Barrabés fue la primera empresa española en comercializar por internet. Lo hizo en los años 90, cuando nadie (o casi nadie) podía pensar en la revolución que se avecinaba. Aún continúa dedicándose a la labor de aquella época, la venta de ropa y artilugios de montaña. Sin embargo, las firmas creadas a su alrededor son varias, entre ellas una consultora para asesorar a otras empresas en esto de la digitalización. Luis Martín es el CEO de esa consultora.

-¿Es Barrabés una empresa adelantada a su época?

-Confluyen dos cosas. Una es que nuestro negocio entonces tenía una ambición global porque las personas que escalan montañas no están en el Pirineo o en el Sistema Bético, sino por todo el mundo. Había una ambición global y llega una tecnología que te permite esa globalidad de una forma muy sencilla. También es cierto que nosotros nos damos cuenta de lo que nos puede ayudar internet para lo que queríamos hacer. No es que te adelantes, sino que ves cosas antes que los demás porque tienes una necesidad más específica. Aunque sí hay una gran parte visionaria por parte de Carlos Barrabés y es que mucha gente podría haber sacado beneficio de sus negocios y no lo vieron.

-¿Cómo ve la disposición de las empresas a digitalizarse?

-Hay un poco de todo. La digitalización tiene que tener una parte de visión y de decisión, pero también tiene una parte de inversión. A día de hoy todos los empresarios tienen claro que se deben digitalizar, otra cosa distinta es que tengan mercados donde esa digitalización tenga sentido y les haga más relevantes, además de capacidad de inversión. Aquí hay más actores en esta ecuación que deberían participar, las administraciones. Debería haber una ofensiva tremenda de inversión por parte de las administraciones. Debería ser masivo el aporte de dinero. Es un tema de país, no es un tema vertical de un sector, sino que es la nueva transformación. No habrá ninguna empresa que no esté inmersa en el mundo digital porque no ocurre en ningún sitio del mundo y no va a pasar en España.

-¿La administración española se diferencia mucho del resto en este asunto?

-España tiene unas características especiales que juegan en su contra. No somos un país con muchas empresas medianas y eso nos lastra bastante. Claramente aquellos sectores que están más internacionalizados o que están en sectores más globales, como el turismo, han tenido que correr y España es líder hoy día en tecnología en turismo digital, por ejemplo, a ellos no les queda más remedio. Lo público tiene que tomar un papel preponderante, calmar estos temas de las corrupciones, y hacer una apuesta decidida por la modernización del país porque es el futuro.

-¿Cuánto le cuesta a una empresa lanzarse al mundo digital?

-Muchísimo, te cuesta la vida. El dinero es lo de menos, pero tu reconcepción de lo que es tu empresa en un sentido digital, admitir que tienes que matar cosas para crear otras nuevas, te cuesta la vida. Esto no es hacer una web, es ver el contexto digital, dónde está tu cadena, cómo puede cambiar en los próximos años. Yo lo que reclamo es el derecho a equivocarnos, te juegas todo a cara o cruz. En España debería darse un entorno donde fuese más sencillo hacer esto. Es difícil, pero inevitable. Necesitas el mejor talento, involucración, sinceridad total. Es un tema estratégico de primer nivel.

-¿Cómo ve las potencialidades de la industria en Córdoba en el marco de la digitalización?

-El agro tiene un porvenir tremendo. Creo que haríamos mal en Córdoba, Andalucía y en España en no aprovechar un potencial que tenemos. Aquí es importante tener modelos atados de extremo a extremo, desde la producción hasta el consumo final, puedes decidir en qué etapas reintermedias o te dejas reintermediar, pero tú tienes la capacidad total.

-¿Vivimos actualmente una revolución industrial?

-Vivimos una revolución humana. El nuevo valor es el dato. Ha habido tres claves a lo largo de la historia, el territorio, el capital y la de ahora es el dato. Si tú contratas por booking.com un hotel al final es un precio, el que manda es el dato. Esto va a provocar igual que en la revolución industrial que haya realineamiento y cambio de poder.