Provincia

No me arrimo ni si quiera a mi primo

  • El hecho de que el alcalde saliente y el entrante sean familia ha añadido más morbo al ya polémico relevo en el Consistorio

"No hay nada más lindo que la familia unida, atada por los lazos del amor...", cantaban los famosos Payasos de la tele -con Fofó al frente- a mediados de los 70, cuando todavía no se habían convocado las primeras elecciones municipales en España, que llegaron en 1979. Poco del espíritu de aquella inocente melodía se pudo ver ayer en el Pleno en el que debatió la moción de censura por la que el socialista Pablo Carrillo Herrero releva en la Alcaldía de Pozoblanco a su primo Baldomero García Carrillo (PP).

Así, en la sala había cierto morbo por ver la actitud de ambos, sobre todo tras diez días de declaraciones en los que ha quedado claro que ya no son -si alguna vez lo fueron- primos del alma. De hecho, Baldomero entró en el saló de plenos con semblante muy serio poco antes del mediodía, tras un baño de multitudes a las puertas de la Casa Consistorial. Pero nada de nada, pasó de largo e incluso giró la cabeza al acercarse al pasar junto al escaño de su primo. No hubo miradas ni la complicidad que ambos mostraron, por ejemplo, en el Pleno de investidura de hace poco más de un mes y medio.

No obstante, aún era posible un acercamiento entre los dos cuando Carrillo Herrero tomara el bastón del mando. Ni por esas. No hubo felicitaciones, ni apretón de manos, ni saludos tanto por García Carrillo como por los concejales de PP y PA, que no estaban como para abrazos a sus oponente políticos. No me arrimo ni a mi primo, debieron pensar los dos alcaldes, el saliente y el entrante, que prefirieron evitarse tras un Pleno tan tenso que ni el mismísimo Fofó catando a capela su "familia unida" hubiera logrado un gesto cómplice entre ambos.

Más allá de la familia, la sesión plenaria tuvo su miga, en parte por la permisividad del presidente de turno, en este caso Bernardo Ruiz (PP), que no se sabe muy bien si es que no tuvo capacidad para imponerse y evitar los insultos e improperios que recibieron Pablo Carrillo y Benito García o si su postura tenía alguna otra intención. Lo cierto es que, como estaba previsto y convocado, aunque no se sabe aún por quién, a las 11:30 comenzaron a llegar los primeros defensores de Baldomero García, quienes lanzaron vivas al entonces todavía alcalde y recriminaciones a socialistas y CDeI, como "no nos representan". El tono fue subiendo y del menosprecio se pasó al "sinvergüenza", "Pablo es un mandado" y "esto es un atraco", entre otras.

Sólo Benito García -por cierto, el más aplaudido tras su intervención y exultante en todo momento con la nueva situación- se atrevió a pedir a Ruiz que desalojara "a los que insultan", todo ello en medio de un salón en el que no cabía un alfiler, que despertó un gran interés mediático y que reunió además a alcaldes del PSOE y el PP de la comarca de Los Pedroches y a dirigentes socialistas provinciales como Miguel Serrano, Soledad Pérez o Antonio Sánchez Villaverde.

El ruido de las protestas llegó a ser ensordecedor durante algunos momentos, mientras que los responsables de la Policía Local buscaban con la mirada un gesto del presidente de la sesión para desalojar y evitar que la cosa fuera a más. La orden no llegó, pero tras la proclamación como alcalde de Pablo Carrillo el ambiente se fue calmando. Un día de furia innecesario.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios