Corrían tiempos felices. Era la mágica temporada 11-12, cuando al CCF todo le venía de cara. En el vestuario se puso de moda la celebración del cangrejo, un homenaje al infame pescadero Antonio Recio -"mayorista, yo no limpio pescado", perdón- de la serie La que se vecina. Borja García era el brazo ejecutor de una sociedad a la que también se sumaba con asiduidad López Silva. El onubense volvió a repetir el gesto en Riazor tras hacer el tanto de la victoria, y su perenne sonrisa regresó a un rostro crispado en los últimos meses. Al fin había llegado su particular redención.

Porque las circunstancias de López Silva han variado mucho desde que llegó a El Arcángel en verano de 2011. Entonces, recién llegado del Cádiz, explotó en la mejor temporada de su carrera deportiva a las órdenes de Paco Jémez y se confirmó como una de las grandes revelaciones de la Liga Adelante. Presente en 39 partidos (todos como titular, menos uno) y autor de cuatro goles, el pajarillo -como lo conocen en el vestuario- disfrutó de un año fantástico, sin saber que todo podría torcerse inesperadamente.

Virtuoso, futbolista de sensaciones, López Silva vivió el curso pasado un año especialmente gris, incluso por debajo del tono mediocre de todo el equipo. Tan alto había dejado el listón que su bajada de rendimiento fue de las que más llamó la atención. Jugó menos partidos (35), pero sólo 27 como titular y apenas 19 completos. Eso se tradujo en 700 minutos menos que el año anterior, aunque volvió a repetir su cifra de cuatro goles. Las enquistadas negociaciones para una renovación que no acababa de llegar condicionaron su juego hasta hacer olvidar al futbolista eléctrico y desequilibrante que deslumbró en su primer curso como blanquiverde.

Cuando todos lo veían fuera de El Arcángel y con la temporada a punto de terminar, el onubense renovó por dos temporadas su vínculo con el CCF, con lo que se convertía en un hombre importante para el nuevo proyecto... siempre que recuperara el nivel de antaño.

A las dudas acerca de si volvería a ser el López Silva de la11-12 se sumó el incidente de la madrugada del 18 de julio, cuando fue cazado en un control de alcoholemia con una tasa tan elevada que le costó ocho meses de retirada de carnet y una multa de 720 euros. Fue un punto de inflexión, el pozo desde el que salió para volver a ser titular con Pablo Villa y brillar en los dos primeros partidos de liga. Su asistencia a Strahman ante la Ponfe y el gol en Riazor hablan por sí solos. "Esto acaba de empezar. Trabajamos para conseguir los tres puntos, pero si pensamos en ascender ya nos estaríamos equivocando", dijo tras su redención particular.