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El equilibrio energético

  • Para perder peso la clave está en alcanzar el balance energético entre la actividad y las calorías. Lo importante es favorecer el ejercicio físico.

Con la llegada del verano, muchas personas aumentan su interés por perder peso. Más allá de la imposición de patrones estéticos, vigilar el sobrepeso es importante para la prevención de patologías cardiovasculares. Alcanzar el peso adecuado para el bienestar físico es clave para poder controlar los niveles de colesterol, la presión arterial y el azúcar en la sangre.

Los regímenes estrictos y muchas dietas populares pueden poner en riesgo la salud, por eso es esencial alcanzar el balance energético entre lo que se consume y lo que se gasta. No existen calorías que sean buenas o malas. La dieta debe ser equilibrada, rica en frutas y verduras. Es fundamental ponerse en movimiento y realizar ejercicio físico con asiduidad.

Cuando se hace referencia al balance energético es importante subrayar que comer demasiado o no ser lo suficientemente activo físicamente puede contribuir a subir de peso. Para mantener el peso ideal, las calorías que se ingieren deben equivaler a la energía que se consuma. Para bajar de peso, se deberá ingerir menos calorías que aquellas que consume.

Según explica a Europa Press, Beatriz Beltran, profesora titular de la Facultad de Farmacia de la Universidad Complutense de Madrid, el secreto está en seguir una dieta equilibrada con el suficiente aporte de frutas y verduras. Beltrán señala que no existe la dicotomía basada en azúcares buenos y azúcares malos sino una desproporción en los que forman parte de la dieta. Así, la especialista ayuda a despejar algunas de las dudas y falsas creencias más importantes sobre el uso y el abuso del azúcar en el día a día.

Según indica la especialista, el cuerpo no diferencia entre azúcares procedentes de la fruta o la verdura y la que procede de un terrón de azúcar. No existen azúcares buenos y malos desde el punto de vista de su función en el organismo, el problema está en el desequilibrio que puede ocasionarse en la dieta por un consumo elevado que sustituya a otros nutrientes como aporte calórico.

Asimismo, leer el etiquetado nutricional: la cantidad diaria orientativa (CDO) de un nutriente se fija en un tanto por ciento. Hay que seguir la regla 5/20 que señala que no hay que consumir aquellos productos que se acerquen o superen el 20% del CDO y sí aquellos que supongan un aporte del 5% o estén cerca de esta cantidad.

Seguir una dieta que balancee los distintos tipos de nutrientes es la mejor garantía de que no se toman más azúcares añadidos de los necesarios. Más fruta y más verdura ayudarán a que se puedan hacer 'excepciones' y tomar caprichos dulces cuando apetezcan. La experta señala que si los azúcares añadidos constituyen un 25% de la dieta, ésta sufre un claro desequilibrio.

Respecto al ejercicio, la inactividad física es el cuarto factor de riesgo más importante de mortalidad y una de las principales causas de enfermedades crónicas como el sobrepeso y la obesidad, cuya prevalencia está aumentando progresivamente en un gran número de países de todo el mundo. Según el primer Documento de Consenso sobre Obesidad y Sedentarismo a nivel mundial, publicado el pasado año por la revista Nutrición Hospitalaria, y de acuerdo con los datos de la última Encuesta Nacional de Salud "cuatro de cada diez personas (41,3%) se declaran sedentarias (no realizan actividad física alguna en su tiempo libre), uno de cada tres hombres (35,9%) y casi una de cada dos mujeres (46,6%)".

Asimismo, se ha demostrado que las personas más activas pueden llegar a alargar su esperanza de vida entre 3,4 y 4,5 años, según una investigación realizada con datos provenientes de seis estudios incluidos en el Consorcio de Cohortes del Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos. La investigación, publicada en la revista científica Plos Medicine, analizó el IMC y la actividad física de una muestra cercana a los 640.000 individuos, mayores de 40 años.

Los resultados mostraron que la esperanza de vida se puede elevar hasta en 3,4 años en aquellos que realizan actividad física moderada, como puede ser caminar deprisa -en niveles iguales o ligeramente superiores al mínimo recomendado en las directrices de la Organización Mundial de la Salud-, y en 4,2 años para aquellos que superan en más del doble la recomendación de practicar ejercicio al menos durante 150 minutos a la semana.

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