Córdoba

Solidaridad sin límite de edad

  • El perfil de quienes tradicionalmennte se dedicaban a las tareas de voluntariado ha ido cambiando poco a poco Los jóvenes de hoy en día poseen un elevado compromiso social

"Los voluntarios estamos llegando donde el estado no llega". Lo asegura sin vacilar Víctor Montalbán (26 años), un voluntario con más de cinco años de experiencia a sus espaldas. Su historial está colmado de labores de asistencia a drogodependientes y de cuidados a los más mayores, cometidos "que deberían hacer desde el Estado", recalca Montalbán. En su última vivencia como voluntario abandonó España con la esperanza de formarse y crecer como persona. El balance fue más que positivo. La asociación Iniciativa Internacional Joven le proporcionó, durante 2014, la posibilidad de viajar a la República Checa para "dar todo a los demás", asegura. Su misión consistía en ofrecer ayuda a las familias más vulnerables del país y, a su vez, tratar de "distraer" a los más pequeños para que no les afectara la situación que atravesaban en casa. Tareas de apoyo, juegos, talleres... Así durante diez meses. "La sonrisa de los pequeños y los valores que fomentábamos han hecho que mi vida cambie completamente", destaca.

El voluntariado se ha renovado en los últimos años. Ciudadanos de todas la edades e ideologías se implican desinteresadamente en proyectos de diferentes ONGs. El cambio de la ayuda caritativa a una participación social activa ha sido posible por el disfrute del ocio y del tiempo libre al que hemos tenido acceso en los últimos 30 años. El altruismo y la generosidad son los valores necesarios para trabajar en estos programas. "Por pequeña que sea la aportación, unidos se pueden hacer grandes cosas", remarca Montalbán. Así surge la idea del voluntariado, partiendo de la idea de la buena voluntad y del hecho de ayudar de manera desinteresada. Dedican su tiempo y su esfuerzo a ayudar a los demás. Trabajan de manera gratuita y sin pedir nada a cambio.

Desde el año 2007, el número de familias españolas que se encuentran en condiciones precarias ha ascendido. Este contexto de crisis moral, económica y social ha hecho que la solidaridad se dispare. ¿Solidaridad, oportunidad laboral o simple distracción? Estas tres hipótesis se plantean cuando se atiende al perfil del voluntariado cordobés como consecuencia de la crisis.

Aunque la provincia, especialmente la capital, siempre ha destacado por su alto número de voluntarios, no es menos cierto, que quienes desempeñan esta labor han sido, sobre todo, amas de casa o jubiladas con suficiente tiempo como para dedicarse a tal fin, afirman desde la Plataforma del Voluntariado de Córdoba. Sin embargo, la alta tasa de desempleo ha provocado que sean numerosos jóvenes desempleados o en su defecto estudiantes recién graduados los que se acerquen hasta dichas entidades para colaborar en ellas.

Ser voluntario es una labor noble, sin duda, pero es también el más amplio sentido de responsabilidad social. El voluntariado es el compromiso de una persona con su entorno, su sociedad y su medio ambiente. Pese a que todavía hay quien encasilla a los más jóvenes con el hastío, el aburrimiento y una falta de compromiso social, la realidad a veces muestra otra cara de este colectivo. Así, entre los jóvenes de hoy -y en particular entre los estudiantes- existe una buena honrada con un elevado compromiso social. "El mundo cambia con tu ejemplo, no con tu opinión", subraya Patricia Rodríguez (23 años), una joven estudiante que, recientemente, ha decidido iniciarse en el mundo del voluntariado. Actualmente, forma parte de los más de 3.390 ciudadanos de la provincia que regalan parte de su tiempo a la entidad de Cruz Roja. Voluntaria del área de Mujeres en Dificultad, sale los miércoles a prestar apoyo a mujeres que ejercen la prostitución en las calles de Córdoba. Rodríguez siente que "poder ayudar a los demás, y sobre todo a gente de tu ciudad, es algo maravilloso". La misma opinión proyecta María del Carmen Roldán (22 años), enfermera de la provincia que acaba de finalizar sus estudios universitarios. Su interés en la materia le llevó a colaborar con un banco de alimentos. "No se si será por haber estudiado enfermería y tener la necesidad de ayudar a los más vulnerables, pero cuando vi la posibilidad no dudé en apuntarme para colaborar", resalta.

Esther Paniagua (21 años), estudiante universitaria, decidió optar por encauzar "una aventura" y viajar destino a Marruecos. Tras ponerse en contacto con Generación Activa, el billete directo hacia el continente africano estaba listo. Un colegio y la atención a unos niños con escasos recursos le esperaban. Pintura, restauración y limpieza, todo para poder facilitar a la población una "escuela digna" en la que formar a los más pequeños. "Estaba alojada en una zona localizada como foco de venta de droga, por lo que nuestra misión con los menores era tratar de distraerlos y ayudar a formarlos para que esto no afectara en sus vidas y no se desviaran del camino adecuado", aclara Paniagua. Su vida, asegura, cambió por completo el día que decidió sumergirse en este mundillo. "El voluntariado ha hecho que aprenda a valor todo lo que tenía. Antes no apreciaba lo que conseguía, ahora comprendo lo que supone y pongo empeño y dedicación a cada cosa que me propongo", asegura con entusiasmo.

El voluntariado de Claudia Rodríguez (30 años) es bastante peculiar. Esta cordobesa decidió llevar la casa a cuestas y dedicarse a recorrer el mundo. Con un simple billete de ida, la cordobesa no desperdicia la oportunidad de ofrecer ayuda a quien la necesita. Desde 2014, Claudia Rodríguez se pasea por el mapa y en su equipaje se unen experiencia y aprendizaje. Relata que Birmania le permitió reflexionar. "Creo que no soy tan tremendista como antes, no me tomo las cosas tan a pecho y, sobre todo, creo que se es feliz con mucho menos de lo que pensaba", afirma rotundamente. Allí, Rodríguez colaboró con una institución humanitaria. Sus funciones pasaban por auxiliar a menores con riesgo de exclusión social y facilitar a las familias consejos para tratar de solventar la difícil situación que atravesaban.

Satisfacción, entusiasmo y ganas de continuar. Estas son las sensaciones que deja el voluntariado entre los ciudadanos. "Si no nos ayudamos entre nosotros, ¿quién lo va a hacer?", realza Víctor Montalbán al hablar sobre su labor.

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