Córdoba

Que la vida iba en serio

  • Un grupo de jóvenes cordobeses relata su experiencia educativa y profesional y cuenta las oportunidades que puede ofrecerle la provincia para desarrollarse.

Uno de los poemas más conocidos de Jaime Gil de Biedma, No volveré a ser joven, relata el paso del tiempo y la imposibilidad de volver a vivir lo que ya pasó: "como todos los jóvenes, yo vine / a llevarme la vida por delante". Aquí se recogen cinco relatos de otros tantos jóvenes cordobeses a los que les ha tocado cargar con la etiqueta de nini pero que desmontan la teoría que acompaña a tal palabro con solo relatar su currículum.

El mercado laboral y lo que muchos consideran la "imposibilidad" de acceder al mismo centran las preocupaciones de estos veinteañeros que en algunas ocasiones confiesan no aguardar una cantidad ingente de esperanza viendo lo que se ve día tras día.

A pesar de ello, la mayoría muestra gran dosis de valentía al  afirmar que saldrían de Córdoba y de España si fuera necesario. Los hay también que ven en la partida la única opción a encontrar un trabajo. Cuando hablan de sus amigos casi todos muestran el mismo panorama: una sobrecualificación que aún no se ha visto recompensada tal y como se merece y una desgana por parte de otros tantos que se venden al mejor postor. Y es que en casi ninguno de los relatos falta el trío de palabras "prácticas no remuneradas" para referirse a su carrera laboral o a lo que consideran muchos que les espera de unos años en adelante.

Tampoco tienen problema en seguir formándose aunque eso conlleve llegar a lo conocido como la pescadilla que se muerde la cola: estudias una carrera, intentas trabajar, no encuentras trabajo, estudias un máster, intentas trabajar, te piden experiencia, sigues con la formación y así hasta que alguien aparece con la varita de la suerte. Y es que parece que, a pesar de contar con mentes brillantes y una formación extensa, lo único que entra en juego aquí es estar en el sitio adecuado en el momento preciso. Hablan de futuro con la lengua pequeña, como si se fuera a chafar lo que viene por delante, pero todavía mantienen aquello que a Gil de Biedma se le escapó de la manos sin darse apenas cuenta.

Marta Garcia: "Córdoba da pocas oportunidades"

No tiene pelos en la lengua cuando tiene que hablar de la situación por la que pasan los jóvenes cordobeses y la falta de oportunidades que hay, especialmente para los que han estudiado lo mismo que ella. Esta cordobesa nacida en 1990 estudió en Sevilla, entre 2008 y 2013, Bellas Artes y Restauración y después hizo un máster de Patrimonio Artístico Andaluz. Durante la carrera trabajó esporádicamente como relaciones públicas y vendiendo seguros y cuenta además las numerosas prácticas, siempre sin remunerar, que hizo. Trabajó en el Hospital de la Caridad, en el Casino de la Exposición y coordinó algún que otro evento de Café Cultura, todo en Sevilla. No vio un solo euro por ninguno de esos trabajos. Cuando acabó de formarse comenzó a dejar currículum en todos aquellos sitios disponibles y tuvo algún trabajo suelto, pero ahora mismo la búsqueda es "bastante frustrante".

Trabaja desde 2014 en una cafetería como camarera y casi está resignada a no hacerlo de lo suyo. "Aquí en Córdoba la cosa está casi vendida", manifiesta, y es que el oficio de restaurador está presente sobre todo en las iglesias que cuentan con su personal de confianza. Por ello, la solución que ve más cercana es la del relevo generacional u oportunidades sueltas, además de la convocatoria de oposiciones que parece inminente pero que lleva ya varios años parada.

Comenta que sus compañeros de facultad han ido por otros derroteros; uno ha montado un bar, otro trabaja en una cafetería y uno más se dedica a impartir clases de pintura. Sobre la posibilidad de marcharse fuera de España para intentar desarrollarse lejos de Córdoba, Marta confirma que no está dentro de sus objetivos, entre otras causas, por la situación económica actual. A pesar de todo derrocha optimismo y todo lo que cuenta lo relata con una sonrisa. Ahora sólo queda que lluevan las oportunidades.

José Sánchez: "Hay demasiada gente con estudios superiores"

Habla inglés y chino, ese idioma que cuando empezó la carrera en 2008 todo el mundo conocía como "el del futuro". Estudió la licenciatura de Traducción e Interpretación en Granada y en segundo de carrera, muy pronto, se fue de Erasmus a Inglaterra. Cuando acabó la licenciatura se fue a Pekín gracias a una beca del Instituto Confucio para seguir formándose en chino y pasó allí dos años impartiendo clases de español. Volvió a España, más concretamente a Madrid, y estudió un máster en Asuntos Internacionales que también le llevó a Washington. Las clases particulares han sido su sustento desde que estaba en el colegio y observando su currículum se puede ver claramente que no tiene ningún tipo de problema en salir de España. Las condiciones laborales que hay aquí, considera, son mucho peores que las que se puede encontrar un extranjero en China.

Ahora se encuentra de vuelta en Córdoba después de haber realizado prácticas en Marca España (un organismo dependiente del Gobierno central) y está a la espera de que le concedan otra beca para volver a Pekín. En Córdoba "me he resignado a no trabajar", asevera. Sobre el panorama laboral dentro de su grupo de amigos explica que pocos están trabajando de lo suyo y, los que lo hacen, tienen unas condiciones laborales poco agradables.

José cree que la cosa "sinceramente, va a ir a peor" al entender que la sociedad se ha acostumbrado al trato de los empresarios y a lo que él llama "la dinámica de becarios": trabajos a niveles superiores con sueldos escasos o inexistentes. Considera que en España hay un exceso de personas con estudios superiores por lo que cree que debería de motivarse el estudio de la Formación Profesional. La sobrecualificación en los trabajos también le llama la atención, jóvenes con carrera y máster que desempeñan un puesto que se les queda demasiado pequeño. Tan pequeño como a él se le queda España.

María Adoración Sánchez: "La sobrecualificación también pone barreras"

Estudió la licenciatura de Psicología en Granada entre 2008 y 2014, una época en la que también consiguió una beca para irse a Sudamérica, más en concreto a Argentina durante seis meses.

Confiesa que no trabajó mientras estaba estudiando y cuando acabó la carrera decidió seguir formándose. Tiene dos másteres, uno en Psicogerontología (centrado en personas mayores) y uno más en Neuropsicología. Uno de ellos lo hizo en la Universidad de Barcelona (UB) y otro en Madrid.

Terminó en marzo de este mismo año y empezó a dejar el currículum en todos los sitios en los que podría trabajar de psicóloga, un proceso, confiesa, "desesperante". Desesperante porque muchos ni siquiera contestan para decir que lo habían recibido y los que sí lo hacen dan respuestas negativas. Le han llamado de algunos sitios, incluso de fuera de Córdoba, pero la precariedad que le ofrecen no le permite vivir de la mejor manera porque al final lo que quedaría sería "vivir para trabajar".

Cree que a la hora de buscar trabajo la sobrecualificación puede suponer una barrera y es que "mientras más estudios, más cosas te dan que no te llamen". A la espera de que la soliciten de algún sitio, ya se plantea volver a hacer otro máster.

Cree que existe una sensación generalizada entre los jóvenes de pérdida de esperanza ante el esfuerzo que realizan y la poca recompensa que obtienen. Salir fuera sí, pero depende. Volvería a Sudamérica, pero el idioma le supone una barrera para viajar por Europa.

Luna Benítez: "Algunos no podemos quejarnos"

Confiesa que ha tenido suerte por encontrar un trabajo de lo suyo relativamente pronto. Tiene 24 años, es de Pozoblanco y socia de un estudio de fotografía instalado dentro de un espacio coworking que contiene cuatro empresas. Tenía claro desde muy joven que le gustaba la fotografía y hace tres años se embarcó en un Grado Superior de Bellas Artes. Hace poco tiempo que abandonó el nido y se fue a vivir con su pareja, pero sigue en Pozoblanco. Lo de la suerte y tener un trabajo estable lo reconoce cuando habla de sus amigos ya que pocos, muy pocos, lo hacen, algunos siguen formándose y otros tantos se han puesto a trabajar con sus padres.

Ocurre que a veces hay que estar en el momento adecuado y Luna lo estuvo. Ahora trabaja como fotógrafa, lo que siempre quiso hacer, en un estudio pozoalbense. También pocos de los que estudiaron con ella han encontrado un trabajo relacionado con la fotografía y otros tantos han decidido salir fuera para hallar las oportunidades que Córdoba no les brinda.

Sobre lo que piensa que le deparará el futuro a ella y a su generación, explica que "no tengo ni idea" dado, claro está, la situación un tanto convulsa que atraviesa el país, con una recuperación económica a medio gas que pocos perciben en el día a día; aunque "algo de futuro" debe haber, o eso espera. No se le ha pasado por la cabeza salir fuera de España, ni siquiera se lo ha planteado. Luna se siente una privilegiada por trabajar donde trabaja y por conseguir, con solo 24 años, un empleo que pivote en sus gustos y en su formación, algo que pocos jóvenes consiguen.

La provincia, que es lo que interesa en este caso, atraviesa una situación muy similar a la capital. La formación universitaria o los grados formativos llenan cada domingo por la tarde autobuses con dirección Córdoba, Sevilla o Granada.

Francisco Javier Guisado: "Si tuviera que elegir me quedaría en Córdoba"

Javier es el más pequeño de todos los jóvenes que aquí cuentan su experiencia. Nació en 1995 y ahora estudia un Grado Superior en Edificación al que, confiesa, le costó trabajo entrar. En cuarto de Secundaria se decantó  por la rama de Letras y cuando tuvo que dar el paso a Bachillerato se dio cuenta de que quería cambiar a Ciencias; una "odisea". A pesar de todo, lo consiguió y ahora está formándose en aquello que le gusta.

Nunca ha trabajado, pero no le importaría encontrar algún empleo en verano, aunque no fuera de lo suyo. Durante el curso lo ve un poco difícil, sobre todo por los horarios.

La perspectiva de encontrar un puesto de trabajo cuando acabe el ciclo la ve "casi nula" y reconoce que la poca oportunidad que le pueda surgir vendría de quedarse en el estudio o la empresa en los que haga las prácticas, lo que supondría "mucha suerte". Y es que, recuerda Javier, la experiencia es lo primero que te piden, lo que tienes que llevar por delante, pero si no dan la oportunidad de tenerla, se entra en una dinámica de la que es complicado salir.

Ahora mismo no busca trabajo y no está al tanto de cómo se encuentra el mercado laboral, aunque viendo el ejemplo de sus amigos se puede hacer una idea. Muchos de los que hicieron Bachillerato con él han decidido estudiar una carrera, pero los que se lanzaron a trabajar tienen un contrato temporal y de "400 euros". Cuando se le pregunta por esa supuesta mejora económica, contesta que, de ser cierta, "se disimula bastante bien".

No se ve saliendo de España para trabajar, tampoco de Córdoba, aunque esto último le costaría menos trabajo y lo haría si no le quedara otra. Aún alberga la esperanza de que cuando acabe los estudios la cosa haya mejorado un poco porque, tal y como él reconoce, es lo único que le queda.

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