No hay familia que se libre de los problemas que supone el reparto de una herencia. El asunto se recrudece si se trata de una fortuna practicamante incalculable, las pertenencias personales de una de las grandes leyendas del cine de todos los tiempos: Audrey Hepburn.

Dos décadas después de su pérdida, sus hijos -Sean Ferrer y Luca Dotti, cada uno fruto de sus dos matrimonios- han acudido a los tribunales para repartir los objetos personales de la actriz "de la forma más equitativa", ya que no llegan a ponerse de acuerdo. El problema radica en que Hepburn dejó muy claro en su testamento que todas sus pertenencias eran para sus hijos pero fue muy poco precisa en qué cosa era para cada uno. Sean, hijo de su primer matrimonio con Mel Ferrer, y Luca, de su segunda unión con el médico italiano Andrea Dotti, deberán repartirse varios juegos de sombreros, bufandas, posters, joyas, trajes, fotografías y guiones de la intérprete, una de las actrices más aclamadas del séptimo arte de todos los tiempos. El valor de todas estas pertenencias, que desde su repentino adiós en 1993, a los 63 años, siguen guardadas en unos grandes almacenes de Los Ángeles, es incalculable.

Audrey Kathleen Ruston, Audrey Hepburn, fue un icono de Hollywood, aparte de por sus encomiables interpretaciones, por imponer desde la meca del cine un look casual en detrimento del glamour con que se recubrían las estrellas de la época. Fue, por tanto, la primera actriz 'anti-diva'. Su cutis aterciopelado, su sencillez a la hora de vestir, su delgadez e incluso sus sofisticados complementos la convirtieron en la precursora de una moda que dura hasta nuestros días. Ser tal cual se convirtió en su máxima, tanto en la vida como en su carrera profesional, y es el motivo que la encumbró a icono de la moda. Sin artificios, sencillamente Audrey, Audrey Hepburn.