Lanza al aire el cubo de rubik y, de pronto, cada una de sus caras aparece teñida de un sólo color. "¿Merece la pena conocer los secretos de la magia o es preferible conservar la ilusión y mantener la incógnita por un tiempo más?". El mago Jorge Luengo Tabernero lanza la pregunta, aunque no duda en su respuesta, ya que durante el acto de clausura del Campus científico de verano organizado en la Universidad de Córdoba (UCO) decidió no revelar ninguno de los secretos de sus juegos de magia, aunque sí demostró su maestría ante el más de medio centenar de alumnos que formaron parte de esta primera edición del Campus de Excelencia Agroalimentaria ceiA3 de la UCO.

Jorge Luengo Tabernero, natal de Cáceres, licenciado en tres ingenierías, premio mundial de Magia en 2009 y, por si fuera poco, Premio Mundial al Talento Joven en el año 2010, clausuró ayer tarde el final de un trayecto de quince días, "el paso más sencillo de todos", según el mago, que buscó "transmitir a estos jóvenes de excelencia la ilusión por una ciencia que habrán de disfrutar a lo largo de toda su vida, tomen las decisiones que tomen". ¿Pero qué relación o analogía puede establecerse entre el mundo de la magia y el campo que las ciencias exactas pueden abarcar? "Pues sencillo", suelta el mago en voz alta, y en la línea de Galileo de que las matemáticas son el lenguaje del universo, explica que, a día de hoy, "todo en la vida son matemáticas, lo que pasa es que algunas relaciones aún las desconocemos, aunque ya irán surgiendo", añade.

"Un único mundo donde todo es posible". Eso es la magia para este cacereño, que empezó con su padre, médico de profesión, a ensayar ciertos juegos mágicos, aunque fue su primo mayor quien le enseñó sus secretos. "Hay que hablar de secretos y no de trucos porque éstos implican trampa, mientras que los otros son el resultado de la práctica, la habilidad y el sacrificio", afirma Jorge, que estará el próximo mes haciendo magia por Escocia. Allí, al igual que ayer, hará números con copas, cartas, plátanos y hasta huevos. Jorge Luengo demostró ayer tarde sus dotes con el arte de la ilusión, matemática- eso sí-, porque el azar no tiene cabida en el mundo de las cifras exactas ni en el de la magia, aunque sí la sonrisa de quienes disfrutan del espectáculo. "Todo mi trabajo tiene su fruto cuando veo sus caras", afirma el mago antes de desaparecer.