Córdoba

Una falsa amenaza perturba Córdoba

  • Un coche mal aparcado por una pareja qatarí en el entorno de la Mezquita fuerza un dispositivo policial durante más de una hora en el entorno del monumento

"La Messquita, mon Dieu", exclamaba Sara, una turista francesa en la cola para entrar al Alcázar de los Reyes Cristianos mientras observaba atónita el impresionantes dispositivo policial desplegado en la calle Amador de los Ríos ante lo que podría ser una amenaza preocupante por un vehículo mal estacionado en esa vía, justo al lado del Palacio Episcopal. Sea como fuere, durante más de una hora el normal paso de visitantes y cordobeses por el entorno de la Mezquita-Catedral de Córdoba se vio alterado, y de qué manera, por esta circunstancia. Los agentes, a modo de prevención, decidieron restringir el paso y acordonar tanto la calle Torrijos como la vía Amador de los Ríos, lo que a su vez derivó en el desalojo del Patio de los Naranjas. Todo apuntaba desde un primer momento a una falsa alarma, pero hasta que ésta se ratificó, el revuelo tanto en esta zona del casco histórico como en las redes sociales fue en aumento.

La imposibilidad de andar con normalidad por el entorno del monumento, la presencia policial y la llegada de un vehículo al que casi todos los curiosos agrupados en la zona señalaron como el de los especialistas en explosivos de la Policía Nacional no hizo más que alimentar las sospechas de que algo raro estaba sucediendo, sobre todo una vez que el propio Cabildo Catedralicio confirmó que se había optado por el desalojo del monumento por sugerencia de los responsables de la Policía. De la tensión y la rapidez con la que estaban actuando los agentes desde aproximadamente las 15:45 se pasó casi de inmediato a cierta relajación, lo que hacía presagiar que se trataba de una falsa alarma.

Y así fue. Con el paso de los minutos se pudo ir confirmando lo ocurrido, tan simple como que una joven pareja qatarí que había alquilado un vehículo lo aparcó de manera indebida en una zona restringida en la calle Amador de los Ríos, se subió a un taxi y se alejó de la zona. El aviso de lo ocurrido fue lo que provocó el despliegue de los agentes de la Policía Nacional, que no sólo se ciñó a acordonar la zona y a comprobar que el vehículo sospechoso estaba limpio. Y es que esta actuación, que llega tras los duros atentados yihadistas en París, también tuvo efectos colaterales.

Porque no sólo se despejó la zona de acceso a la Mezquita-Catedral, el patio de los Naranjos y el interior del monumento, sino que también se desalojó a todo el personal que en ese momento se encontraba en la Biblioteca Provincial y cuyo acceso está justo en frente donde se encontraba el coche sospechoso. De hecho, tanto los usuarios de este centro como los trabajadores tuvieron que salir rápidamente del lugar, sin ni tan siquiera poder coger sus enseres. Mucha más incertidumbre vivieron los trabajadores que están empleados en la obra de recuperación del Palacio de Congresos. Algunos de ellos salieron a comer fuera, con lo que su preocupación era más evidente, sobre todo pensando en la veintena de albañiles que se había quedado en el interior de la obra y a los que los agentes no podían permitir salir. Con el paso de los minutos se fue conformando la teoría de la pareja qatarí despistada, una historia que se confirmó poco después, cuando los dos ocupantes del vehículo fueron localizados y aparecieron en la calle Amador de los Ríos junto a varios agentes.

Desde la lejanía también se adivinaba la presencia del subdelegado del Gobierno, Juan José Primo Jurado, que se acercó para conocer de primera mano lo sucedido. Casi de inmediato, empezaron a desaparecer las cintas que impedían el paso de personas y la atención se centró entonces en los dos turistas, que miraban un tanto estupefactos el revuelo mediático que habían originado, aunque con una tranquilidad un tanto inusual.

Para entonces, ya había transcurrido casi una hora desde el aviso del coche sospechoso y los turistas podían entrar desde mucho antes de nuevo a la Mezquita-Catedral, una señal más de que todo era una falsa alarma. Mientras, los protagonistas inesperados de esta situación se subieron de nuevo en su vehículo de alquiler y se marcharon. Eso sí, multa en mano por el mal aparcamiento y con una historia que contar de su estancia en Córdoba.

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