Julio Fernández Sanz. Veterinario

“El sector taurino tiene que salir del inmovilismo y reaccionar”

  • Ganador del premio literario taurino Doctor Zúmel junto a Fernando Gil, este profesional de la salud animal analiza las claves sobre la posible adaptación de la tauromaquia al siglo XXI

Julio Fernández Sanz

Julio Fernández Sanz

–¿Es necesaria una adaptación de la tauromaquia a nuestros tiempos?

–La tauromaquia está al servicio del público y sin público no hay espectáculo. En 1836 hablaba el espada Francisco Montes Paquiro en su importante obra Tauromaquia completa de la necesidad de eliminar los arraigados abusos, desterrar lo que tiene de incivil y sanguinaria (se refiere a la suerte del desjarrete, de la que era detractor), amenizar y multiplicar en perspectiva, combinar destreza y seguridad y de su anhelo de impulsar hacia la perfección la fiesta de los toros, que ha estado en constante evolución en los últimos tres siglos. La tauromaquia ha permanecido estancada en los últimos años, pues depende de una regulación legislativa (el último reglamento nacional data de 1996) y en estos 23 años la sociedad ha cambiado a velocidad de vértigo con la revolución tecnológica y la creciente globalización en la que impera el adoctrinamiento de la cultura anglosajona norteamericana, pero también se ha avanzado mucho en el conocimiento científico y tecnológico ligado a la tauromaquia. El sector taurino tiene que salir del inmovilismo y reaccionar, pero el cambio de competencias en materia de Tauromaquia de Interior a Cultura, y las vicisitudes políticas, dificultan el abordaje de cualquier modificación legislativa por falta de interlocutor sensible al sector. La adaptación no es solo necesaria, sino imprescindible para conseguir captar público joven y renovar la cantera de aficionados. También es necesaria una campaña de comunicación que desmienta las mentiras de un fanatismo animalista financiado por potentes lobbies con ánimo de lucro y que reivindique nuestro patrimonio cultural, histórico, artístico y etnográfico, común de todos los españoles.

–La lidia consta de tres tercios. El primero, de varas y quites, está prácticamente perdido. ¿Qué sería necesario innovar para recuperarlo?

–Cambiar la regulación para permitir mayor número de encuentros, pues el comportamiento del toro ante el caballo de picar se mide en sucesivos encuentros y la suerte de varas con un único y largo puyazo no tiene justificación ni sentido ante la sociedad. Para ello hay que equilibrar la suerte y en mi opinión es necesario reducir el peso del caballo de picar, perfeccionar el peto y el estribo derecho para minimizar consecuencias de impactos al toro, reducir la puya, y sobre todo, establecer encuentros cortos, pues hoy el toro está más tiempo que nunca debajo del caballo y sale muy mermado, por lo que no se puede disfrutar del verdadero toreo competitivo, que son los quites, en que ante un mismo toro, varios espadas compiten.

"La adaptación no es solo necesaria, sino imprescindible para renovar la cantera de aficionados”

–Un conocido ganadero comentó que con la puya actual se podría perfectamente matar un toro ¿Qué modificaciones necesitaría la puya?

–Fernando Gil Cabrera, doctor en Biología, y yo, hemos comprobado tras realizar cientos de análisis en los últimos cinco años que la pérdida de sangre es un sinsentido y, aunque aparatosa, es muy escasa para el volumen sanguíneo circulante, que el toro se templa empujando al caballo, y que la acción de humillar deseada en el toreo actual obedece a la anatomía y a la selección y es independiente de la hemorragia, las heridas o la ubicación de los puyazos. Los puyazos en piel (no en músculo), ayudan en la rápida repuesta hormonal característica de la raza de lidia que reduce el estrés y bloquea el dolor, respuesta que permite que el toro se crezca ante la adversidad. Tiene razón el ganadero. Para evitar eso, hay que reducir la porción penetrante de la puya, que ha ido disminuyendo progresivamente desde que se instauró tope efectivo y, sobre todo, desde que se implantó el peto en 1928. Además, sería deseable modificar la pirámide de acero que produce ocasionalmente desgarros en piel u ojales, que hoy provocan devolución del toro a los corrales.

–¿El caballo actual y el peto son válidos?

–El caballo ha mejorado en doma con carácter general, pero algunas cuadras de España, Francia y América nos demuestran que cuando es más ligero y pesa lo que establece el reglamento y no más, la suerte de varas gana en equilibrio y espectáculo. El peto es válido para proteger al caballo, pero es mejorable, al igual que el diseño de los manguitos protectores para mejorar su movilidad y el estribo derecho del caballo de picar, que debería ser redondeado y acolchado.

–Banderillas y divisas mantienen un sistema de sujeción al animal prácticamente inalterado desde hace siglos. ¿También se ha estudiado su modificación?

–El exmatador de toros y fabricante de trebejos de la lidia Manuel Sales y el que suscribe, con la colaboración de algunos ganaderos y toreros, hemos probado con éxito en utreros y toros un modelo de punzón que hace el mismo efecto avivador que el arpón tradicional simple de las banderillas o el arpón doble de las divisas, pero que minimiza el riesgo de accidentes para los intervinientes en la lidia, que causa muchos más daños de lo que imaginamos. En estos momentos estamos estudiando el sistema de sujeción adecuado para el añojo y el eral, que tienen una piel más fina y elástica.

–Uno de los apartados más polémicos a día de hoy, tal vez sea la muerte del animal. ¿Se ha tenido en cuenta en estos estudios?

–Por supuesto, aunque no nos demos cuenta, la muerte prolongada del animal es una de los aspectos que más han cambiado en los últimos años, incluso entre los propios aficionados. El público empieza a enfriarse a la hora de premiar a los espadas cuando se prolonga en exceso, cosa que antes no pasaba, y los fallos con el descabello o la puntilla se pitan más que nunca, demeritando por completo la actuación del espada.  Manuel Sales y yo hemos dedicado mucho esfuerzo a investigar para mejorar estas cosas y hemos creado una espada innovada que minimiza pinchazos en hueso por su forma y es más eficaz o fulminante que los modelos usados hasta ahora, pues tiene mejores ángulos de corte. Esta espada no se diferencia por su forma desde el tendido.

–¿Cómo han resultado las pruebas de los nuevos trebejos de la lidia?

–Las pruebas han sido toda una carrera de obstáculos, con sabotajes de todo tipo por parte de algunos profesionales inmovilistas, ensañamiento por parte de algunos aficionados mal informados y sin ayuda económica alguna. Afortunadamente, gracias a otros profesionales ejemplares (matadores, picadores y banderilleros), a algunos ganaderos y a escuelas taurinas como la de Salamanca algunos de los trebejos no solo se han mejorado sino que ya se están usando con éxito en festejos taurinos. Me refiero a aquellos que no necesitan cambios en la reglamentación taurina, como por ejemplo la espada.

–Mucho se habla del inmovilismo del mundo del toro ¿Cómo se tomaría la afición estás innovaciones?

–Yo creo que bien, pues de lo que se trata es de cumplir el sueño de Paquiro para mejorar el espectáculo, perfeccionarlo y evitar el riesgo de accidentes innecesarios para los intervinientes que les pueden lesionar, pues asumen una profesión de alto riesgo en que se tienen que enfrentar al toro, no a los trebejos. También se trata de evitar lesiones indeseables o accidentales al toro que le puedan incapacitar para la lidia y arruinan a menudo el festejo. Todo ello contribuiría a un espectáculo más exitoso y también más adecuado a la sociedad actual, que nos está pidiendo que acortemos el tiempo en que muere el toro. A la afición hay que reeducarla y para ello, hay que reeducar a los comunicadores del espectáculo, que siguen aferrados a unos mitos obsoletos y equivocados, que hoy la ciencia ha demostrado que son insostenibles.

"A la afición hay que reeducarla, y para ello hay que reeducar también a los comunicadores"

- Como veterinario ¿cómo ve el campo bravo?

–Más bravo que nunca y con avances importantes en todo tipo de ganaderías. Doy fe de que quien más ha progresado en la tauromaquia es el ganadero. A nivel económico el campo bravo está muy mal en general, con mucho desánimo porque la climatología no ayuda, los costes de producción se disparan y la idiosincrasia de un sector desestructurado permite que los toros se vendan por debajo de los costes de producción, generando pérdidas. O se llenan las plazas de toros con más y mejores espectáculos o empezaremos a asistir a una extinción masiva de ganaderías y encastes.

-A su juicio, ¿los encastes minoritarios son minoritarios porque no embisten?

–Son minoritarios, en parte porque sus propietarios los consideran joyas genéticas mantenidas en familias ganaderas tradicionales, los quieren mantener en exclusividad y no quieren vender reproductores a otros ganaderos, por lo que están muy poco difundidos. Y, en parte, también porque la lidia de esos animales tiene mayor hándicap para la mayoría de los toreros, y muchos de ellos, en especial los que ocupan la parte alta del escalafón, los que más torean, tienen más oficio y mejores condiciones técnicas para torearlos. No los quieren torear y al haber menor demanda, están menos difundidos. La mayoría de los toreros prefieren torear toros de otros encastes más extendidos, posiblemente porque la difusión de sus reproductores posibilitó el trabajo en común y el intercambio de sementales propició avances en mejora genética y también reducción, aunque no siempre, del nivel de hándicap, pues cada ganadería es un mundo.

-Con el toro de lidia, ¿estamos ante un animal único en el mundo?

–El toro de lidia pertenece a una raza bovina con una aptitud productiva singular, la de lidia. Estamos ante la raza bovina más antigua del mundo, que se empezó a seleccionar con la lidia como finalidad productiva antes de que comenzara la selección del bovino en otras aptitudes como la producción de carne o leche, iniciada por ganaderos ingleses como Robert Bakewell, Ellman o los hermanos Collings a finales del siglo XVIII y continuada por otros europeos durante el siglo XIX. Hoy, por estudios genéticos, podemos hablar de una raza única en el mundo, de imposible recreación a partir de otras, que cuenta con una gran biodiversidad distribuida entre subpoblaciones o encastes, con una fisiología diferencial, con un comportamiento característico y con diferencias anatómicas que permiten distinguirla del resto de razas bovinas.

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