Entre | Crítica

Lírica del desarrollismo

  • La editorial Piel de Zapa traduce y publica la novela experimental 'Entre', publicada en 1968, obra de la crítica y lingüista británica Christine Brooke-Rose

La escritora y lingüista Christine Brooke-Rose (Ginebra, 1923-Cabrières d'Avignon, 2012)

La escritora y lingüista Christine Brooke-Rose (Ginebra, 1923-Cabrières d'Avignon, 2012)

Entre, de la escritora británica Christine Brooke-Rose, es una novela experimental, publicada en 1968, que se apoya en una estructura cíclica y se dispone en planos que se cruzan y se estorban simultáneamente, para representar ante el lector cierta idea de vértigo y apresuramiento, que distingue al mundo industrializado y global de la segunda mitad del XX. Un mundo y una economía que Keneth Galbraith había llamado, una década antes, La sociedad opulenta, y que se caracteriza por una extraordinaria capacidad de producción y una necesidad pareja de consumo. A lo cual se añade un “empequeñecimiento” y domesticación del planeta, en el sentido de domesticidad, gracias a una multiplicación y perfección de los medios de trasporte. Entre es, pues, un título preposicional (Between) y no una invitación cortés, que señala una idea de movilidad propia de la época.

Es una expresiva mezcla y acumulación de lenguas la que construye o destruye la narración, si la hubiere, en Entre.

Otra idea que se desprende de este cualidad celérica e industriosa del mundo, tal como lo figura Brooke-Rose, es el de la ajenidad y su obligada confusión de lenguas. No en vano, la portada que acompaña al libro es la vieja torre de Babel, construida por Nemrod, en la célebre representación de Brueghel el Viejo, pintada a mitad del XVI. Por ello mismo, es una expresiva mezcla y acumulación de lenguas la que construye o destruye la narración, si la hubiere, en Entre. Añadido a esto, señalemos otro aspecto, fácilmente extraíble de la novela, cual es la tecnificación de la sociedad y la estructura humana que se infiere de ella; una estructura de congresos, traductores y especialistas que se cruzan en aeropuertos y simposios, en hoteles y cafeterías, y que no es sino una descripción plástica y conceptual de aquel desarrollismo de los 60/70, en el que aún no se había popularizado, hasta el extremo actual, el turismo y sus economías afines.

En tal sentido, en este Entre de Brooke-Rose la impersonalidad del viajero, perdido o desleído entre una pluraridad de lenguas y puertas de embarque, conserva un atractivo y un prestigio hoy difícilmente reconstruible. Al cabo, es un ejército de técnicos y azafatas el que sobrevuela la vieja torre de Nemrod, con afligida y distante melancolía. Existe, pues, un sueño involuntario de eficacia y prontitud al fondo de esta escritura elíptica, sincopada, simultaneísta, de marcada inhumanidad, que ensaya aquí Brooke-Rose.

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