rafael castelló pérez. arquitecto

"Hay que tomar medidas valientes para que el casco histórico no desaparezca"

  • Rechaza la revisión del PGOU, aunque sí haría modificaciones puntuales Las obras de la Torre del Agua, que pretende ser un "referente de la ciudad moderna", arrancarán este año

Con un arquitecto en casa, su padre, confiesa que no tenía más salida que acabar en el mundo de la arquitectura, donde acumula una trayectoria de éxito con más de 20 años de experiencia. Rafael Castelló no duda en opinar sobre la situación urbanística de la ciudad y los retos pendientes. Reparte su actividad, sobre todo, entre Córdoba y la Costa del Sol, donde las grúas han empezado a recuperar el espacio que perdieron. En la capital cordobesa están a punto de iniciarse las obras de uno de los edificios que aspiran a convertirse en un hito en la ciudad, la Torre del Agua, un edificio de viviendas de lujo que se levantará junto a la glorieta Amadora. Además está especialmente contento por trabajar en el diseño del futuro Mercado Gastronómico de Palma de Mallorca, ciudad de la que procede su padre.

-Con el referente de su padre, ¿era imposible que usted no fuera arquitecto?

-Sólo podía ser arquitecto. Pronto quise seguir los pasos de mi padre. Él vino desde fuera, era mallorquín, estudió en Madrid y la verdad es que hacía una arquitectura llamativa; no digo ni buena ni mala, sino un poco sorprendente para esta zona y esa época. Me gustaba mucho y me ilusioné.

-¿Y después le decepcionó?

-El que tuviera idealizada la carrera seguro que le decepcionó, como me pasó a mí. Es una profesión que tiene momentos muy bonitos pero también otros que no lo son tanto. Lo mejor es cuando consigues terminar una obra que te gusta y que tenga aceptación.

-¿Es el mejor momento?

-Para mí sí, aunque hay una corriente en la arquitectura que afirma que no es necesario que las obras tengan aceptación, sino que basta con que le guste sólo a quien las hace. Yo soy de los que opinan que la arquitectura no es pintura ni escultura, a pesar de que tenga una vertiente artística. La arquitectura debe tener un objetivo y es que sea agradable para los ciudadanos, porque al final lo que hacemos es para todos.

-De esa corriente puede venir entonces la arquitectura del espectáculo, el afán de algunos por dejar huella a través de sus obras.

-Tiene relación. La arquitectura fantasía se ha puesto de moda y tiene reclamo, crea sinergias positivas y llega a cambiar, incluso, el devenir de las ciudades, como le ha pasado a Bilbao. Pero es un tipo de arquitectura que poco tiene que ver con la funcionalidad y yo soy de los que piensan que el producto final debe ser vivible y funcional cien por cien; no puede haber fallos en ese sentido.

-Córdoba parece que se ha mantenido al margen de esa corriente.

-Aquí hubo un intento, el Palacio del Sur. A mí me produjo pena que no se hiciera, porque yo veía bien tanto el edificio como la ubicación, pero es cierto que no se ha vuelto a plantear algo parecido. Creo que el urbanismo de Córdoba y cómo ha ido creciendo la ciudad en los últimos tiempos desde que en los años 50 se redactó el primer PGOU, han sido un ejemplo porque se ha producido un crecimiento armónico, homogéneo y muy apto para la vida de las personas.

-¿Y qué le parece que ahora se plantee una revisión del PGOU?

-Poner encima de la mesa la revisión de un plan general es un tema muy serio y creo que no se puede hacer por cuestiones puntuales políticas, tiene que haber motivos suficientes. Normalmente el motivo general por el que se revisa un plan es porque ya se ha cumplido y aquí eso no ha pasado. El plan es bueno pero, por ejemplo, de las 40.000 viviendas previstas apenas se han hecho 15.000. Hay margen para que siga existiendo ese plan. Otra cosa es realizar modificaciones puntuales sobre una normativa concreta, cambiar algo que no funcione. En eso sí estamos de acuerdo, pero con mucho cuidado y mucho mimo para que no se pierda el modelo.

-¿Qué habría que cambiar?

-Un asunto que sí hay que revisar es la urbanización de polígonos industriales, porque cuesta mucho ya que hay un criterio de utilizar materiales muy costosos. El PGOU tiene muchas cargas urbanísticas y habría que suavizarlo para que se pudieran generar polígonos industriales, porque creo que Córdoba los necesita. Digo rotundamente no a la revisión del plan y mucho menos a la posibilidad de desclasificar suelo.

-¿Y qué propone en el casco histórico?

-Hay que propiciar ordenanzas que permitan que la gente se ilusione por vivir allí. Hace años asentarse en el casco histórico tenía sentido porque es el sitio donde medioambientalmente mejor se está: hay calles estrellas, está encalado, el suelo es de piedra y sin asfalto, los huecos son pequeños... Hasta que no hubo sistemas de energía era el sitio perfecto. Pero, cuando cambia la vida -ya hay aire acondicionado y con una eficiencia que no supone un coste importante-, cuando cambia el sistema de movilidad y utilizamos el coche para acceder a colegios o supermercados, vivir en el casco es muy incómodo. Competir ahora desde el casco con una vida confortable en la ciudad moderna es muy difícil. Le pongo un ejemplo: en el casco histórico no se pueden hacer piscinas, ni en los patios ni en las azoteas. En la cubierta no te dejan porque alterna la vista aérea. A mí eso me parece un fundamentalismo. La ciudad no se puede proyectar para uno que va en un avión un día. Creo que lo que hay que cuestionarse es: ¿facilitaría esto que algunas personas, en lugar de irse a un chalé, se vayan a una casa en el casco? Hay que ser valiente y tomar medidas para que el casco histórico no desaparezca, aunque esas medidas tengan un coste, pero es que siempre te dejas algo en el camino. Lo que hay que pensar es si merece la pena, pero no podemos seguir abandonando el casco porque las nuevas formas de vida van a hacer que desaparezca.

-¿Cree que eso podría pasar?

-Si seguimos así, sí. Mire, el casco histórico de Cáceres es un museo, no tiene vida y tiene aceptación, pero es que es minúsculo. El casco de Córdoba es enorme y, como no tenga vida y sólo sea para uso terciario, muere, y es una extensión enorme que dejaría un vacío humano inasumible. Tenemos que evitarlo. No digo que se hagan edificios fuera de contexto, y por supuesto que avalo la protección, pero hay cuestiones menores que se deben tocar.

-¿Pero cómo se consigue el equilibrio entre mantener la esencia del casco y hacerlo atractivo para vivir?

-Está claro que el lenguaje visual, la imagen, no debe cambiar. Lo que yo planteo no influye en la esencia, el aspecto de los edificios sigue igual, pero debemos dar pasos para incorporar cuestiones que no afectan a la protección pero pueden hacer más habitable esta zona. También son necesarios aparcamientos, porque hay un gran déficit.

-¿Qué propuesta tiene para el solar de Miraflores?

-Si ya no se va a construir el Palacio del Sur -que, como he dicho, me da mucha pena que no se haga- y no hay un uso público o un equipamiento demandado por la ciudadanía, yo lo plantearía para la iniciativa privada, porque esos son los proyectos que al final salen adelante. Todo mediante un proceso basado en la transparencia, claro, pero sería positivo propiciar proyectos como un hotel, centros comerciales, algo que dinamice completamente esta zona de la ciudad.

-¿El hecho de que haya sido defensor del Palacio del Sur implica que no le gusta el centro de convenciones del Parque Joyero?

-El centro de convenciones me parece un espacio perfecto para la celebración de ferias, pero no creo que sea lo más adecuado para los congresos porque está lejos de la ciudad y las conexiones no son precisamente buenas.

-¿Dónde celebramos los congresos entonces?

-Lo curioso es que contamos con un edificio único, que no tiene competencia, que es el Palacio de Congresos de la calle Torrijos, en plena Judería y junto a la Mezquita. Ahora porque las obras están paradas, pero si se incrementa el número de plazas en ese edificio, por ejemplo, con la Filmoteca, ya tendríamos el sitio perfecto.

-¿Cómo fueron sus inicios en la arquitectura?

-Bastante duros, con muy poquitos proyectos y con mucha ayuda familiar, empleando medios que no tenía. He tenido la suerte de que mi padre era arquitecto, aunque el estudio lo tenía prácticamente cerrado, pero me ha ayudado mucho. Empecé en enero del 93 y la situación entonces era un auténtico cataclismo, quizá no pegó tan fuerte en el sector inmobiliario como la de ahora, pero la economía española estaba por los suelos. Yo hacía cada año un proyecto de una vivienda, así que imagine. Es cierto que a partir del año 97 empezó a mejorar la situación.

-Y entonces vino el boom.

-Así es. Nosotros además fuimos de los que construyeron mucho en la Costa del Sol y en esa zona es que todo se quedó parado, no había ni una grúa.

-Sin embargo mantienen una oficina en Estepona. ¿Es rentable ahora la Costa del Sol?

-En estos momentos sí, porque se ha empezado a construir. Nosotros tenemos varios proyectos y, además, la perspectiva de algunos más y de que la situación vaya a mejor, aunque el grueso de los proyectos está en Córdoba. A mí me gusta especialmente este tipo de arquitectura en la costa porque es mucho más agradecida y son proyectos más bonitos. Normalmente se trata de segundas viviendas y la arquitectura es más agradable.

-¿Se puede hablar entonces de recuperación?

-Creo que estamos a mitad de camino, en un punto intermedio entre el boom y el suelo al que se llegó en lo peor de la crisis. Es cierto que nunca vamos a llegar de nuevo a los niveles de antes de la crisis, pero la situación aún no se ha estabilizado.

-¿Qué proyectos tiene ahora en marcha?

-Tenemos varios residenciales, como el de los Llanos del Pretorio o la Torre del Agua. También varios hoteles y supermercados y uno que a mí me hace especialmente ilusión, el Mercado Gastronómico del puerto de Palma del Mallorca, el Mercat del Port.

-La Torre del Agua es uno de los más llamativos. Al fin parece que el proyecto sale adelante.

-Es un proyecto muy importante, queremos que sea el símbolo de la ciudad moderna y creemos que cumple con todos los requisitos para serlo. Estamos a punto de que se nos conceda la licencia, la reserva ha ido muy bien, por lo que seguramente antes de final de año se puedan iniciar las obras.

-Después de dos generaciones de arquitectos, ¿tiene garantizado el relevo?

-Pues mi hija Lucía empieza precisamente este año la carrera, la estudiará en Madrid. Ella también lo tenía claro y a mí me hace muy feliz. Espero que le vaya muy bien.

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