que tampoco hay ninguno que esté destacadamente preocupado por sus problemas. Por último, el mayor número de respuestas (un 34% en esta circunscripción) señalan la palabra "ninguno" a los que tienen un liderazgo cercano. El comportamiento de la provincia es perfectamente extrapolable a los sondeos. El matiz es relevante. El barómetro pregunta tangencialmente por la política nacional y particularmente por la autonómica, la andaluza, la última en llegar a la organización territorial del Estado y, al parecer, la que se está desgastando a una velocidad de crucero en un pozo sin fondo de desafección con el que, por la respuesta recibida, algunos están encantados de la vida.

 

Resulta que las únicas entidades organizadas que aprueban en la valoración popular son las Organizaciones no Gubernamentales, que tienen todavía cierto halo de beatitud producto, me temo, de que se nutren de buena parte del trabajo voluntario. Los partidos políticos, los gobiernos (más el de España que el de Andalucía), el Parlamento o el Poder Judicial tienen unas notas que son para verlas. El sindicalismo resulta particularmente retratado. Ni siquiera la Corona aprueba.

 

Centrémonos en la política básicamente porque es lo que hace el estudio que dirige el profesor Eduardo Moyano. Resulta que el personal no cree que se elija a los mejores, que sus protagonistas estén centrados en los problemas de la gente por encima de los propios. Se condena, de forma mayoritaria, el dedazo frente a iniciativas como las listas abiertas o que no exista un límite de años en el cargo en una comunidad donde los principales actores parecen tener contrato indefinido de los de antes de la reforma laboral. ¿Van pillando por dónde caminan las cosas?

¿Oiga? ¿Hay alguien ahí? 

 

Encantados de la vida, los muchachos y muchachas que dedican sus desvelos al bienestar de todos han centrado las frases de análisis sobre el sondeo en destacar o minimizar quién sube o quién baja. Si cualquier persona con sentido común saliese retratado de esa manera, correría debajo de una cama para esconderse. La generación de la Transición, ya pretérita en lo que a actividad política concierne, parece haber dado pie a la llegada de los hijos del aparato, gente formada en las reglas particulares del mundo teatral que es hoy la actividad pública y que es, más que nunca, un salario. 

 

No entienden, sin embargo, que la sala está vacía, que nadie aplaude. Que el respetable ya ni siquiera está interesado en los decorados, en los personajes (un tercio de los encuestados se equivocó al decir qué partidos gobiernan Andalucía). 

 

Y toca hacer cosas. Vaya que si toca. Medidas revolucionarias e imaginativas que enganchen de nuevo a la gente. Menos propaganda y más presencia. Menos secta y más debate. Allá va una idea. Nadie en un cargo público sin someter a escrutinio del pueblo su hoja de vida laboral. Que nadie dependa de un salario público, de un dedo amigo, para seguir tirando. A ver qué pasa.

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