La selección española volverá a disputar las semifinales de un campeonato de Europa, tras imponerse ayer a la de Portugal en un duelo en el que hizo valer su fortaleza como equipo ante las genialidades de Ricardinho.

El conjunto español carece de una estrella como Ricardinho, posiblemente el mejor jugador del mundo, pero ayer demostró en Belgrado que a nivel colectivo pocos equipos pueden competir con la seriedad, inteligencia y oficio de los de José Venancio López. Nunca tuvo dudas la selección española, que a base de constantes ayudas cerró todos los caminos a Ricardinho, que, salvo en algún que otro esporádico disparo lejano, apenas fue capaz de inquietar en la primera parte la meta defendida por Paco Sedano.

Todo lo contrario que España, que a base de paciencia y estudiadas triangulaciones llegó con asiduidad a la portería lusa, donde un nervioso Bebe, sustituto ayer de Vítor Hugo, incitaba a disparar constantemente a los jugadores del equipo español.

El mejor juego español encontró su premio a los trece minutos de juego al transformar Miguelín un claro penalti. Ese gol dio paso a los mejores momentos del conjunto español, que pareció dejar sentenciada definitivamente la contienda con dos goles más al descanso.

Sin embargo, Portugal no se rindió y mucho menos Ricardinho, que mostró en el segundo tiempo el inmenso catálogo de recursos que tiene. Pero ni el empeño de Ricardinho, que logró reducir hasta en dos ocasiones la ventaja española, logró quebrar la fortaleza colectiva de la selección española, que tiró de oficio para aprovechar las prisas del combinado luso y sentenció el triunfo a la contra.

En las semifinales, se medirá al vencedor del duelo que enfrentará hoy a Italia con Kazajistán.