Vivir en Verano

Aquel verano de 2010

  • El gol de nuestras vidas, banderas de España y el inicio de un grave problema

Andrés Iniesta celebra el gol que dio a España la Copa del Mundo en Sudáfrica.

Andrés Iniesta celebra el gol que dio a España la Copa del Mundo en Sudáfrica. / efe

Ríanse del número de banderas españolas que brotaron el pasado otoño por todo el territorio patrio. Lo de aquel mes de julio fue lo nunca visto, y seguramente irrepetible. Un gol de Iniesta en la prórroga de la final dio a España su primer y de momento único Campeonato del Mundo de Fútbol, en Sudáfrica. El estadio de Johannesburgo vivió el salto de alegría de todo un país que hizo suyo para siempre el grito de José Antonio Camacho en el puesto de comentarista televisivo: "¡Iniesta de mi vida!" Para buena parte de los españoles, que tienen en el fútbol una religión indiscutible, esta fue la ocasión más alta que vieron los siglos, si hubiera que parafrasear a Cervantes, que perdió el brazo en aquella otra en Lepanto. Ninguna otra causa, ni reivindicación ni fiesta logró convocar en la calle a más gente cuando a las pocas horas la selección nacional volvió a España y todo el que representaba algo en el Estado se convocó para recibirla, en medio de la marea humana que arropó a ese grupo de muchachos bajitos que dirigía un hombre tranquilo y discreto como Vicente del Bosque. Un cierto espíritu, tan diferente del que quiere el tópico para el español, pareció reinar en esas celebraciones del talento y del reparto de juego con sentido y sensibilidad.

La alegría deportiva pareció prolongarse con el tercer Tour de Francia conseguido por Alberto Contador, pero el ciclista de Pinto fue desposeído del título al resultar positivo en un control antidoping, lo cual le despojó del título y del correspondiente al Giro de Italia de ese año. Este incidente demostró que hay que tener cuidado con los filetes que se come uno si va a competir en una prueba importante. Contador no volvería a ganar el Tour, aunque sí la Vuelta a España. RafaelNadal, sin embargo, no falla, y ese verano fue el mejor de su vida al conquistar Roland Garros, Wimbledon y el Abierto de Estados Unidos.

El país recibió una de las mejores noticias de las últimas décadas, al anunciar ETA al final del verano el fin de las "acciones armadas ofensivas", una especie de alto el fuego unilateral que ha durado hasta este año, en el que después de pasos dudosos y demasiado lentos, la banda asesina ha dejado de matar. Un policía francés fue su última víctima. Tanto dolor para nada, tanta lección sin provecho.

Sin embargo, en aquel mismo verano empezaron los síntomas de lo que el paso de los años se ha revelado como un mal gravísimo. El Tribunal Constitucional anuló buena parte del Estatut catalán, y julio vio una enorme manifestación en Barcelona en defensa de su norma autonómica. Hay contadas veces en que las cosas se ven venir.

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