Arte

El "hasta aquí" de Paco Mármol: “Exponer cuesta dinero, y si esas son las reglas del juego, yo no juego más”

  • El artista gaditano, que este viernes inauguró en en el ECCO de Cádiz ‘Echar el resto (punto final)’, denuncia las precarias condiciones de los creadores y anuncia una retirada de la exhibición “que no del dibujo”

Paco Mármol en la sala del ECCO donde expone desde ayer su obra.

Paco Mármol en la sala del ECCO donde expone desde ayer su obra. / Jesús Marín

Hace muchos años, en ARCO Madrid, se llegaron a repartir unas octavillas (“todavía tengo por ahí guardada una”) que impactaron mucho a Paco Mármol. “Decían algo así como ‘una institución pública organiza una retrospectiva de un autor reconocido; ¿cobra el transportista? Sí, ¿cobra el diseñador? Sí, ¿cobra la imprenta? Sí, ¿cobra el comisario?, Sí, ¿cobra el artista? No’. Es decir, que la persona que realizaba el trabajo que alimentaba toda esa cadena de trabajos, no percibía nada”, refiere el artista gaditano que ahora dice “hasta aquí, me planto” tras ese Echar el resto (punto y final) que este viernes se ha inaugurado en el Espacio de Cultura Contemporánea (ECCO) de Cádiz.

“Ya no te digo cobrar, pero, ¿que te cueste dinero? Y eso es lo que ocurre, que exponer te cuesta dinero, y si esas son las reglas del juego, yo no juego más”, anuncia el creador en la puesta de largo de la que será su última exposición, si es que no se le ofrecen “unas condiciones dignas para exhibir los trabajos”.

Así, en esta cita, que ojalá no nos sepa a despedida, Paco Mármol además de mostrar las obras que no se han visto en su ciudad en los últimos años, dibuja con sus palabras una escena artística precaria y “traumatizante” para los profesionales. “En la mayoría de los casos, para exponer el artista se tiene que hacer cargo del transporte, de la publicidad, del montaje... Como digo, ya no es que te paguen, afortunadamente, en mi caso, tengo mi sueldo de técnico de Diputación, pero, además de que defiendo de que a todo artista hay que pagarle por su trabajo, es que ya me parece demencial que sea el artista el que tenga que pagar por hacer su trabajo. Eso no le ocurre a un músico, ni a una actriz... Eso sólo le ocurre al artista plástico”, denuncia.

De hecho, Mármol, jalonado por esa sensación de injusticia, ha tenido que “suspender” dos exposiciones que tenía previstas próximamente, una, con un Ayuntamiento de la provincia, y otra, con una sala de exposiciones de Granada. “La de Granada ya era el colmo, encima de que me tenía que hacer cargo de todos los gastos, también les tenía que dar una obra para su colección”, lamenta.

Condiciones que son “de lo más normal” en la industria del arte y que se han “asumido como si tal cosa”. “Esto funciona así, te hartas de mandar dosieres y en el 98% de las veces ni te contestan, ni un gracias por mandarme información; otras veces te contestan, te dicen que le gusta tu trabajo pero que ya no acogen a más artistas nuevos; y, por último, te dicen que sí que les interesa tu trabajo, que ahí tienes sus paredes pero que tú tienes que correr con todos los gastos. Y eso me parece totalmente injusto. Hay que decir basta de alguna manera”, se revuelve el artista que como técnico de la Fundación Provincial de Cultura intenta “tratar con dignidad a los artistas”, “contestar siempre, por supuesto” y hacer “todo lo que está en mi mano y a mi alcance” por el creador.

Con todo, Paco Mármol aclara que este “salirse del terreno de juego” nada tiene que ver con abandonar la creación. “Yo voy a seguir dibujando, pero lo que sí intentaré es buscar otros canales de exhibición, porque es muy traumatizante ir buscando salas. Voy a intentar volcarme en redes, en medios digitales, y hacer obra de tamaño más pequeña con idea de editar fotolibros, por ejemplo”. Eso sí, estaría “encantado” de seguir exponiendo “si viene alguien y me ofrece unas condiciones dignas o, al menos, un intento de negociación donde no te sientas tonto, que si la sala o el organismo público tiene pocos recursos, pues uno se encarga del coste de unas cosas y el otro de otra... A veces se trata sólo de eso, de no sentirte tonto”, confiesa.

Una imagen de la exposición de Paco Mármol. Una imagen de la exposición de Paco Mármol.

Una imagen de la exposición de Paco Mármol. / Jesús Marín

'Echar el resto (punto y final)', un contenedor para tres proyectos diferentes

Aunque su nombre original, Todo lo que no os he contado todavía, cambió por ese definitivo Echar el resto (punto y final), el contenido de la exposición que Paco Mármol inauguró este 3 de mayo en el Espacio de Cultura Contemporánea (ECCO) no ha variado lo más mínimo. Y es que, aunque puede que sea la última exposición en sala del artista gaditano (al menos hasta que no se den unas condiciones dignas para los artistas), el objetivo siempre fue el de mostrar los últimos proyectos que no se habían podido ver en estos años en su ciudad, Chatarra, Templum y Bálsamos.

Tres muestras que se sustentan en la vocación animalista y ecologista del creador pero con sus diferentes especificaciones. Chatarra, realizada entre 2018-2019 y que se exhibió en 2020, pone en cuestión “nuestro actual modelo de consumo, el de comprar, para tirar, para volver a comprar” y que se refleja en una serie de dibujos, en lápiz azul, de coches y objetos en estado chatarroso que se erigen como una reflexión tanto del paso del tiempo como de “cómo lo que hoy es chatarra ayer fue último modelo”.

Templum es un “homenaje personal al amor canino” donde Mármol, que se transformó con la llegada de Flipo a su vida, traza un silogismo a través del parecido entre las voces inglesas perro y dios (dog y god) para concluir que “si los perros son dioses, y estoy dibujando perros, pues el lugar donde se exponen estas obras es un templo”.

Por último, Bálsamos, un proyecto todavía en desarrollo, está profundamente marcado por la lectura de El poder de lo cuqui, del filósofo británico Simon May. “Ahí se plantea que el sistema, para que no seamos conscientes de la dureza de la vida, se encarga de rodearnos de cosas cuquis, blanditas, como una estrategia de consumo, que es lo que importa”, detalla el artista que materializa esta idea dibujando una serie de elementos aparentemente dulces (peluches, juguetes) pero que bajo esta perspectiva no dejan de tener un lado perverso.

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