Educación La profesora Marta Wang se encarga de impartir las lecciones

Clases para no perder raíces

  • Más de una decena de niñas de entre cinco y seis años reciben clases de chino y de cultura asiática una vez a la semana gracias al programa de Ucoidiomas

Una de las primeras cosas a las que tuvo que responder Esperanza Rodríguez a su hija fue por qué tenía los ojos rasgados, algo que hizo sólo con sólo tres años. Para saber qué contestar y cómo afrontar cuestiones relacionadas con su país de procedencia, Rodríguez, junto a un grupo familias que habían adoptada a una niña en China, formó la asociación Tejiendo sueños. Gracias a este colectivo, desde hace un par de años un grupo de niñas adoptadas reciben clases de chino y de cultura asiática para no perder sus orígenes y conocer las raíces de su cultura.

Cada viernes, este grupo de niñas, que este año superan la decena y entre las que también se encuentran pequeñas nacidas en España, acuden hasta al edificio Pedro López de Alba -el antiguo Rectorado de la Universidad de Córdoba- a la clase que imparte Marta Wang, profesora del servicio de Ucoidiomas. "El motivo principal es que las niñas no pierdan sus raíces", asegura y destaca que estas clases sirven para que "cuando crezcan sepan de dónde vienen". Abecedario, cultura e, incluso, alguna que otra canción en chino es lo que aprenden durante la hora que reciben clases. Al principio, continuó Wang, "les gusta mucho y, además, muestran mucho interés por aprender".

"Nos dimos cuenta de que todos los padres teníamos necesidades comunes a la hora de educar a nuestros hijos", resume la presidenta de la asociación Tejiendo puentes, quien considera prioritario "tener los conocimientos apropiados" para saber qué decir en cada momento.

Del colectivo, que nació en 2008, forman parte más de una treintena de familias, con niños procedentes de países como Etiopía y Rumanía, además de China. Rodríguez explica que en el gigante asiático "hay una costumbre en la que cuando nace un niño se empieza a tejer una manta o un edredón y cada amigo aporta un trozo". Por eso, continúa, "pusimos ese nombre a la asociación".

María Ángeles Madueño es otra de las madres que lleva a su hija, de casi cinco años, a estas clases todos los viernes y la espera en la puerta hasta que sale. De su pequeña destaca que "aprende muy rápido" y también reconoce que hace alusión a sus ojos porque se pregunta "por qué el resto no los tiene rasgados como ella". Es más, Madueño añade que su hija le ha llegado a preguntar que "si me pinto la raya del ojo para parecerme a ella". Estos niños, señala, "viven todo esto desde la mayor naturalidad". Esta madre destaca la importancia de este servicio que ofrece Ucoidiomas, ya que, según relata, le ha costado encontrar algo parecido desde que adoptó a su hija. En varias ocasiones intentó que los colegios pusieran el aprendizaje de chino como actividad extraescolar, pero no lo consiguió. Así las cosas, gracias a Ucoidiomas todas estas niñas -muchas de ellos vivieron en el mismo orfanato chino durante sus primeros meses de vida- pueden aprender el idioma de su país de origen y, con ello, conocer sus costumbres.

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