María Jesús Montero · Consejera de Salud de la Junta de Andalucía

“El problema no es afrontar la gripe, sino dar respuesta a la alarma social”

  • La máxima responsable de la sanidad autonómica cree que el principal desafío ahora es gestionar el incremento de la frecuentación de los servicios sanitarios motivado por la inquietud ciudadana

–¿Por qué el Gobierno lo está contando todo sobre la gripe A y no se ha hecho lo mismo con la gripe estacional, que se lleva más vidas por delante?

–Esa actitud tiene su origen en la cautela, en la posición preventiva de la comunidad científica ante el temor de una mutación peligrosa del virus en los primeros momentos de la gestión de la nueva gripe. Se partía del precedente de la gripe aviar, ante la que se habían preparado dispositivos gigantescos pensados para una eventual intervención a gran escala. Pero, a día de hoy, ése no es el contexto. Se trata de tiempos distintos, y los mensajes deberían adecuarse a la nueva situación, que es la definida por una infección gripal extendida pero de muy baja letalidad.

–Pero toda esa movilización de recursos a la que estamos asistiendo puede causar inquietud, más que tranquilidad, en la población... Parece contradictorio afirmar que la nueva gripe es leve y a la vez presentar un dispositivo de medidas excepcionales.

–Ese razonamiento es totalmente lógico. Se han lanzado determinados mensajes pensando en una situación de alto riesgo. Creo honestamente que, en este caso, esa prudencia ha sido responsable, sin negar ese efecto de incertidumbre: mejor estar preparados que no estarlo, aunque la situación de riesgo real no tenga nada que ver con la que en un principio pudo ser estimada.

–Pandemia es una fea palabra, ¿no? Eso contribuye al miedo...

–Hablar de pandemia, desde el punto de vista cultural, nos remite a una situación grave, apocalíptica, y así se ha instalado en el imaginario colectivo. Sin embargo, para la comunidad científica tiene un significado muy diferente, hace referencia a la extensión geográfica de un determinado fenómeno, pero no a su gravedad. Es inevitable que ese término se vea impregnado culturalmente de cierto tinte catastrofista.

–¿Por qué no se vacuna a toda la población? ¿Es un asunto de limitación presupuestaria?

–Nuestra disponibilidad de vacunas, cuando estén, va a ser muy superior a la población de riesgo; acotar la vacunación tiene motivos técnicos, no económicos: la población a vacunar debe estar en relación con el riesgo real; no podemos olvidar que, como cualquier medicamento, las vacunas, la de la gripe A y la estacional, no son inocuas, tienen sus efectos secundarios. Y estamos hablando de una infección que cursa en el 95% de los casos con sintomatología leve, con un bajo riesgo de complicaciones: casi el 100% de los pocos fallecimientos relacionados con la gripe A están relacionados con graves patologías de base, previas a la infección.

–¿Por qué se está hablando de vacunas a día de hoy si todavía no hay ninguna de ellas aprobada por la Agencia Europea del Medicamento? ¿Por qué esos vaivenes en la exclusión-inclusión de grupos de riesgo?

–Eso tiene que ver con la estrategia adoptada de dar la información conforme se recibía. Esa información era básicamente la que iba facilitando la OMS con el desarrollo de la pandemia y los criterios de grupo de riesgo que iba definiendo. Y, también, información procedente de la industria farmacéutica, los resultados preliminares de sus pruebas con las vacunas en estudio. Pero, efectivamente, es la Agencia delMedicamento la que debe decidir si una vacuna es segura o no, en función de los filtros de calidad que aplique a la documentación que deben aportar los laboratorios fabricantes para la autorización de cada vacuna. A día de hoy, no hay ninguna vacuna aprobada. Es posible, incluso, que estén disponibles cuando ya haya pasado la onda epidémica y pasemos esta gripe sin vacuna. Fíjese en que, actualmente, el 80% de los virus de gripe circulantes son del tipo A;están desplazando a los del tipo B, que ahora son el 20% de los circulantes. Esa competencia viral por el nicho ecológico hará, probablemente, que la gripe estacional sea más leve. En el tema de la vacuna, lo primero es la seguridad. La cautela es clave. Es preferible afrontar la situación sin vacuna que utilizar una vacuna sin garantías de seguridad suficientes.

–¿Está usted diciendo que la tensión institucional en torno a la gripe A tiene algo de artificial?

–No. Tanto el Gobierno central como las comunidades estamos actuando con responsabilidad y transparencia, utilizando la información procedente del canal adecuando en un contexto de pandemia global; ese canal es la OMS. Pero debo decir que el mensaje lanzado por la agencia sanitaria de la ONU quizá haya causado alarma. Al menos, en las sociedades desarrolladas, habituadas a la cultura del riesgo cero, algo que no existe en Medicina. Hay que entender que ese discurso institucional iba dirigido a todo el planeta, a todos los países, independientemente de su capacidad de respuesta a la pandemia, en previsión de una situación muy complicada que luego no se ha presentado. No había más remedio que actuar así, porque ese discurso respondía a lo que se sabía en ese momento. Pero, una vez explicado esto, debo decir que ese elemento ha condicionado el discurso de las autoridades locales. A día de hoy, con una situación de riesgo internacional diferente a la prevista en un principio, de una envergadura infinitamente menor, mantener ese discurso para nuestro país, para Andalucía, no es necesario.

–¿Eso significa que va a cambiar la gestión de la crisis de la gripe?

–La gestionaremos de la misma manera que hasta ahora en el sentido de que mantendremos el mismo nivel de tensión, de vigilancia, en la organización sanitaria. Pero hay que dar a cada actuación una dimensión real, no exagerada, apropiada a cada momento. Estamos aprendiendo muchas lecciones de la gripe A. Entre ellas, que la prudencia, la cautela, el discurso de la alerta, son necesarios;pero hay que saber trasladar los mensajes a la población para no magnificar sin razón los problemas. Es verdad que el silencio informativo crea inquietud; pero el exceso de mensajes, desacompasado, también.

–¿Va a reforzar las UCI de Pediatría de los hospitales, dada la preocupación que pueden tener las familias?

–No, porque no esperamos ingresos por encima de lo previsto. Llegarán  a la UCI todos los niños que lo necesiten, pero no habrá un incremento de pacientes pediátricos de UCI por la gripe A. Sí que vamos a reforzar, estamos reforzando, otros recursos del sistema sanitario público. Me explico; nuestro gran problema no va a ser atender a las personas con la nueva gripe, sino aclarar dudas, dar respuesta a las personas que van a llegar con inquietud, desazón, a los servicios de Urgencias, a los centros de salud. Junto al refuerzo efectivo de personal en esas consultas, van a jugar un papel clave las nuevas tecnologías, las herramientas de autoevaluación como la que tenemos en nuestra web, que no sustituyen al médico en ningún caso; pero aclaran dudas y eso ayuda a evitar la sobrecarga de la asistencia.

–Pero, ¿no tiene un plan especial de recursos humanos para la sanidad pública autonómica?

–Es que nosotros, al menos en dos ocasiones al año, desde hace mucho tiempo, ya elaboramos eso que usted llama ese plan especial. Ajustamos nuestros recursos en verano, por las vacaciones, y en cada temporada de gripe. Por eso, nuestras previsiones, los diferentes escenarios que manejamos para incrementar el personal ante la nueva gripe, están basados no en el absentismo que la gripe pueda causar entre los profesionales, sino en el incremento de la frecuentación de los centros sanitarios, que es muy distinto. No esperamos más bajas por esta gripe entre nuestro personal que en otras ocasiones; prepararnos para la gripe forma parte de nuestras rutinas profesionales. Lo que es nuevo es la inquietud ciudadana, y eso se traduce en un incremento de la demanda asistencial; no por gripe, sino por inquietud. Y habrá que atenderla.

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