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Quiere volver a rozar la perfección

  • La alineación, una incógnita al no haber repetido aún el técnico un once Messi convierte en ganador a su equipo y es capaz de poner en jaque a cualquier defensa como verdugo o asistente

El Barcelona enamoró con su juego a propios y extraños en una amplia etapa de la última década, en la que acumuló seis títulos ligueros. Inició su dominio bajo la batuta de Frank Rijkaard, con Ronaldinho o Deco como directores de orquesta y logrando dos títulos ligueros. La llegada de Pep Guardiola al banquillo reactivó la hegemenonía azulgrana subiendo tres nuevos campeonatos a sus vitrinas y un cambio generacional en el que ya comenzaron a despuntar algunos de los baluartes de la actual plantilla. La última Liga la conquistó el conjunto blaugrana en la campaña 12-13 dirigidos por Tito Vilanova y Jordi Roura. Tras el título conquistado por el Atlético de Madrid la pasada campaña, aunque los culés tuvieron opciones hasta la última jornada, el club quiso cambiar una dinámica que parecía haber perdido la luz que implantaron sobre todo bajo la dirección técnica de Pep Guardiola.

El técnico elegido para dar ese vuelco y comenzar con el cambio generacional fue Luis Enrique. Tras su llegada salieron jugadores como Valdés, Puyol, Cesc o Alexis. Para completar la plantilla, llegaron Ter Stegen, Bravo, Rakitic, Luis Suárez, Matieu, Vermalen y Douglas. Además, a ese cambio generacional se le unieron jugadores muy jóvenes de la cantera como Sandro, Munir o Rafinha.

sin balón

Luis Enrique, quizás por la obsesión de mantener en tensión a toda su plantilla y, en cierto modo sorprender al contrario, no ha repetido un solo once inicial en los quince encuentros ligueros disputados. Quizás esto le ha llevado a perder diez puntos hasta ahora, después de caer contra el Real Madrid y el Celta, y empatar con el Málaga y el Getafe, en el último encuentro liguero de los culés.

Luis Enrique mantiene la teoría de que la mejor forma de defender es teniendo el balón, aunque al mismo tiempo trata de sumar la solidaridad colectiva a la hora de evitar el peligro en su portería. Con todo, su principal problema en este sentido llega por las bandas, a la espalda de los laterales, que no siempre se encuentran en su sitio por su afán ofensivo.

Con un dibujo táctico prácticamente inamovible, 4-3-3 o si se quiere interpretar como un 4-3-1-2, por la posición intermedia que en algunos momentos ocupa Messi, el Barcelona realiza un enorme despliegue físico en todas las zonas, tratando de recuperar lo más rápido posible el balón.

La defensa se adelanta a escasos metros del medio campo, realizando el equipo una presión muy alta incluso ante el saque del portero o en saques de banda. Cuando pierden el balón, su reacción inmediata es presionar en bloque para recuperarlo lo antes y lo más arriba posible. La parte negativa llega si el equipo contrario lanza con rapidez un pase vertical, pues puede coger a los azulgranas partidos, divididos en dos bloques y castigando con esos pases a los medios y poniendo en jaque a los defensas.

Siempre que están disponibles, lo único que no toca el técnico es el portero, Bravo, y los tres hombres más adelantados, Messi, Luis Suárez y Neymar. Hoy, ante el Córdoba, sí tendrá la más que probable baja del lateral derecho Dani Alves, al que podrían suplir Adriano, Bartra, Montoya o incluso Douglas, aunque todos ellos aportarán menos profundidad que el brasileño. En el centro de la defensa estarán Mathieu y Piqué, muy poderosos en los duelos individuales sobre todo cuando van al corte. Y en la izquierda, un Jordi Alba incisivo en ataque y correcto en defensa.

con balón

La idea del técnico es tener el balón, tratar de jugar en campo contrario y siempre atacar al rival. Cuando Busquets está sobre el campo, el juego de toque y apoyo se interpreta casi a la perfección; él es el encargado de equilibrar al equipo en el balance defensivo-ofensivo. Por delante, dos volantes que tienen en el binomio Xavi-Rakitic sus mejores inquilinos y que siempre consiguen darle velocidad a la circulación del balón, control y posesión, aunque puede optar por variar la dupla dando entrada a Rafinha o Iniesta. En los momentos que se une Messi como enganche se fortalece aún más el juego interior, sobre todo por su prodigiosa visión a la hora de filtrar pases interiores buscando a los hombres más adelantados. Estos serán Neymar o Pedro- si el brasileño no llegara por sus dolencias físicas en un tobillo- y Luis Suárez, todos ellos capaces de decidir un partido por sí solos.

lo mejor

Messi, en buena disposición, marca las diferencias.

lo peor

Los huecos que dejan a su espalda los laterales con sus contínuas subidas al ataque.

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