Primer sábado de Patios

Cuando merece la pena esperar

  • Los Patios viven el primero de sus días más grandes con la visita de miles y miles de turistas en una jornada en la que se multiplica la llegada de autobuses llegados desde toda España

Las calles abarrotadas de gente.

Las calles abarrotadas de gente.

Cada sábado de Patios, si el tiempo acompaña, el Casco Histórico de Córdoba es, por algunas zonas como la Axerquía, un río humano de visitantes ávidos de vivir una jornada inolvidable, y por otras, como Santa Marina o el Alcázar Viejo, el río humano acaba transformándose en mar con unos visitantes a los que no les importa esperar su turno de entrada a los recintos en largas colas. Tan largas como la que, por ejemplo, a primera hora de la jornada hay a las puertas del patio de Chaparro, 3. Junto al dintel, Julián Mellado realiza magistralmente su labor como controlador dejando entrar a cuentagotas a los visitantes. No han pasado 40 minutos desde que Chaparro, 3 ha abierto sus puertas y ya han pasado por el recinto 370 personas. "Ayer [por el viernes] pasaron por aquí 1.700 personas y hoy esperamos el doble", detalla, mientras comunica a los sevillanos José María Parras y Carmen González que pueden entrar. "El aforo del recinto es de unas 20 a 25 personas y vamos permitiendo la entrada al número de personas que vemos que va saliendo", cuenta.

Como el autobús de José María y Carmen, el de José Zamora ha estacionado en Colón. José, que ha llegado desde Ciudad Real, dirige a los integrantes de su expedición a las puertas de Marroquíes, 6. Con un plano de las rutas de Patios, les indica después a sus compañeros que van saliendo de ese emblemático pequeño barrio dentro de la gran ciudad cómo llegar hasta "el patio que el año pasado recibió el primer premio en arquitectura moderna". Se refiere a Pastora, 2. "Mirad, ahora vamos a visitar estos de aquí", les va comentando mientras señala en el plano los recintos de la ruta de San Lorenzo.

"Esa ruta está más descongestionada", les añade. Mientras, a las puertas de Marroquíes, 6, Araceli Luque indica que este más que singular recinto tiene capacidad para soportar un aforo de 150 personas. Araceli, como Julián, también realiza su labor de controladora de manera impecable. "En una hora ya han pasado unas 300 y sólo durante la mañana esperamos a unas 3.000", detalla. Una de esas 3.000 personas es Mikel Pérez de Calleja, un joven donostiarra que espera su turno en una larga cola que desde Marroquíes, 6 se extiende prácticamente hasta la iglesia de Santa Marina en un momento en el que una vecina del barrio le indica a su marido las peripecias que tendrá que hacer para sacar el coche de una cochera por el mar humano. La expedición de Mikel llega desde Madrid con tres grupos. "Hemos elegido esta zona para visitar patios en vez de otra porque está bien comunicada desde la estación de tren", relata. "Después iremos a ver los de la Judería y la Mezquita", le añade a una de las mujeres de su expedición.

Un sábado de Patios en la Judería es como un día de visita a la Torre de Babel, tal y como pueden comprobar la pareja de sevillanos -José María y Carmen- que previamente pasaron por Chaparro, 3, y después también viven en primera persona Mikel y sus tres grupos. En las también largas colas en forma de río humano que esperan para entrar en Céspedes, 10 y Encarnación, 11, sin ir más lejos, se confunde el chino con el alemán, el inglés y el francés. Todo ello mientras el trasiego de turistas se desplaza en masa entre la Judería y el Alcázar Viejo, el barrio en el que un sábado de Patios son más que palabras mayores, donde el mar humano acaba convirtiéndose en océano, un océano en el que se pierden Raquel López y Jesús Aranda nada más atravesar el arco ubicado al lado de Caballerizas Reales.

Estos dos andaluces llegados en una excursión desde Alicante no saben dónde situarse, porque en algunos tramos de la calle San Basilio las colas de entradas suelen confundirse al mezclarse. Raquel y Jesús hacen una pequeña parada en la barra que ha colocado la Hermandad de Nuestra Señora del Tránsito para reponer fuerzas con unas cervezas y un pincho de tortilla. "Guardadnos sitio", le dice él a los componentes de su grupo. Dicho y hecho, la expedición alicantina se suma a la gruesa fila que espera para entrar en San Basilio, 44, el patio de la Asociación de Amigos de los Patios. Allí, Antonio Moyano, quien también realiza impecablemente su labor como controlador, ha dejado entrar en dos horas a 1.601 personas. "El patio tiene capacidad para unas 20 personas; yo les voy dando paso cuando me lo va indicando personal de la asociación, que está dentro", relata. Antonio cuenta que si el viernes pasaron por la mañana por San Basilio, 44 unas 1.400 personas, "para hoy esperamos 2.500 y unas 5.000 durante todo el día".

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios