jesús soto de paula escritor

"El toreo ha muerto porque es predecible"

  • Acaba de publicar 'Torerías y diabluras', obra con una gran carga filosófica y prologada por Curro Romero

Rafael Soto de Paula (Jerez, 1974) acaba de publicar Torería y diabluras, obra con una gran carga filosófica en la que profundiza en el proceso creativo del torero como artista desde la época de Lagartijo y Frascuelo a Curro Romero y Rafael de Paula y donde, como vasos comunicantes, entralaza la relación de intelectuales y artistas con toreros y del flamenco con el toreo. Rafael Soto afirma: "He querido hacer visible lo invisible; ahondar en los sentimientos y en el alma de los toreros. Este libro estaba condenado a no salir. Tras una depresión volví a reelerlo y me emocioné. El libro resucitó. Es lo mejor que he escrito: ha nacido del dolor y me he vaciado".

La obra, publicada por la editorial Canto y Cuento, con un brillantísimo prólogo de Curro Romero, en el que exalta el texto y el arte intemporal que es el toreo, cuenta con más de cuarenta escenas gráficas referidas a los toreros legendarios que afloran en sus 256 páginas, una colección que se cierra con una fotografía de Rafael de Paula en un muletazo con sabor ante una becerra que toreó y donde ya se escucha ese sonido único y hondo del jerezano, una escena sobre la que el autor nos señala: "Está toreando una de sus primeras becerras con la muleta con la que Manolete toreó a Islero -el miura que mató al maestro cordobés-. Una muleta que se la dio mi abuelo -Carnicerito de Málaga- a mi padre y tiene un valor sentimental inmenso para mi padre, que la guarda como oro en paño".

-Da a entender que el toreo es misterio; no ciencia. Pero los toreros geniales también poseen una sólida técnica...

-Por supuesto. La ciencia es la base. Una vez que esa ciencia está asumida, ciertos toreros hacen misterio, precisamente olvidándose de esa ciencia, de la lidia, porque ya se ha superado.

-Y llega a clasificar a toreros para ver y para escuchar.

-Sí. Para ver Joselito el Gallo, el torero más completo de la historia; Luis Miguel Dominguín, completísimo y Domingo Ortega, que hacía del toreo una filosofía que explicaba muy bien. Y para escuchar, Juan Belmonte, con su quieta inquietud; Manolete, con su toreo dramático y Rafael de Paula y su bellísima tragedia, dolorosa.

-¿Qué le parece la aportación de la música cuando se hermana con el toreo?

-La mayor música que es capaz de crear un torero nace del toro y del torero... ¡el que sea capaz de crearla! El misterio no hay que buscarlo. Nace, salta, brota. El toreo y el flamenco sí tienen ese paralelismo en ciertos intérpretes. Una seguidilla de Terremoto, de Manuel Agujetas, sí se puede equiparar a un trincherazo o una verónica de Rafael de Paula. O una soleá de Caracol o unos tangos de Camarón sí se asemejan a un natural de Curro Romero. Pero eso son toreros porque tienen en sus huesos ese quejío.

-Esta temporada Ponce aporta música clásica.

-Con todos mis respetos, Ponce ha escuchado campanas, pero no sabe de dónde vienen. Es un torero del que no me gusta ni su concepto ni su forma. Se equivoca.

-Continuando por su senda filosófica, llega a toreros desveladores de misterio y los misteriosos.

-Cada toro tiene un misterio por descrifar. Algunos toreros desvelan ese secreto, como han sido Domingo Ortega, Antonio Bienvenida. Pero los misteriosos son aquellos que nacen con un misterio que decir y saber decirlo, como Rafael el Gallo, Curro Romero, Cagancho y Paula.

-Y sitúa a Antoñete, Romero y Paula como la Santísima Trinidad ¿Son los mejores?

-De los que he visto, sí. De los que me han hecho levitar en la plaza o que han conseguido que me salte una lágrima son Antoñete, que hacía de los terrenos y la distancia auténtica poesía y no digamos cómo salía de la cara del toro; Curro, hijo del silencio, me ha vuelto loco, me ha hecho perder los sentidos y Rafael de Paula tiene un lenguaje único porque ha sido el primer torero y quizás el único que ha hecho del dolor y del sufrimiento una bellísima tragedia.

-Concepto, estilo, soplo...

-El toreo tiene su filosofía. Nacer con concepto clásico, se nace. El estilo se puede aprender y pulir. En cuanto al soplo, me refiero a lo indomable que es. Sólo los grandes artistas están condenados por el soplo. Y si no le baja ese duende cuando torea... les hace grandes mártires.

-Después de este viaje llega, entre otras conclusiones, a que el toreo ha muerto.

-Así es. El toreo ha muerto porque es predecible. Quizás por culpa de ganaderos, de toreros, de todos. El toro se ha hecho demasiado noble y los toreros, a su vez, no han sabido beber de las fuentes donde nace lo clásico. Echo la culpa a jóvenes e incluso a figuras actuales.

-Blasco Ibáñez llega a decir que el público es la auténtica fiera y usted va más allá, lo demoniza.

-El demonio tiene mucho que decir en el arte. He visto en algunos casos convertirse al ser humano en lo más grotesco de los animales ante los genios que les han sacado de sus casillas y convertirse la plaza en aquella barbarie de los circos romanos. Con el público puede aparecer hoy en día desde lo más grotesco, cuando desata sus demonios, o lo más maravilloso, cuando te hacen llorar de emoción. He visto a algunos espectadores, hace muy poco, como auténticos diablos.

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