Fallas 2019 | Séptima corrida de la Feria de Valencia

Ureña triunfa en su reaparición

  • El murciano corta una oreja tras superar el percance por el que perdió el ojo izquierdo

  • Ponce, un trofeo en mano a mano por baja de Manzanares

Ureña, en un muletazo a su primero, que salía suelto.

Ureña, en un muletazo a su primero, que salía suelto. / Efe

Paco Ureña reaparecía tras la terrorífica cornada por la que perdió la visión del ojo izquierdo. Una heroicidad retornar en una plaza de primera como Valencia y en un mano a mano con Enrique Ponce, ídolo en su tierra. Ureña, tras el paseíllo, recogió una ovación estremecedora que compartió con Ponce, con el que se fundió en un abrazo.

El mano a mano forzado por la ausencia de José María Manzanares, que se recupera de una operación, se saldó con un trofeo para cada uno de los protagonistas:Ponce y Ureña, fiel a su tauromaquia marcada por la verdad.

En la corrida de Juan Pedro Domecq, de dispar presentación y juego, destacaron en positivo cuarto y quinto.

En la corrida de Juan Pedro Domecq, de juego dispar, destacaron cuarto y quinto

El primer acto se cerró con un susto serio. Enrique Ponce acabó en la enfermería para ser atendido de un corte por encima del labio causado por su espada al rebotar en un pinchazo. Mató de media tendida. Con este toro, manejable y sin clase, anduvo fácil con el capote y realizó una labor técnica y con su habitual elegancia, pero de escaso calado. En su turno, Ureña dibujó unas gaoneras extraordinariamente ceñidas; de infarto.

El valenciano, ante el tercero, con escaso motor, concretó un trasteo a medio gas tras unas bellas verónicas genuflexas. Mató de bajonazo y pese a ello el público solicitó una oreja, que fue concedida.

Ponce comenzó bien su faena al quinto, que repetía con nobleza, con unos bellos doblones. Lo más destacado fue la ligazón, con el contrapunto de torear con rapidez en algunos pasajes. Cerró con unas poncinas. Sus paisanos estaban con él y se entreveía la Puerta Grande, pero el valenciano, además de un metisaca, pinchó en cuatro ocasiones antes de media estocada que dejó el balance en una ovación.

Paco Ureña tuvo como primer oponente en su retorno a un astado colorao, de cara lavada, protestado de salida, noblote y que fue a menos. El murciano comenzó su faena de manera prometedora, con unos estatuarios rematados con un pase del desprecio. Trasteo sin trascendencia, marrando con la espada.

Todo lo contario a su nombre, Malafacha, el cuarto fue un toro bien presentado, de buen juego, con fondo y que transmitió; el mejor del encierro. Ureña realizó una faena con quietud y mando por ambos pitones. Con la diestra cuajó dos series con ligazón. Con la izquierda, un par de naturales fueron excelsos y otro de pecho, largo y profundo. Mató de pinchazo y estocada y fue premiado con una merecida oreja.

Ante el deslucido sexto, Ureña volvió a jugarse el pellejo, tragando por el pitón derecho y con la izquierda sufrió un susto en una colada. A mitad del trasteo apostó por las cercanías y cerró con unas bernadinas ceñidas. El público estaba entregado y se atisbaba otro trofeo y la Puerta Grande, pero el diestro falló con la espada y todo se saldó con una ovación.

Todo esto sucedió en esta plaza de Valencia en la que el 18 de marzo se cumple el 60 aniversario de alternativa, de un torero genial: Curro Romero.

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