Eddy Silvestre regresa el domingo a El Arcángel para medirse al equipo que lo acogió durante la segunda mitad de la pasada temporada. Y lo hará con un rol idéntico al que acumuló en la mayor parte de su etapa como cordobesista: el de intrascendente. Es más, además de jugar poco, ayer se le notó dolido en una rueda de prensa en la que se mostró extrañado por los pitos que le dedicó la afición amarilla en el duelo del pasado domingo ante el Zaragoza: "No estuve contento con partidos que hice, pero me gustaría que la afición me apoyara; el otro día salí y me pitaron".

No es una situación nueva, pues en El Arcángel también recibió silbidos de la grada en alguno de los 14 encuentros -y 899 minutos- que vistió la camiseta de un Córdoba al que llegó en enero para "contentar a la afición", según dijo el presidente Carlos González, y se marchó con más sombras que luces. Pero ahora en el Cádiz las cosas no le van mucho mejor, hasta el punto de que ahora que José Mari ha caído lesionado, Álvaro Cervera parece más decidido a variar el sistema para jugar con un doble pivote antes que elegir al internacional azerí para ocupar el vértice más avanzado del trivote.

Tal es su desesperación que ayer se quedó a gusto, reivindicando de paso su papel en el equipo. "Estoy a muerte con el Cádiz, me voy a dejar la vida. Tengo que esperar mi momento y me gustaría que me ayudara mi propia afición. Los resultados antes no salían bien. No entiendo los pitos cuando ganamos 2-0. Demostraré más que otros si hace falta". "Espero no salir al campo y ser pitado. Me voy a dejar la vida, que miren cómo va el equipo y nos apoyen a todos", insistió un jugador que considera que puede actuar "de enganche, pivote defensivo, carrilero..." y que se reafirmó en su compromiso: "No vengo aquí de paso, sino para un mínimo de dos años. Para dos partidos que no salen me pregunto por qué me pitan". Quizás el bueno de Eddy debería hacer un poco de autocrítica, esa que le faltó también en su etapa en el Córdoba.