Córdoba-granada

La noche de la ilusión (2-0)

  • El CCF tira de efectividad ofensiva y sobriedad defensiva para ganar su primer partido del curso en El Arcángel y engancharse al tren de la permanencia. Ghilas da el susto al retirarse lesionado.

El que quiera quitar la ilusión de seguir en Primera al cordobesismo, va a tener que pelear contra un ejército de guerreros -los elegidos por Djukic- y una patrulla de soldados que desde la grada no van a dejarlos sin aliento. Nadie va a desfallecer aquí. Cueste lo que cueste, la permanencia tiene que ser la recompensa allá en el mes de mayo. Y hasta entonces, tocará sufrir de lo lindo, como ayer y como los cuatro meses y medio anteriores, algo que apenas importa cuando el esfuerzo trae consigo una alegría que se resistía más de la cuenta, y por eso sabe mejor. Porque por fin el equipo ganó en casa, donde llevaba sin hacerlo desde mayo, para mantenerse enganchado al tren de la permanencia del que parece querer descabalgarse un Granada que ya lleva 13 jornadas sin ganar y busca relevo al discutido Joaquín Caparrós.

Era el premio y la condena que había en juego tras los resultados producidos durante el fin de semana, minimizados por el buen hacer blanquiverde, en un choque muy serio en defensa y sobresaliente en ataque, pues esta vez el dardo se clavó en el centro de la diana prácticamente en los primeros intentos, casi los únicos de todo el encuentro. Lástima de la lesión de Ghilas a 25 minutos del final, la única sombra en un encuentro que debe servir para ver el futuro con más optimismo. El lunes, la siguiente batalla en Vallecas, donde espera el Rayo de un Paco Jémez que tomó buena nota anoche desde la grada. Porque aún no se ha conseguido nada.

Con una semana de trabajo en el campo y un par de ellas para darle vueltas en la cabeza, Djukic lavó la cara al equipo, que saltó al verde con más entusiasmo que miedos a pesar de lo mucho que había en juego. Perder, en lo que nadie pensaba, era empezar a cavar la tumba cuando el año sólo da sus primeros pasos; ganar, apenas seguir en la pelea, lo que ya es mucho por cómo se están dando las cosas en este reencuentro con la élite. Enfrente el rival estaba más asustado aún y eso dibujó unos primeros minutos con muchas escaramuzas y poca claridad. El CCF parecía querer más el balón, pero tampoco mucho. Eso sí, lo movía con criterio Rossi y buscaba aire por los costados. Aún así, fue un robo el que permitió a Ghilas mostrar su velocidad en una contra que resolvió con un tiro alto. A la siguiente que tuvo, ya en su hábitat natural del área, no falló. Con apenas un cuarto de hora de juego, a los blanquiverdes se les ponia el partido donde querían. Ahora había que ver cómo gestionaban una situación desconocida, pues nunca antes había estado por delante en el marcados en El Arcángel, dejando a un lado el duelo copero precisamente con los nazaríes.

Ese gol, el primero del Córdoba como local desde finales de octubre -así es materialmente imposible acumular alegrías- varió en parte el decorado del choque. Al Granada no le quedó más remedio que dar un paso al frente, pues su angustia es todavía mayor porque el derrumbe es el de un edificio que pensaba estar mirando a los rascacielos de la competición; ahora vive en el subsuelo, y con aluminosis. El conjunto local aceptó de buen grado el nuevo papel que le correspondía y dejó su suerte a su buen hacer defensivo. La entrega y la garra minimizaban la presencia nazarí por las inmediaciones de Juan Carlos, que apenas si tuvo que tragar saliva en un par de disparos lejanos de Piti hasta que Fran Rico buscó su escuadra con un libre directo que puso el nudo en la garganta a más de uno.

Con el CCF bien pertrechado y sabiendo leer perfectamente lo que requería el encuentro en cada momento, pausa por un lado, desplazamiento y carrera por otro, las apariciones de un individualista Fede Cartabia, Ekeng y sobre todo Ghilas, permitían separar la camisa del cuerpo a los aficionados, que tragaron saliva cuando Campabadal tuvo que despejar en el área pequeña un balón de Foulquier que buscaba a Piti. Era por el costado defendido por Fede Vico por donde llegaba con más frecuencia, pero idéntica suerte el Granada, que echó en falta la lesión de Jhon Córdoba pasada la media hora. Los de Djukic se veían relativamente cómodos sobre el verde, como si todo el plan trazado estuviera saliendo a la perfección. Y por si no lo era, el segundo tanto destapó el tarro de las esencias, con los mejores conectando entre sí para asistir al novato, que se estrenó a lo grande para llevar la algarabía a las gradas. El 2-0, viendo el rival que había enfrente, era la sentencia. Pero quedaba toda la segunda mitad por delante.

El Córdoba, con la entrada de Borja por Cartabia, minimizó los riesgos de salida. El control de la situación y un rendimiendo defensivo sobresaliente hacían el riesgo. Porque el Granada acentuó la posesión y pasó a jugar más en campo contrario, pero sin dar nunca la sensación de verdadero peligro, dejando claro el porqué de su caída en la tabla. Los locales seguían muy tranquilos, tomando aire con transiciones rápidas. Ya no importaba tanto hacer daño como obligar al rival a tener que llevar de nuevo el balón hacia la portería contraria, donde Juan Carlos ejercía de privilegiado espectador. Sólo faltaba la puntilla, pero el ambiente era relajado, como nunca antes en lo que va de temporada.

Los fantasmas de los episodios vividos tantas y tantas veces este curso ya, aunque hubiera sido fuera de casa, y la maldición que perseguía al equipo en casa en esta ocasión no hacían acto de presencia. Porque el espíritu y sacrificio del grupo maniataba a los visitantes, que sufrían en cada salida por los costados y se mantenían en pie, con trabajo, por la falta de acierto en el último pase que evitaron un agujero mayor a un enemigo moribundo que queda hundido en la zona de descenso. El Córdoba sigue siendo su compañero, aunque ahora ya está por delante. La permanencia se sitúa ahora a sólo un punto. "Sí se puede, sí se puede", es el grito de guerra. Lo ha hecho suyo la grada y el equipo lo ha captado. El que quiera matarnos, tendrá que sudar sangre. Dicho queda.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios