Cultura

Triste sainete posautonómico

Comedia romántica, España, 2014, 98 min. Dirección: Emilio Martínez-Lázaro. Intérpretes: Clara Lago, Dani Rovira, Karra Elejalde, Carmen Machi. Arcángel, Guadalquivir, El Tablero, Artesiete-Lucena.

8 apellidos vascos reúne a dos generaciones de la comedia española contemporánea en un nuevo intento de revitalizar el género, esta vez, una vez más, a costa de los estereotipos culturales regionales que tanto juego han dado y siguen dando a los chistosos de aquí y de allá.

El encuentro entre el veterano Martínez-Lázaro, cineasta que renunció muy pronto a un prometedor arranque con aires de modernidad (Las palabras de Max) para integrarse en fórmulas comerciales siempre atentas a la promoción de nuevos rostros en viejos esquemas (Amo tu cama rica, El otro lado de la cama), y Borja Cobeaga, guionista del programa satírico Vaya semanita y autor de dos meritorias comedias como Pagafantas y No controles, resulta, en realidad, mucho más natural de lo que pudiera parecer a priori. A saber, ambos comparten el gusto por fiarlo todo al guión (aquí ciertamente inconsistente), por una misma vis cómica de raigambre clásica y también, eso es lo malo, ambos desprecian el potencial de la imagen o la puesta en escena para conseguir sus logros.

Es así que estos 8 apellidos vascos apenas va más allá de la visualización elemental y tosca de los chistes sobre vascos y andaluces que trufan de manera insistente y cansina su, por otro lado, previsible y rancio núcleo romántico entre una joven radical y un sevillanito de gomina y jersey al cuello, prototipos de manual de primero de chiste autonómico a los que acompañan, en una misma sintonía de exceso y caricatura de los pueblos y prejuicios de España, los adultos Carmen Machi y Karra Elejalde, que se prestan a esta pequeña farsa con tanta profesionalidad como la que puede esperarse de sendos tipos que ya nos gustaría que se acercaran siquiera un poquito al esperpento.

Y no funciona esta renqueante historia de amor y culturas enfrentadas porque nada parece haberse invertido en disimular su brocha gorda, en suavizar las formas para que el asunto no parezca una tv movie de la Forta, en matizar o domar a los actores, con Dani Rovira y Clara Lago al frente del despropósito; nada que no nos haga pensar en una triste actualización de aquellos sainetes rancios que, con toda la voluntad conciliadora, incorrecta (de la ETA a la Benemérita) y cachonda (sic) que se quiera, no hacen sino insistir, regodearse y subrayar aún más lo que separa el Norte del Sur. Será un éxito, ya verán.

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