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ENFERMEDADES RARASEl valor de la investigación

  • La asistencia clínica es la base de los estudios sobre las patologías poco frecuentes, necesarios para hallar diagnósticos, posibles tratamientos y observar la evolución de los pacientes

ENFERMEDADES  RARASEl valor de la investigación

ENFERMEDADES RARASEl valor de la investigación

Con tan sólo 13 meses José Ángel acudió por primera vez a la consulta del inmunólogo del Hospital Reina Sofía Manuel Santamaría. Ahora tiene seis años y cada vez que visita esta unidad lo hace acompañado de su hermana Ana, de tres años, y, por supuesto, de su madre, Paqui Torres. Esta familia tiene que recorrer los casi cien kilómetros que separan su casa de Villanueva de Córdoba de la capital como mínimo una vez a la semana para que los profesionales del hospital curen y supervisen las heridas que los dos niños tienen a causa de una enfermedad rara relacionada con el sistema inmunológico. Las úlceras les surgen en cualquier parte del cuerpo y sin que los médicos hayan encontrado hasta ahora una explicación. Éste es el último problema de la larga lista de infecciones y dolencias que han sufrido, como tosferina, llagas, fiebre, bronquitis o neumonía, lo que les impiden llevar una vida normal e incluso ir al colegio.

Empezaron a acudir al hospital porque a José Ángel le daban fiebres, le dolían las articulaciones y tuvo diarreas, así que primero lo vieron en Aparato Digestivo, pero luego lo derivaron a Inmunología. Desde entonces los profesionales que llevan este caso le han hecho un seguimiento a los dos hermanos; un estudio -encabezado por Santamaría y en el que también están implicados la pediatra María Azpilicueta y el dermatólogo Manuel Galán- que esperan que dé frutos pronto.

El trabajo en red es fundamental para reconocer y tratar estas patologías

Éste es un claro ejemplo de que el contacto entre facultativos y pacientes afectados por enfermedades raras -cuyo día internacional se celebra mañana- es directo y hay un alto grado de implicación. A través de la actividad asistencial entran en contacto con ellos, los estudian y buscan un diagnóstico apoyados por las pruebas e investigaciones que se realizan en los laboratorios.

La asistencia reiterada al hospital hace que el gasto en viajes que tiene esta familia sea elevado, tanto que los médicos que tratan a los niños están iniciando gestiones con las trabajadoras sociales del Reina Sofía para que reciban una ayuda para pagar los desplazamientos. A eso hay que añadir el precio de los medicamentos que necesitan para mejorar su vida. Algunos de ellos, "muy costosos", no los pasa la Seguridad Social, como un componente con corticoides cuyo bote les cuesta 25 euros y dura una semana. "El esfuerzo económico, cariño y dedicación que la familia dedica a los niños es conmovedor", indica Santamaría.

Por el momento, los pequeños sólo pueden recibir un tratamiento paliativo, "cada vez vemos que tienen problemas más graves", apunta, y sospechan que se trata de una enfermedad en unas células llamadas fagocitos, que participan en la defensa inmunológica y en la restauración de las heridas. "Estamos a punto de identificarla", asegura el doctor. Una vez que lo consigan tendrán "una enorme apertura a cómo abordar" esa patología y, aunque no la solucionen, "le habremos puesto un nombre y una causa", indica. Hasta ahora no hay ningún caso así en la literatura científica mundial por lo que una vez identificada "habremos descrito una enfermedad nueva, lo que implica un ahorro de tiempo para otros casos y de dolor de los afectados", añade. Es decir, se empezará a reconocer este problema y en unos años el número de casos irá en aumento. Ahí radica la importancia de las investigaciones y por este motivo Santamaría -que empezó a estudiar las patologías raras a finales de los años 70- sostiene que, en el caso de la inmunología, "la esencia de lo raro no es más que la dificultad para entender, lo que no sabemos". Esa es la principal diferencia entre las enfermedades del sistema inmune y las demás.

En esta unidad hay una consulta especializada en este tipo de pacientes y a ella llegan de toda España. Las principales patologías que se conocen son las que cursan con déficit de anticuerpos y las causas son múltiples, por lo que para diagnosticarlas "hay que hacer verdaderos proyectos de investigación", aunque uno de los escollos que encuentran son las dificultades financieras para desarrollarlos, reconoce.

Santamaría explica que en estos casos los pacientes suelen ir de especialista en especialista porque los problemas se manifiestan de muy diversas formas y casi nunca como del sistema inmune. "Son grandes simuladoras", de origen genético y muchas con patrones hereditarios, apunta. De hecho, los pacientes suelen acudir a una media de 24 consultas al médico antes de llegar a Inmunología.

Hace diez años que Manuel y María Lourdes acuden de forma asidua a la Unidad de Neuropediatría del Reina Sofía, donde el doctor Eduardo López Laso, que además forma parte de un grupo del Instituto Maimónides de Investigación Biomédica de Córdoba (Imibic), atiende a su hijo Manuel Jiménez, afectado por una paraparesia espástica, un trastorno del movimiento que cursa con hipertonía (tono muscular exagerado) y debilidad que hace que no pueda caminar. Desde pequeño este jiennense tenía dificultades para andar y lo estuvieron viendo en el Hospital de Jaén, pero los médicos "no se ponían de acuerdo", por lo que sus padres pidieron una segunda opinión médica y así llegaron al Reina Sofía. El caso de Manuel, que ahora tiene 17 años, es otro de los que se investiga en el complejo cordobés. Ahora están realizando un estudio genético de sus padres para intentar hallar el origen de esta enfermedad rara cuyo nombre aún no conocen. "A ver si tenemos suerte y esclarecen algo", dice su madre.

Estos padres, que se sienten muy satisfechos con el trato profesional y humano que el doctor les proporciona, explican que aunque "no es como cualquier niño" y vaya en su silla de ruedas, Manuel "no tiene límites", algo que les hace "muy felices". El joven va al instituto, juega a la petanca, le gusta relacionarse con todo el mundo y lo quieren mucho en su pueblo; aunque sus padres echan de menos que los chicos de su edad se acerquen más a él. Manuel "lo lleva como si no tuviera dificultad ninguna", aseguran, de hecho, "él lo lleva mejor que nosotros" porque "la sociedad no está preparada para esto".

Los profesionales de la Unidad de Neurología Pediátrica tratan continuamente con pacientes con enfermedades raras. "Muchas tienen una base genética y son trastornos de elevada complejidad y con consecuencias sobre las funciones del individuo y sobre su familia", aclara López Laso. Desde la incorporación al Imibic de esta unidad el estudio de los casos se hace de forma conjunta: "En las enfermedades raras se mezcla mucho el diagnóstico con la investigación porque las pruebas para esa diagnosis no siempre son fácilmente accesibles a cualquier hospital ya que necesitan estudios muy específicos que a veces sólo hacen unos pocos centros en el mundo", señala el especialista.

Desde 2014, el grupo clínico del que forma parte López Laso está vinculado al Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Raras (Ciberer), lo que les ha permitido trabajar de manera cada vez más completa para atender a pacientes con estas patologías raras, conocer la historia natural de la enfermedad, su evolución o tratamientos. La principal línea de estudio que llevan a cabo se centra en los errores congénitos del metabolismo y en especial de los neurotransmisores, las sustancias químicas mediante las que las neuronas se comunican entre sí. Esto está relacionado con el descubrimiento que hicieron en 2007 en el que concluyeron que la enfermedad de Segawa o distonía sensible a L-Dopa es más frecuente en Córdoba que en otras partes del mundo. Ahora quieren comprobar si en otras zonas de España también hay casos relacionados con esta mutación hallada en la provincia.

Estos investigadores tienen otros proyectos -algunos en coordinación con grupos nacionales e internacionales- enfocados a las enfermedades metabólicas tipo intoxicación, la necrosis estriatal bilateral de la infancia, la esclerosis tuberosa y ataxias y otras enfermedades del cerebelo, en especial las hereditarias, entre otras muchas líneas.

Las patologías denominadas raras también forman parte de los proyectos de otros grupos del Imibic, como el de Enfermedades autoinmunes sistémicas-inflamatorias crónicas del aparato locomotor y tejido conectivo, cuya responsable es Rosario López Pedrera. Uno de esos trabajos se centra en el síndrome antifosfolípido primario, cuya clínica más común es la presencia de abortos de repetición y otras morbilidades obstétricas como prematuridad y también el desarrollo de trombosis de repetición, "que hasta ahora no han sido controladas por la terapia estándar, que se limita a anticoagulación y en algunos casos a inmunosupresores", detalla López Pedrera.

Hace más de 20 años su grupo -que está asociado a la Unidad de Reumatología- comenzó a analizar por qué se produce la trombosis de repetición en estos pacientes e "identificamos un receptor celular que se encuentran en la membrana de una de estas células inmunes, que observamos que estaba sobreexpresada en estos pacientes y era el origen" de ese problema, recuerda. A raíz de esto desarrollaron otras muchas investigaciones y, tras un estudio de intervención en pacientes, se observó que con las estatinas, que se usan también para prevenir el exceso de colesterol, se prevenía el desarrollo de trombosis. Estos fármacos ya se administran en pacientes para ese fin.

Por otra parte, en 2014 se unieron a un proyecto europeo que pretendía una reclasificación de enfermedades autoinmunes sistémicas, no sólo en base a los síntomas clínicos sino a otras características a nivel celular y molecular. En ese ámbito empezaron a ahondar en la esclerodermia o esclerosis sistémica, que consiste en una acumulación excesiva de colágeno en la piel y órganos internos (en todo el tejido conectivo) y da lugar a una fibrosis. Esta enfermedad es mortal en la mayoría de los casos y hasta el momento no se ha encontrado cura. En ese ámbito "estamos identificando qué mecanismos están detrás de esa fibrosis y, como investigación médica traslacional, buscamos un narcofármaco", aclara.

López Pedrera resalta que hay "un trabajo conjunto y bastante estrecho entre investigadores clínicos y básicos" de forma que los primeros hacen el seguimiento en consulta, administran nuevas terapias o fármacos (en caso de ensayos clínicos), y los segundos recogen muestras de esos pacientes para analizar su perfil molecular relacionado con su patogénesis. En esa colaboración radica la importancia para descubrir nuevas enfermedades y tratamientos encaminados a hacer más fácil la vida de los afectados.

El neuropediatra Eduardo López Laso y Manuel Jiménez.

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