Córdoba-Real Madrid

El orgullo de su gente (1-2)

  • El CCF sólo hinca la rodilla ante el líder en el minuto 88 de un partido en el que fue superior y mereció mejor suerte Los blanquiverdes tuvieron las ocasiones más claras, incluido un palo, ante un enemigo minimizado

El orgullo ni se compra ni se vende. Hay quien presume de muchos bienes tangibles, que está inundado en oro y podrido de billetes, pero nunca podrá mirar a la cara al que tiene delante. Esa gente quizás viva en un mundo irreal, temeroso de no saber qué se encontrará cuando sea conducido a la vida mundana, esa que para ellos hoy es algo totalmente desconocido. Pero hay veces que lo inmaterial vale mucho más. Quizás no en el momento, pero sí en el futuro, cuando la dignidad se convierte en compañera de viaje. Porque como decía Antonio Machado, sólo "el necio confunde valor y precio". Y nada tiene que ver cuando las fuerzas se equilibran, cuando las reglas son las mismas. Si no, que se lo pregunten al todopoderoso Real Madrid, el club más grande del pasado siglo, el mismo que viene de levantar su décima Copa de Europa y ahora manda con puño de hierro en la Liga. Con todo lo que tienen los blancos en sus alforjas, ayer estuvieron que esperar al minuto 88 para noquear a un Córdoba sentido y orgulloso que fue mejor y, como tal, mereció recoger alguna recompensa. De los hombres de Djukic, que firmaron su mejor encuentro de largo de la temporada, fueron las mejores ocasiones dentro de un encuentro en el que no se vio al líder, ni mucho menos a sus estrellas, engullidas por los guerreros blanquiverdes que golpearon muy pronto y sólo hincaron la rodilla en la tierra por dos acciones a balón parado. Sí, a pelota parada, el handicap habitual de los blancos que fue su mejor aliado esta vez.

Muchos de los que acudieron a El Arcángel salieron del estadio dos horas después con la sensación de que su Córdoba había sido mejor que el Real Madrid. Una sensación tan real como la cara de tonto que seguía en el coche o el autobús, o de camino a casa por alguna de las calles de la ciudad. Pero una sensación que permite mantener el optimismo de cara al futuro. Claro está que de las sensaciones no se vive, que esto al final es cuestión de puntos. Pero el subidón de moral, el chute de autoestima que los jugadores recibieron al verse superiores a uno de los grandes de la Liga debe servir para encarar las próximas citas sin miedo, con el convencimiento de que hay material de sobra para conseguir el objetivo. Con todo, no estaría de más que en esta última semana del mercado de invierno el club cerrara al menos un par de refuerzos que hagan mayor el fondo de armario de Djukic. Porque ya fuera porque estaba tremendamente satisfecho con el trabajo de los que había sobre el verde o porque lo que había en el banquillo no le convencía del todo, lo cierto es que sólo hizo un cambio. Quizás era un mensaje a alguien.

 

Aunque para mensaje el que el Córdoba se encargó de transmitir al Real Madrid nada más arrancar el choque. Por si no había quedado claro para el líder con el ambiente que tendría que sudar sangre para salir vivo de El Arcángel, la primera llegada local se cobró un penalti gracias a la buena vista del asistente que Ghilas transformó en gol. La celebración sirvió para reforzar el planteamiento, valiente, que Djukic había diseñado en la caseta. Nada de esperar atrás, nada de regalar metros y balón al enemigo. Todo lo contrario. La consigna era morder siempre que la pelota estuviera en uno de blanco, tirar de intensidad, de entrega, dejarse el alma en cada acción. El guión empezaba a escribirse con letras doradas, con la afición insuflando oxígeno al equipo y empujando en cada salida a la contra. Porque mientras los visitantes trataban de enterarse de dónde estaban jugando, entre Bebé y Florin se fabricaron una contra que a punto estuvo de hacer más grande la herida para el líder.

 

El CCF estaba tan cómodo con balón como sin él. Parecía que los papeles estaban cambiados. Del Madrid, no había noticias en ataque, y esa era la mejor noticia. Con Cristiano perdido, minimizado por Gunino, y Bale sin saber qué hacer al no ver metros donde exprimir su velocidad, sólo las caídas de Benzema auxiliaban algo a los de Ancelotti. Porque Khedira, a pesar de que intentaba descolgarse, tendrá muchas cosas válidas, pero no puede compararse con Isco por nada del mundo. Precisamente de una arrancada del alemán nació la primera intentona merengue, pero el zurdazo de Bale lo rechazó Crespo. La respuesta cordobesista llegó con otra contra bien trenzada entre Deivid y Cartabia que Bebé finalizó con un derechazo ajustado al palo. El portugués lo intentó acto seguido con una volea en los que eran los mejores minutos de un Córdoba que hacía frotarse los ojos a sus aficionados. Todo funcionaba, pero como ante el Eibar, el segundo gol se resistía. Y como una semana atrás, la primera ocasión visitante acabó en el empate. Un córner sirvió para que Benzema equilibrara la balanza. Nada de justicia para los méritos de uno y otro sobre el verde.

 

Pero por si quedaba alguna duda, la segunda mitad fue más de lo mismo. Djukic dio aire a los suyos y el equipo salió igual de intenso, manteniendo la presión arriba, no dejando respirar a los rivales. Faltaba rematar la faena porque el morlaco estaba en las tablas, herido, sin saber qué hacer ante una situación inesperaba. Fede Cartabia buscó la escuadra tras una acción individual y Bebé levantó al público de sus asientos con una contra de campo a campo que finalizó con un zurdazo que Casillas atrapó abajo. Al partido del conjunto blanquiverde pocos peros se le podían poner hasta ese momento, en el que el físico empezó a decaer. Djukic no movió el banquillo y Ancelotti tiró de Illarra. La jugada no le salió, de inicio, todo lo bien que pensaba. Básicamente porque en ímpetu siempre llevaba las de perder. Baste la acción que terminó con el remate de Florin al larguero, fruto de su presión a Varane y una mala cesión del francés a Iker. Ahí estuvo el partido para el CCF.

 

En ese momento, el Real Madrid estaba moribundo. Hasta Casillas tuvo que salir de su guarida voz en grito para pedir intensidad a los suyos tras una nueva pérdida de Illarra ante Florin. Había que ver ahora cómo respondía el físico en el tramo definitivo de la contienda. Kroos, ya más liberado, apareció por el balcón del área para hacer trabajar a Juan Carlos, decisivo también a un tiro desde la frontal de Benzema. Tras un partido de claro dominio local, los madridistas aparentemente llegaban con más fuelle a la última fase del duelo. Una situación que pudo cambiar con la expulsión de Cristiano Ronaldo, que completó una actuación lamentable con una agresión barriobajera. Tanto como su despedida, tocándose el emblema de campeón del Mundo en su camiseta con ese aire chulesco que echa para atrás muchas veces. Una actuación tan nefasta como la de Bale, al que sólo le salvó la mano de Cartabia que originó, a libre directo suyo, el penalti con el que él mismo cerró el partido con una derrota que no debe empañar la notable labor de un orgulloso CCF.

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