Balonmano

Molina, de la base a la elite

  • El lateral izquierdo cordobés ha completado el ciclo que va desde la formación al profesionalismo tras debutar en la Asobal con el primer equipo del Barcelona

Pepe Lubián, Paco Bustos, Gabi García, Manolo Vílchez, David Enríquez… y ahora Carlos Molina. El lateral izquierdo salido de la cantera del Córdoba BM cumplió el pasado 7 de octubre el sueño de debutar en la ACB con el Barcelona, en el triunfo del equipo de Xavi Pascual sobre el Guadalajara por 36-22. Se cumplió así el cuento de hadas de cualquier chico que empieza a hacer deporte, la culminación de una carrera para la que sólo están llamados los mejores. Carlos, que un día fue protagonista en Campeones, ha dado el salto a la elite.

El cordobés saltó a la pista en los últimos minutos del partido y tuvo tiempo para marcar su primer gol en un día que quedará para siempre grabado en su memoria. "Jugar en el Palau siempre es bonito, y para un canterano del Barça es muy emocionante, porque ves los frutos después de varios años de trabajo", dice el jugador del Sector Sur, quien no duda en calificar el debut con el primer equipo como "un sueño cumplido". "Meter un gol con el equipo de toda tu vida, en el Palau, donde tantas Copas de Europa ganamos con el Dream Team, donde han jugado los mejores del mundo... Es emocionante", incide Carlos, consciente de que ese recuerdo es "la historia que con los años contarás a tus nietos".

"Creo que ha sido un regalo del entrenador por todo lo que he trabajado con ellos", asume Carlos en el momento "en el que más feliz me encuentro desde que juego al balonmano", pero "esto debe ser sólo el principio de una gran vida deportiva. Ahora no podemos dormirnos y debemos ir a más", señala Molina, para quien el debut en la Asobal es sólo un paso más en una carrera cada vez más ambiciosa.

Miembro del Cajasur juvenil que se proclamó campeón de España en 2007 e internacional en la categoría, Carlos Molina hizo las maletas un año después para marcharse al Barcelona, al club de su corazón, donde se le abría una puerta para continuar su gran progresión. Pese a los difíciles inicios, el jugador cordobés se asentó en la disciplina azulgrana, compaginando los entrenamientos con el filial y sesiones con el primer equipo. La pasada temporada fue redonda, con la convocatoria para el Europeo júnior de Finlandia y el ascenso del Barcelona B a la División de Honor Plata, unos éxitos que han tenido su continuidad este curso con el esperado debut con el primer equipo.

Esa progresión deportiva se ha visto acompañado de un fuerte desarrollo físico. Carlos viajó a Barcelona rozando los dos metros y dotado de un excelente lanzamiento desde los nueve metros, pero con unos frágiles 82 kilos que le restaban potencial ante defensas exigentes. Ahora, con un plan especial de trabajo con pesas, Molina ha desarrollado un sólido tren superior y alcanza unos fibrosos 92 kilos de músculo.

En su tercera temporada en Barcelona, Carlos ha comenzado a plantearse la dureza de la vida del deportista profesional y de su extenuante rutina diaria, que empieza con la diana a las 6.50 y que incluye tres sesiones de entrenamiento, una de pesas, otra con el primer equipo y la última por la tarde con el filial. "Estar fuera de casa me ha hecho crecer, madurar y ver cómo se mueve el mundo", reconoce Carlos, "porque en Córdoba lo tenía todo hecho con mis padres, pero aquí estoy solo ante el peligro. Tienes que estar muy concentrado a nivel psicológico para aguantar todos los días la gran carga física y mental a la que estás sometido".

Es el cambio del hobby al trabajo, el lado oculto de un sueño. Molina no esconde que "hace unos años jugaba al balonmano porque me gustaba, pero ahora veo la responsabilidad y la carga psicológica del deporte profesional". Tanto que en ocasiones, el jugador cordobés se plantea "si hago bien en seguir, de apostar por esta carrera", aunque a sus 19 años sabe que "ahora que somos jóvenes tenemos que comernos el mundo".

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