Sinceramente he sentido cierto sofocón al ver cómo TVE decidió afrontar su compromiso con el XIX Concurso de Piano de Santander Paloma O´Shea. Aun a sabiendas de que la próxima edición no llegará hasta el verano de 2022 para hacerla coincidir con el 50 aniversario de su fundación, y a pesar de que la encargada de acompañar a los finalistas era la Orquesta de RTVE, los programadores no variaron ni un ápice su criterio de emitir los conciertos en diferido, en las madrugadas. Todo por no sacrificar ni un punto en la cuota de pantalla de las tardes puesto que presumiblemente, según ellos, la emisión de un evento de estas características haría mella en las audiencias.

Sofocón que fue en aumento al conocer el resultado final de las audiencias que siguieron las finales del viernes y el sábado, en las que el concursante español Juan Carlos Fernández Nieto defendió el Concierto nº 2 de Rachmaninov, y en donde actuó el que se haría con el premio, el ucranio Dmytro Choni con el nº 3 de Prokofiev. La final fue vista por el 0'8% de la audiencia. Resulta espeluznante repasar cuáles son los programas y formatos que vieron los restantes y mayoritarios espectadores que engrosaron el 99'2% que no optó por esta final. Baste decir que un combate de boxeo, por ejemplo, triplicó las audiencias del Concurso de Santander. Y que una serie de programas de garrafón cuyos simples enunciados ahuyentan el buen gusto, lo superaron con creces. Que la cultura y la educación en nuestro país van en retroceso es algo constatable e irreversible. TVE y La 2 deben estar a la altura de las circunstancias. Y en esta ocasión no han estado. Nunca es tarde para rectificar, puesto que lo que nos jugamos es mucho.

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