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Jordi Vila estuvo allí

  • Miembro del gran Barca de las 'Cinc Copes', sufrió el olvido de Serrat en su célebre canción · Terminó su carrera en el sur contribuyendo a los ascensos del Betis en el 58 y del Córdoba en el 62

A sus 81 años, la memoria le suele jugar alguna mala pasada. Es normal. Pero hay un recuerdo grabado con tal fuerza que ni siquiera el implacable azote del tiempo ha podido erosionar. Jordi Vila Soler (Santpedor, Barcelona, 1929) fue uno de los siete ex futbolistas que recibieron un homenaje en las vísperas del encuentro de Liga entre el Barcelona y el Mallorca. Formaban parte del legendario equipo de las Cinc Copes, ese conjunto que conquistó todos los títulos en juego en la temporada 1951-52 y que figuraba en el imaginario culé como el más laureado en una sola temporada hasta que irrumpieron en la escena Guardiola y sus muchachos para elevar al cielo seis trofeos en la 2008-09. Los récords, tarde o temprano, se terminan rompiendo. Aunque tengan que pasar casi sesenta años.

El estadio estaba repleto. Vila, que acudió al palco con su nieto, se sintió conmovido. Él tenía entonces 22 años. Jugó 25 encuentros y marcó 19 goles en aquel curso. Qué recuerdos. A su lado, antiguos camaradas como Ramallets, Biosca, Basora o Seguer. A Manchón no pudieron abrazarle. Murió unos días antes. Por la megafonía sonó, como no podía ser de otro modo, el Temps era temps de Joan Manuel Serrat. Una composición que emociona particularmente al barcelonismo. Temps d'Una, Grande y Libre / Metro Goldwyn Mayer / Lo toma o lo deja / Gomas y lavajes / Quintero, León i Quiroga / Panellets i penellons / Basora, César, Kubala, Moreno i Manchón. ¿Y dónde está Vila?

El octogenario ex futbolista coincidió de nuevo con Serrat y el asunto volvió a salir a la palestra. Ya unos años atrás ambos se cruzaron en Menorca, donde reside el ex jugador, y allí recibió una explicación. "Serrat le dijo que incluyó a Moreno porque la iba mejor para la métrica", explica el hijo de Vila en La Vanguardia. En la familia no olvidan. Este rotativo catalán publicó una carta enviada por Vila Jr. en la que exponía con toda crudeza una situación que consideran una injusticia histórica. "¿Se imaginan que en el año 2.059, en el 50ª aniversario del Barça de las Seis Copas, alguien citara a Villa y se olvidara de Eto'o o Henry?", dicen sus allegados.

Lo cierto es que la historia es como es. La estadística no miente. El Barça de las Cinco Copas apenas contó con Moreno, un extremo izquierdo que compartió, sí, el flanco con Manchón... pero en la temporada siguiente. En la del pentacampeonato, la línea atacante titular fue la compuesta por Basora, César, Vila, Kubala y Manchón. La delantera de Serrat existió, pero en la campaña siguiente, que no fue precisamente mala -hizo doblete: Liga y Copa- pero sí inferior a la anterior. "Serrat canta al equipo de su infancia, no tiene por qué coincidir con la realidad, lo entiendo", dice el hijo de Vila sobre la célebre composición del Noi del Poble Sec, aunque matiza con cierta amargura: "No estamos molestos con él, aunque es cierto que mi padre lo llevó mal durante mucho tiempo. Es muy frustrante saber que formarse parte de ese equipo mitificado y ver que no apareces en el recuerdo. Posiblemente es lo más importante que le ha sucedido en la vida, ¿no?".

¿Y qué ocurrió con Jordi Vila? En 1952 se rompió el menisco, fue operado y perdió la titularidad. En 1954 se fue al Valencia, donde despachó tres temporadas correctas (seis goles en cada una de ellas) antes de iniciar el camino inverso de muchos trabajadores de la época. En 1957, el joven catalán hizo las maletas para buscar su porvenir en Andalucía.

En el Sur encontró hueco en dos clubes históricos que vivieron con él gestas inolvidables. En 1957 fichó por el Real Betis, inmerso en una titánica lucha por volver a la élite después de haberse hundido tras la Guerra Civil. El rubio delantero, con 28 años, contribuyó decisivamente a la regeneración futbolística de la entidad de Heliópolis. Llegó avalado por el checo Daucik -el técnico que le tuvo a sus órdenes precisamente en el Barça de las Cinc Copes- y sus goles sacaron al Betis -presidido por el mítico Benito Villamarín- de Segunda y lo afianzaron en Primera. En verano de 1960, ya con 31 años, cambió el verdiblanco por el blanquiverde del Córdoba, que lo fichó para reforzar el proyecto de Roque Olsen. Vila realizó un primer año notable, con ocho goles en la Liga y cinco en la Copa del Generalísimo, pero padeció un calvario en la temporada siguiente. Una grave lesión de rodilla y la irrupción de Miralles le hicieron perder protagonismo en el once en la temporada 61-62. Pese a ser ya veterano y contar con más títulos en su historial que toda la plantilla del Córdoba junta, Vila demostró su calidad profesional y no se rindió. Con carácter y esfuerzo diario, convenció al exigente Olsen y se ganó la titularidad. En la jornada 20, el Córdoba llevaba una pésima racha (una victoria en ocho jornadas) y el objetivo peligraba. Vila salió a jugar y ya lo hizo asiduamente hasta el final: marcó un gol fundamental en Las Palmas (1-1) y abrió el marcador ante el Cádiz (4-1) en la última cita en El Arcángel antes de afrontar el último y definitivo escalón para el ascenso. Jordi Vila, titular indiscutible en ese momento, se lesionó en el último entrenamiento antes del partido en el Colombino de Huelva. No pudo intervenir. Su sustituto, Miralles, entró en la historia del cordobesismo al marcar tres goles en el 0-4 al Recreativo que llevó al equipo por primera vez a Primera el 1 de abril de 1962. De Jordi Vila nunca más se supo. No disputó ni un partido más como profesional. Con 33 años, colgó las botas y estableció su residencia en Sevilla, donde se dedicó a la representación de materiales de carpintería mecánica. Un buen día volvió a su pueblo, Santpedor, el mismo en el que iba a nacer un tal Pep Guardiola que, casi sesenta años después, barrería el récord del Barça de las Cinc Copes.

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