Jesús Soto de Paula. Escritor

“La mayor revolución es lo clásico”

  • El jerezano se adentra en ‘Revoluciones y revelaciones toreras’ en los toreros revolucionarios y artistas que han marcado el camino hacia la tauromaquia actual

Jesús Soto de Paula, quien ha publicado su quinta obra taurina.

Jesús Soto de Paula, quien ha publicado su quinta obra taurina. / Juan Carlos Vázquez

Jesús Soto de Paula (Jerez, 1974) se adentra en su quinta obra taurina, Revoluciones y revelaciones toreras (Canto y cuento), en los toreros revolucionarios, así como en aquellos otros calificados como artistas que han marcado el camino hacia la tauromaquia actual. Un estudio dentro de una personalísima visión, cargada de una gran dosis filosófica y en la que, según afirma, ha trabajado tres años y medio. Un libro con bellas ilustraciones de Diego Ramos.

–Jesús, comencemos por esa veta filosófica de su obra.

–No es algo pretendido. Una gran faena tiene mucho de filosofía. El toreo es un arte efímero que seguimos viendo. Es una pregunta sin resolver, como sucede en la filosofía.

–¿Qué ha querido contar en ‘Revoluciones y revelaciones toreras'?

–Empecé con la idea de los revolucionarios del toreo y pienso que la mayor revolución es la revelación.

–¿Quiénes son para usted los revolucionarios fundamentales?

–Belmonte, Chicuelo, Manolete, El Cordobés y Paco Ojeda. Pero para mí los verdaderos revolucionarios son los que nos han dado la revelación. La mayor revolución es lo clásico.

–¿Y quiénes destaca como toreros que han traído la revelación?

–Rafael de Paula y Curro Romero. También lo hicieron Rafael el Gallo, Cagancho y Pepe Luis Vázquez.

–¿Belmonte es la máxima expresión de la revolución?

–Es el antes y el después. No me olvido de Joselito el Gallo. Belmonte se mete en el toro y torea con el alma.

–Alude a los siete pecados capitales. En la avaricia entendiéndola como orgullo profesional, ¿quién es más avaricioso: Guerrita o Joselito el Gallo?

–La avaricia del Guerra es notoria.

–Realiza un paralelismo entre el toreo de Manolete y la pintura de El Greco...

–Manolete es un poco fantasmal. Visto y no visto. Tiene una bella frialdad, como sucede en las pinturas de El Greco, en las que aparecen hombres translúcidos, con esos brazos largos... En ese paralelismo, Manolete parecía que cargaba con esa tragedia, que le acompañaba como una sombra.

–Pepe Luis y Domingo Ortega tienen un sello especial.

–Totalmente. Pepe Luis por su arte en todo lo que hacía. Una media suya... y Ortega más que decir el toreo lo explica con su manera de andar a los toros.

–¿Por qué dos revolucionarios, como El Cordobés y Paco Ojeda, no le gustan?

–Lo dejo patente. Les otorgo la creatividad. Realizan una tauromaquia que no está en mi concepto del toreo porque estoy a favor del toro. Si anulas su franja al toro, abusas de él. Aunque les doy todo el mérito del mundo.

–¿Pensaba que acabaría recalando en Romero y Paula cuando comenzó el libro?

–No. Si me lo permite es ese misterio. No estaba en mi pensamiento. A veces uno toma unos cauces que no son los previstos. Duendística. Sin ellos no puedo mirar dentro de mi alma. Son la quintaesencia.

–De hecho el libro está dedicado a Curro Romero.

–Cuando era chiquitillo viví la faena a Flautino. Descubrí por qué en mi casa los paulistas decían que después de Paula, Curro. Lo descubrí con aquellos dos naturales. Por eso el brindis, por hacerme sentir el arte del toreo de una manera que duele.

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