Que el nivel educativo en los últimos años ha caído en picado es una realidad que nadie puede negar. Todos los informes y estadísticas que se publican últimamente muestran un alarmante incremento del fracaso escolar que repercute directamente en el número de alumnos que no continúa sus estudios después de la enseñanza mínima obligatoria. Y para muestra de este problema, los últimos datos publicados ayer por el Instituto Nacional de Estadística (INE) sobre la enseñanza universitaria en España, de los que se extrae que los alumnos de nuevo ingreso en la Universidad de Córdoba (UCO) han descendido un 16,65 por ciento desde el curso 1998-1999 hasta el pasado ejercicio 2005-2006.

En concreto, se ha pasado de 4.197 nuevos universitarios a 3.498 registrados el curso pasado, unas cifras que ponen de manifiesto la necesidad de proponer medidas para incentivar a los alumnos a continuar sus estudios. El número de mujeres que accede a la universidad, sin embargo, sí que se ha visto favorecido con el paso de los años. Si en 1998 la población femenina suponía el 55 por ciento del total de universitarios que se matriculaba por primera vez en las facultades, el pasado ejercicio este porcentaje subió hasta el 57 por ciento. No obstante, estos datos demuestran que las mujeres siempre han sido mayoría a la hora de iniciar estudios superiores.

El informe del INE también alerta de un considerable descenso del número de alumnos que consiguen finalizar la etapa universitaria de casi el 15 por ciento, al pasar de 2.895 a 2.465. La falta de preparación o el fomento por parte de la Administraciones educativas de otras salidas como la Formación Profesional o los Ciclos Superiores pueden estar detrás de estos datos.

Sin embargo, hay poco espacio para la esperanza. Andalucía es la comunidad autónoma española donde más ha subido la tasa de fracaso escolar en el último lustro hasta el 34,7 por ciento. La última edición del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA) publicada hace dos semanas también evidenció el bajo nivel educativo de los jóvenes andaluces, que estaban por debajo de la puntuación media española en los tres apartados que se valoraban y que eran matemáticas, ciencias y comprensión lectora.