festividad de santa ana y san joaquín

La necesaria labor de los abuelos del siglo XXI

  • Los mayores y más veteranos de la familia reflexionan en su día acerca de la vejez, la educación y de la segunda paternidad que implica tener nietos

Decía la delirante y ficticia matriarca Violet Weston a una de sus hijas que "con los privilegios que has tenido, si hubieses trabajado la mitad de lo que yo, ahora serías presidenta de Estados Unidos". Añejas exageraciones a parte, parece que sí existe una palabra que puede resumir la esencia de la generación de nuestros abuelos y que, por norma general, la diferencia de la de sus nietos: sacrificio.

"Éramos como los pájaros, volábamos hacia donde podíamos picar", cuenta sonriente José, de 80 años y natural de Doña Mencía, sentado entre sus compañeros en uno de los parques de la capital. Para él y sus contertulios, todos padres, abuelos y en algunos casos hasta bisabuelos, la calidad de la vejez debe estar ligada a la cantidad de horas de trabajo invertidas a lo largo de una vida. Y el numero de horas es elevado si se empieza a recoger garbanzos y algodón con ocho años. José saca de la cartera una foto de su nieto de nueve que muestra al público y la mira con devoción. "A este lo hemos criado entre mi mujer y yo", masculla.

Mientras, José guarda la foto de su nieto en el bolsillo de su camisa y la conversación continúa. Gira en torno a los nietos, las experiencias, los años... Manuel, de 84 años, apunta que "ojalá la juventud fuera como la vejez". Antonio, de 79, lo contradice y sentencia que esperaba una vejez que implicara mejores condiciones para los jubilados. Se detiene, pensativo. "Además, la vida en el campo era muy bonita, mejor que la de ahora", añade. José cuenta que sus padres lo llevaron con 40 días a un cortijo del que salió con 20 años y con 12 trabajados a su espalda. Recuerda que, al dormir, "el techo era el cielo". Del grupo formado por seis ancianos, al menos la mitad tuviera que emigrar en busca de trabajo. Sus palabras evocan la imagen de un joven inexperimentado a las puertas de un cortijo que, petate al hombro, abandonó su casa una vez cumplida la edad para realizar el servicio militar y ya no volvió. Alemania, Holanda, Francia... en otras condiciones, en un contexto diferente, es una curiosa analogía la que guardan ahora con sus nietos.

En el otro lado, María Victoria e Isidro, cordobeses de nacimiento y ya jubilados, salen a pasear cogidos de la mano y celebran sonrientes que su primer nieto está a escasas horas de nacer. Al igual que la peculiar junta de la cuarta estampa, afirman haber trabajado duro. Tras 50 años casados, consideran que su vejez está siendo muy apacible debido a los sacrificios realizados durante la juventud. Pese a haber llevado una vida austera, María Victoria cuenta que "hemos viajado al extranjero y hasta fuimos de crucero". Entre risas, se despiden y se alejan cogidos de la mano al compás que solo cinco décadas de matrimonio pueden dar. La veterana pareja lleva unos años de ventaja marital a Rosario y Jorge, pero ellos ya conocen con creces lo que significa ser abuelos de una o varias criaturas. El nombre de una de sus nietas, que se desliza por los toboganes bajo sus atentas miradas, es Ana. La niña se acerca un momento y revela que lleva meses asegurándose de que nadie olvida que hoy es su santo. Y es que no es casualidad que el día de los Abuelos sea celebrado el 26 de julio, el día de San Joaquín y Santa Ana. Cuenta la religión que estos eran los nombres de los padres de la Virgen María, y por ende, abuelos de Jesús. Ana vuelve a sus quehaceres y Rosario y Jorge a sus posiciones vigía. Sonrientes, coinciden en que ser abuelos es una experiencia altamente recomendable. "Se les tiene más paciencia que a los hijos, se les consiente más", apunta Jorge. Rosario sigue trabajando, pero aprovecha los periodos vacacionales para cuidar de sus nietas. Jorge, está actualmente desempleado, por lo que es él quien se ocupa de las niñas cuando su hija trabaja. Se acerca el medio día y empieza a hacer calor, así que recogen el campamento y se marchan. "¡Que nos dejamos el carrito de la bebé!", recuerda Jorge a su esposa.

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