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El día que el Diez fue Dios

Ayer, el que para muchos está considerado el mejor jugador del mundo, hoy y por siempre, escribió su última página de oro; Leo Messi se convirtió en el máximo goleador en la historia de la selección argentina al sumar 55 dianas ante Estados Unidos en la Copa América, superando la marca de Batistuta. Ayer, los amantes del balón celebraron el treinta aniversario de uno de los momentos que cambió la historia del fútbol; la mano de Dios y el eslalon mágico ante Inglaterra de Diego Armando Maradona, el que es considerado por la inmensa mayoría el antecesor del barcelonista, tanto en la albiceleste como en el dominio del balompié universal y que guió a su país a la conquista del Mundial en México'86. Pero ayer también fue un día de recuerdos inolvidables para los aficionados que cambian el celeste por el verde en sus camisetas, esos locos a los que las alegrías visitan muy de cuando en cuando y que hace dos años -y un día- vivieron una de las tardes (y noches, pues la fiesta tiene eso) más felices en los 60 años de vida del club de sus amores; Uli Dávila, otro zurdo, otro 10, aunque con mucho menos glamour, hizo el tanto del tercer ascenso a Primera División del Córdoba en Las Palmas, en aquel partido interminable que acabó siendo engullido por la locura y la histeria, mezcla de felicidad y desazón a partes iguales que provocó la mayor manifestación pública que se recuerda en la ciudad.

Desde aquel momento, el 22 de junio ya es una fecha inolvidable para el cordobesismo. Como lo es el 24 de junio por el retorno al fútbol profesional en El Alcoraz de Huesca. O el 30 del mismo mes por final a décadas de sinsabores con aquel mítica cartagenazo. También, cómo no y aunque entonces se viviera en blanco y negro, a la altura del 1 de abril del 62 cuando por primera vez el equipo cordobesista alcanzó la élite, algo que luego repitió casi una década después, el 30 de mayo de 1971. "Hace 2 años viví uno de los días más felices de mi vida. Deseo que el @cordobacfsad vuelva lo antes posible a Primera División", escribió ayer Albert Ferrer, entrenador aquella tarde en Las Palmas, entre los múltiples mensajes que conmemoraron en la red durante horas aquella grandiosa fecha que encumbró para siempre al menudo Uli Dávila. El atacante mexicano fue el más listo en aquel desenlace histérico que comenzó con el balón colgado por Pelayo, continuó con el remate en semifallo de Raúl Bravo y concluyó con la no parada de Barbosa y el remate a bocajarro del tri. Aquel día, el Diez fue Dios -también en la versión blanquiverde-, en una fecha que tenía reservada para sí Maradona y que desde ayer también comparte Messi. Que cada cual se quede con el zurdo que quiera, con el 10 que desee, que en Córdoba tienen claro quién fue el único que los hizo felices de verdad.

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