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Violencia en la cancha y en la casa

  • La NFL, la liga más rica de Estados Unidos, en alerta por los reprobables actos de jugadores con novias e hijos

La brutalidad es parte esencial del fútbol americano, pero en las últimas semanas quedó claro que no sólo impera en la cancha contra los rivales, sino también contra las novias y los hijos.

Con la tercera jornada de la NFL, la liga de fútbol americano, ya en disputa, poco se habla de deporte o de resultados. Es un septiembre horribilis por la publicación del vídeo en el que se ve a Ray Rice dejar inconsciente a su novia con un puñetazo y de las fotos del hijo de cuatro años de Adrian Peterson, en las que se le ven las piernas magulladas y laceradas por los golpes de su padre con una rama de árbol. Las imágenes lo son todo en 2014 y han servido para alertar del problema de la violencia doméstica en el fútbol americano y en la sociedad estadounidense en general. Porque los de Rice y Peterson, suspendidos indefinidamente más por la presión pública que por la convicción de sus equipos o de la NFL, no son los únicos en la liga más popular de Estados Unidos. Ray McDonald está siendo investigado por golpear a su prometida, embarazada, y sigue jugando con los San Francisco 49ers. Greg Hardy fue condenado en julio por agredir a su novia, lo que no generó una sanción por parte de la liga. Su equipo, Carolina Panthers, lo apartó tras destaparse el escándalo en torno a Rice.

Jonathan Dwyer salió el jueves de prisión tras pagar una fianza de 25.000 dólares -más de 19.000 euros- y ser acusado de romper supuestamente la nariz a su mujer al propinarle un cabezazo. Ha sido suspendido por su equipo, Arizona Cardinals. "Espero que como resultado de todo esto no se perciba que los jugadores de la NFL somos una banda de brutos que golpeamos a nuestras mujeres y maltratamos a nuestros hijos", dijo preocupado Drew Brees, quarterback de los New Orleans Saints y una de las estrellas de la liga. No sólo cunde esa imagen, sino que se cuestiona la gestión de la crisis por parte de la liga.

A diferencia de la NBA y de su comisionado, Adam Silver, con el caso de los comentarios racistas de Donald Sterling, la NFL y su líder, Roger Goodell, han sido criticados por reaccionar tarde y con menos contundencia de la esperada. Sólo la furia mediática y el malestar de patrocinadores hicieron despertar a Goodell, que el viernes dio la cara, pidió disculpas, anunció comisiones, medidas más severas, asociación con organizaciones contra el maltrato y cursos para enseñar a los profesionales que pegar a mujeres y niños no está bien.

Goodell, que tiene un salario anual de más de 34 millones de euros, superior al de cualquier estrella del deporte estadounidense, atraviesa lo que The New York Times califica como "la peor crisis" desde que es comisionado hace ocho años. La NFL es la liga profesional más rica de Estados Unidos, con casi 8.000 millones de euros de ingresos gracias a patrocinadores como Pepsi, Budweiser, Visa o McDonald's, que se han mostrado críticos estos días.

Procter and Gamble ha cancelado una acción publicitaria prevista en octubre, mes destinado en la NFL a la concienciación contra el cáncer de pecho, una forma de acercamiento al público femenino, el 35% de los 17,4 millones de espectadores que ven de media un partido. "La violencia doméstica es inaceptable y urgimos a la NFL a que tome decisiones para tratar este asunto", pidió Paul Fox, portavoz de Procter and Gamble. Indra Nooyi, CEO de PepsiCo, consideró "repugnantes" las acciones de algunos jugadores.

Pese a todo, el fútbol americano parece recubierto de teflón. Ni los riesgos de lesiones cerebrales asociados con la violencia de los impactos ni los escándalos de violencia doméstica parecen hacer daño a la popularidad del gran deporte de Estados Unidos.

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