Córdoba

La pena amarga del último adiós

  • Los compañeros del cabo Soria destacan su "competencia, trabajo y amor por la profesión" "No buscó su muerte, ni la halló por imprudencia ni negligencia", dijo el coronel Colomer

La base militar de la Brigada Guzmán el Bueno X de Cerro Muriano amaneció ayer teñida de negro. El silencio inundaba cada rincón como muestra de luto por la muerte del cabo Francisco Javier Soria, fallecido el pasado miércoles en el Líbano en acto de servicio en la misión internacional de Naciones Unidas Unifil. Y ayer era el día de su despedida, el día del último adiós. Sus familiares y sus compañeros del Regimiento de Infantería Mecanizada Córdoba 10 sacaron fuerzas en unos momentos de auténtica tristeza para despedir con honores al casco azul fallecido dando cumplimiento a su deber como militar, a su "Javi" como lo llamaban cordialmente.

Un cielo encapotado en una mañana gélida recibió al féretro del cabo fallecido pasadas las 11:00 a hombros de seis soldados, compañeros de su mismo regimiento. Su mujer, embarazada de nueve meses, contemplaba completamente rota el momento. Sus familiares, padres, hermana o suegros, tampoco pudieron evitar durante todo el acto reprimir el llanto y la pena ante la inesperada pérdida. Porque no hay consuelo cuando se sabe que es el momento del último adiós, de la temida despedida amarga.

El funeral con honores lo presidió el ministro de Defensa, Pedro Morenés, quien el pasado jueves recibió el cuerpo del militar fallecido en la base de Morón de la Frontera para acompañarlo hasta su llegada a la capital cordobesa. Ayer junto a él también se encontraba el jefe del Cuarto Militar del Rey, el contraalmirante Juan Ruiz Casas, que acudió al acto en representación de Felipe VI, que se encontraba en Etiopía en un viaje oficial; el Jefe del Estado Mayor de la Defensa, el almirante general Fernando García Sánchez, y el Jefe del Estado Mayor del Ejército, el general de Ejército Jaime Domínguez Buj, entre otras autoridades militares. Al acto también asistieron representantes políticos como el vicepresidente de la Junta de Andalucía y consejero de la Presidencia, Manuel Jiménez Barrios; la delegada del Gobierno en Andalucía, Carmen Crespo; el consejero de Justicia e Interior de la Junta de Andalucía, Emilio de Llera, y los alcaldes de Córdoba, y Obejo (Córdoba).

El féretro del cabo Soria fue depositado en el túmulo situado en el hangar de la base, mientras la banda de música interpretaba la primera de las dos marchas fúnebres que sonaron durante el solemne acto. El ministro de Defensa procedió a la imposición sobre el féretro de la Cruz del Mérito Militar con distintivo rojo. Ésta es la máxima distinción, al haber fallecido en acto de servicio y reunir las condiciones por su trayectoria en las Fuerzas Armadas y su servicio en el Líbano, donde se ha desplegado en dos ocasiones. Tras este momento, los presentes escucharon el himno de España y la Unidad de Honores disparó una salva de fusilería.

El encargado de dar ayer voz a todos los compañeros del casco azul fallecido fue el coronel jefe del Regimiento de Infantería Mecanizada 10 (RIMZ 10), Rafael Colomer. Intentando mantener la entereza, se dirigió a las autoridades presentes y a los familiares del cabo Soria para dar a conocer un perfil más humano del que todos llamaban "Javi", tal y como aseguró.

El cabo fallecido cogió el petate el pasado mes de noviembre, con la ilusión de cumplir su deber como militar en misión de paz en tierras libanesas. Ésta no era la primera vez que viajaba a este punto geográfico para desempeñar el mismo cometido. Ya lo hizo en la misión que tuvo lugar entre diciembre de 2010 y mayo de 2011. Tal y como ayer destacó el coronel, entre sus compañeros era conocido por "su competencia, su trabajo y su amor por la profesión", lo cual lo hizo ser admirado por todos.

El cabo Soria se ofreció de forma voluntaria a formar parte del contingente español para desarrollar la última misión prevista para la Brigada en Líbano. Sabía que era su trabajo, su deber, a pesar de que el nacimiento de su hija estaba muy próximo y que tendría que esperar para poder verle la cara. Según destacó Colomer, el militar fallecido aceptó conscientemente que la entrega de la vida era una posibilidad más dentro de su carrera profesional, pero también quiso dejar claro que fue totalmente una víctima del fatal incidente. "No buscó su muerte, ni la halló por imprudencia ni negligencia, sino que le llegó cumpliendo en su puesto", destacó con emoción.

El contingente español, formado por 580 efectivos, la mayoría de la Brigada cordobesa, continúa desarrollando su labor. Está previsto que la vuelta se produzca el próximo mes de mayo, tras seis meses de misión. El coronel Colomer destacó que el fatal incidente ocurrido el pasado miércoles debe servir de "estímulo" para los compañeros que continúan en el tenso escenario, y recordó que el fallecido "no dudó" en ofrecerse como voluntario para misiones de mayor riesgo. El cabo Soria perdió la vida a consecuencia de una lluvia de 30 granadas israelíes sobre la zona neutral, conocida como la Blue Line.

Los compañeros del militar fallecido le rindieron honores entonando el himno del RIMZ 10 y La muerte no es el final. Muchos de ellos no podían dejar de clavar su mirada sobre el ataúd del cabo Soria, con el que habían compartido muchos momentos desde su ingreso en el Ejército en el año 2004. Otros, sin embargo, miraban al cielo intentando contener la emoción y la rabia ante la pérdida del efectivo en misión de paz.

Seis soldados se encargaron de plegar la bandera de España puesta a modo de sudario sobre el féretro. Uno de los soldados le hizo entrega a la esposa del cabo Soria, Laura, de la enseña, junto con la condecoración impuesta por el ministro de Defensa y la prenda de cabeza del casco azul. La viuda no pudo reprimir su dolor. Nada ni nadie podía consolar su pena ante la pérdida de su pareja y futuro padre de la hija que está a punto de nacer.

Con un gesto de absoluto dolor, Lourdes se colocó tras el féretro de su marido, agarrada a los dos compañeros que han acompañado los restos mortales del cabo Soria desde el Líbano hasta España. Tras ella, el resto de familiares del soldado fallecido, que habían viajado desde Málaga para estar presentes en este acto, también lo acompañaron a modo de comitiva. El ataúd fue depositado en el coche fúnebre que lo esperaba para partir hacia la capital malagueña, ciudad natal del cabo Soria.

En Málaga, el funeral dio comienzo a las 17:00. Entre manos amigas para sujetar la pena, arropados por familiares y compañeros de trabajo, junto a rostros conocidos que los acompañaban en su dolor fue, quizás, más llevadero el último tramo de los tres días de pesadilla. La ceremonia religiosa, celebrada en el Cementerio San Gabriel, estuvo muy concurrida pero se desarrolló de manera sencilla y cercana. De nuevo, tal y como ocurriese en el acto oficial de la mañana, seis militares portaron el féretro hasta el interior de la iglesia y lo custodiaron durante la misa. El vicario episcopal, en nombre del obispo de Málaga, Jesús Catalá, que estaba fuera de la ciudad, ofició el funeral. En él quiso agradecer las "acciones de vida" de Francisco Javier, las tareas para la paz y el bien común, su actitud de entrega y servicio con los más desfavorecidos.

Tan sólo un lamento quebrado de su viuda rompió durante un segundo el silencio en una sala abarrotada. Tras la misa, el alcalde de Málaga quiso recordar a los periodistas la conversación con el coronel del regimiento que había tenido por la mañana en Cerro Muriano. "Me habló maravillas, de sus cualidades, de su sentido del compañerismo, de la lealtad, lo generoso que era, lo que le querían sus compañeros, por eso como alcalde de Málaga me siento orgulloso de un malagueño que allá donde ha ido ha dejado tan alto el pabellón de Málaga, que ha dejado tan buena imagen en la brigada donde ha servido", explicó De la Torre. También destacó la misión de los cascos azules y subrayó la importancia de este servicio "tan positivo", que intenta que "los conflictos no vayan a más y la paz sea una realidad en todo el mundo". También valoró el ejemplo de entereza que ha dado la familia de Francisco Javier Soria Toledo que mantuvo en todo momento la serenidad. Cuando el dolor pesa demasiado, se arrastra bien dentro.

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