Cultura

"No escribo para hacer reír, sino para señalar dónde aprieta el zapato"

  • El autor publica 'Pecados griegos', un tributo lúdico aunque pesimista a la cultura helénica en el que reflexiona sobre las pasiones y la naturaleza absurda del poder

"Estas cosas no ocurrieron jamás, pero son siempre". Son los mitos y los dioses de la Antigüedad, según Salustio; un material siempre estimulante para Javier Tomeo, que en Pecados griegos (Bruguera) juega con algunas de esas fábulas que los hombres inventaron "para tratar de asimilar la complejidad del mundo". Aragonés pero afincado en Barcelona, narrador singularísimo y prolífico, Tomeo retuerce en esta ocasión la historia de Fedra, interpretada inicialmente con su habitual sustrato surrealista y lúdico, y a la postre asediada por las tinieblas. ¿Cuáles son los acontecimientos irremediables?, parece preguntar el autor, que hilvana los diálogos de su novela, próxima a la dramaturgia, con el escepticismo de quien parece ya convencido de que sólo la fatalidad iguala a los hombres.

-¿Le salen a usted, como a Godofredo [el adivino enano protagonista del libro], las historias "a bote pronto, casi por casualidad, sin meditarlas excesivamente"?

-Más o menos. Escribo de forma intuitiva y a base de automatismos psíquicos, que es una de las características de todos los surrealistas. Mis personajes, en cierto modo, son independientes, y yo me limito a cederles mi espacio en blanco. No se trata de épater la bourgeoisie; es que es así. Me encuentro con respuestas inesperadas cuando la historia fluye. Claro, yo luego releo y corrijo, impongo mi censura.

-¿A qué se refiere con automatismos psíquicos, concretamente?

-El autor se psicoanaliza cuando escribe. Me imagino que a mí me sale el humor negro de Buñuel, el gusto por lo horrible, por lo feo. Son como cortocircuitos que se producen cuando uno deja que le salgan cosas que no ha pensado mucho y que más bien vienen de las vísceras. Y lo cierto es que el humor nace de lo inesperado.

-Me imagino que comparte con Godofredo su irritación con el mundo y su tristeza...

-En algunos aspectos sí. Coincido con él en que soy republicano, en que me doy cuenta de la situación injusta que se está viviendo, en que no estoy de acuerdo con el reparto de beneficios, unos mucho y otros nada...

-Usted se va en la novela a Grecia, en un momento fundacional y de esplendor del pensamiento, y desde allí se pregunta qué será lo que aprenderán los hombres durante todos esos siglos que median entre un tiempo y otro...

-Guerras, robos, asesinatos...

-¿Ya está? ¿La Historia es sólo una lista de errores e infamias?

-Bueno... Se han formulado grandes leyes, grandes principios. Liberté, égalité, fraternité. Teoría. En la realidad, el que tiene el bastón más grande, o más dinero, sigue siendo el rey.

-¿Por qué le gustan los personajes anormales, incluso monstruosos?

-A los ricos, los bellos, los perfectos, mejor dejarlos tranquilos. Prefiero luchar por redimir a los imperfectos.

-En una entrevista le preguntaron si prefería, como lector, el humor o la reflexión...

-No escribo para dar soluciones, ni para hacer reír, sino para señalar dónde nos aprieta el zapato.

-Se lo decía más bien para saber si entiende esa pregunta. Es decir, si cree que esa pregunta se debe al recelo de nuestra literatura ante el humor.

-Yo digo que la sonrisa es el lenguaje que utilizan los seres inteligentes; no gritos, ni enfados: sonrisas.

-¿Qué le interesa de la literatura que se hace hoy aquí?

-Cada uno hace lo que puede, y yo eso lo respeto, pero no me interesa mucho. Antes hablaban de los protagonistas de la guerra, más tarde de sus hijos y ahora ya están con los nietos. Yo he vivido eso, tal vez más que otros, pero no me interesa. Yo tengo la pretensión de escribir sobre temas más generales. Más universales. La envidia, los celos, la soledad, la falta de comunicación...

-Habla sólo de una parte del paisaje. Hay también escritores, con gran cobertura mediática, que afirman estar renovando los temas y la sensibilidad de nuestra narrativa...

-También tengo la pretensión de escribir de temas que estén más allá de este tiempo.

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