Entrevistas

“No voy a parar hasta abolir la prostitución”

Carmen Calvo, presidenta del Consejo de Estado. Carmen Calvo, presidenta del Consejo de Estado.

Carmen Calvo, presidenta del Consejo de Estado. / Juan Carlos Vázquez

'NOSOTRAS', UN CANTO AL FEMINISMO. Carmen Calvo (Cabra, 1957) anda con mucho trajín: la semana pasada fue nombrada presidenta del Consejo de Estado y ahora está de gira con 'Nosotras. El feminismo en la democracia' (Planeta), un canto al activismo en primera persona. Catedrática de Derecho Constitucional, sobre la ley de amnistía sólo sostiene que jurídicamente está encarrilada; prefiere no pronunciarse sobre el contenido...

–¿Qué es el feminismo?

–Democracia e igualdad entre hombres y mujeres en el siglo XXI.

–¿Y una mujer?

–Es la historia que tenemos detrás y las injusticias que nos han caído a lo largo de esa historia para salir ahora a por la igualdad a campo abierto.

–¿En Nosotras caben todas o hay un Ellas?

–El feminismo es para todas aunque todas no sean feministas.

–Consejera andaluza, ministra, vicepresidenta del Gobierno, presidenta del Consejo de Estado... Ha destrozado el techo de cristal.

–Tengo vocación de servicio público casi desde que me recuerdo a mí misma y por eso no me he echado para atrás cuando me han llamado a asumir responsabilidades. He hecho lo que he podido, pero no me he asustado nunca.

–En un tiempo, cuando el evangelio queer se extienda por la Tierra, el Ministerio de Igualdad cambiará el título a su libro: Nosotres.

–No, el evangelio queer, contra el que estoy, es una reformulación de lo muy antiguo con visos de moderno. Ya se dará cuenta más gente.

–Con estas neonomenclaturas (TERF, personas no binarias, género fluido), ¿al feminismo no hay quien lo entienda?

–Lo entienden, es democracia, derechos, desmontar injusticias... En la nomenclatura posmoderna hay mucho neoconservadurismo disfrazado. No enaltezco la diversidad porque existe, sino la igualdad de oportunidades. Es mucho más moderno.

–Su rival Esteban González Pons escribe novelas de alto contenido erótico. ¿No le estará intentando hacer la competencia?

–Competimos en campos muy distintos.

–Emilia Pardo Bazán, Clara Campoamor, Concepción Arenal, Simone de Beauvoir... Remite a referentes del feminismo. ¿No se ha olvidado de Díaz Ayuso?

–No, sólo se le ha ocurrido reivindicar un Día para el Hombre. Quizás no se ha enterado de que la historia ha sido toda entera con todos sus días para los hombres; se le ha escapado este detalle.

–División de nuevo en las marchas del 8-M. ¿Otro triunfo del machismo?

–No, es la única celebración laica y política que está en cualquier rincón del mundo, ésa es su potencia, no hay nada que se le compare. Que el feminismo del que provengo sea abolicionista y haya una deriva que defiende el regulacionismo es muy antiguo; lo esencial es que hay miles de mujeres y hombres en las calles, con dos manifestaciones o con 15.

–"No hay mujer adulta que no haya vivido situaciones de abuso por razón de su sexo". ¿Vive aún experiencias de este tipo?

–Miles de veces, los micromachismos, esas cosas sutiles en las que te están diciendo que eres mujer. Si un hombre tiene una gran trayectoria política se lo considera con mucho peso cuando habla; eso es muy difícil para una mujer.

–"Las jóvenes aguantan la penetración sin rechistar". Hablemos de sexo. ¿Eran más libres y desinhibidas sexualmente en los 70? A ver si con Franco se vivía mejor... en la cama.

–Con Franco teníamos un entusiasmo por cambiarlo todo que nos reportó grandes avances. Hoy hay un problemón: la pornografía como fórmula de aprendizaje nefasto. A eso se añade que este país le tiene grima a ser honesto con que necesitamos educación sexual. Soy una rata de informes, los leo todos: lo que se hace en los prostíbulos o las prácticas frecuentes entre los jóvenes no son alentadoras.

–Según el CIS, el 44% de los varones se sienten discriminados por las políticas igualitarias. ¿Miedo a perder los privilegios o el feminismo se ha pasado de frenada?

–Miedo a perder los privilegios de los varones, prácticamente de ultraderecha, a los que no les interesa la democracia ni la igualdad. Curiosamente quieren compatibilizar todo lo bueno de lo antiguo y todo lo bueno de lo nuevo: quiero una señora que se parezca a mi abuela pero con un salario como el mío, que me viene muy bien. Ahí tienen un problema.

"El evangelio 'queer', contra el que yo estoy, es una reformulación de lo muy antiguo con visos de moderno"

–Militar con barba hipermusculado se declara lesbiana a ratos para puntuar en las pruebas físicas del Ejército según estándares femeninos. Esto era lo que las feministas clásicas querían evitar, ¿no?

–No hay feministas clásicas, igual que no hay democracia clásica, ni socialismo clásico, ni derecha clásica.

–Obvie el adjetivo.

–Fui muy coherente cuando hice lo que hice porque he visto este debate en otras sociedades, los problemas que ha dado, las reversiones, y advertí de que pasaría igual. Y está pasando. Tuvo que haber un tiempo de reflexión y llamar a muchos expertos a la Cámara, ver las leyes del Derecho Comparado... Le vi mucho flancos abiertos a la ley y no contó con mi voto favorable.

–¿Es menos machista Rajoy o Pablo Iglesias?

–De machismo deben andar los dos igual y casi todos, porque para que un hombre abandone el machismo tiene que hacer un esfuerzo de conciencia importante. Muchos hombres pretenden ser muy demócratas y muy modernos pero se van a un prostíbulo, pues te lo tienes que mirar.

–Ya que menciona los lupanares: tener un escolta y asesor que fue portero de puticlub, retrata a un político, ¿no?

–Hay que abolir la prostitución porque es la compra y venta de la vida, del cuerpo de las mujeres. El Parlamento Europeo hace ya dijo que los vientres de alquiler y la prostitución son violencia, y que las democracias europeas tienen que legislar, pues en eso estamos las feministas.

–¿La abolición es quimérica a corto plazo o usted cree que lo va a vivir?

–Sí, sí, y no voy a parar. ¿Sabe desde cuándo hay una proposición de ley dando vueltas por el Congreso, evidentemente decaída? La primera que promovió una iniciativa abolicionista fue Clara Campoamor. ¿Conoce algún asunto que lleve tanto tiempo pendiente? Seguramente no hay otro.

–¿Sánchez abraza el feminismo por convicción o por estrategia?

–Pedro Sánchez ha hecho una parte importante del camino, igual que otros compañeros, no todos, y lo han tenido que hacer por convicción y porque el PSOE se denominó a sí mismo en los dos últimos congresos como feminista. Creo que él ha hecho un camino sincero con muchos, pero no todos.

–¿Cuántos cafés caen a la semana con Irene Montero?

–El feminismo de Podemos no tiene nada que ver con el del PSOE. Nosotras peleamos por la igualdad que viene de las viejas ideas de la Ilustración, por la igualdad para todos, que es lo que les da libertad a todos; no hay libertad sin igualdad. Eso no se lo salta un torero todavía en política. Hay otras posiciones políticas que con mucha terminología posmoderna abrazan cosas que son absolutamente neoconservadoras.

–Señora doctora en Derecho Constitucional, usted ha relatado tela en contra de la amnistía...

–Desde el punto de vista jurídico y procedimental la ley está encarrilada, otra cosa distinta es el contenido, estar de acuerdo o no, sobre eso no me pronuncio. El derecho de gracia existe en la Constitución española, igual que en todas las democracias parecidas, y si es así, es porque le hace falta a la democracia.

–Una leyenda le atribuye una colección de zapatos que ni Imelda Marcos...

–Ufff, eso es verdad. Lo que más me gusta de este mundo es un libro y un zapato. Ahí invierto todo mi modesto capital. Me encantan. En mi casa aparecen pares en cualquier mueble.

–Le iba a decir si Sánchez tiene más corbatas moradas que usted calzado.

–No creo. Me gustan desde que era pequeña y regalo zapatos, eso no lo hace nadie. Lo peor es que no tiene arreglo. Yo pensé que con el tiempo me iría controlando, pero no; a mí me sueltan por una ciudad horas y aparezco con un par de zapatos. No tiene arreglo.

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