Córdoba

Reconoce que la obra donde murió un trabajador carecía de licencia

  • Un empresario agrario y un trabajador de la construcción se enfrentan a seis años de cárcel por el fallecimiento de un peón en un accidente laboral en Pozoblanco

Un empresario agrario de Pozoblanco -D. M. H.- que se enfrenta a tres años de cárcel por la muerte de un trabajador en la construcción de un pozo reconoció ayer durante el juicio que la obra donde se produjo el suceso carecía tanto de licencia como de proyecto técnico a pesar del peligro de la intervención. La tragedia aconteció sobre las 14:00 del 13 de mayo de 2005 en una finca del paraje conocido como los Chivatiles.

El imputado narró a preguntas del fiscal que en días anteriores a los hechos se puso en contacto con el otro acusado -F. R. P., encargado de la obra- "para ver si podía hacer el anillado del pozo, porque el agujero ya estaba". Ambos procesados cerraron un "contrato verbal" y los trabajos empezaron inmediatamente. "No hablamos de más cosas, porque él tenía experiencia suficiente. Yo le advertí que aquello parecía inseguro y que pusiera unos puntales, pero no se hizo y al final pasó lo que pasó", contó D. M. H.

El fallecido trabajaba como peón a las órdenes del oficial. "Estuve en el pozo un momento antes del derrumbe. Ellos decían que la tierra arcillosa no solía moverse y yo les dije que no me gustaba cómo lo estaban haciendo. El propio fallecido me respondió que no pasaba nada, que no tuviera miedo. Yo confié en ellos, porque era la opinión de dos personas contra la de una", aseguró el procesado. Los operarios -según reconoció D. M. H.- eran trabajadores del campo, aunque a veces se empleaban en la albañilería. El fallecido, de hecho, ya había participado en la construcción de otro pozo, dijo el imputado.

El empresario pozoalbense se enfrenta a tres años de prisión por sendos presuntos delitos contra los derechos de los trabajadores y homicidio cometido por imprudencia grave, la misma acusación que recae sobre F. R. P. "El fallecido era un buen amigo mío, pero nunca había trabajado para mí. Cada uno estaba por su cuenta", dijo. F. R. P., no obstante, reconoció que era él el encargado de ordenar "cómo se colocaban los ladrillos". La víctima trabajaba como peón: "Me acercaba el material, hacía mezcla, pero a veces también ponía ladrillos", narró. El procesado, en aquel momento, interpretó que no existía ningún peligro: "Yo fui el primero que se metió en el agujero. Si hubiera observado algo grave, habría dicho que no se hacía el pozo, pero parecía que todo iba bien", dijo. El albañil concluyó: "Es como el que sale al ruedo a torear".

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