Ante la retirada del torero extremeño

Talavante y el sistema

Alejandro Talavante

Alejandro Talavante / Efe

La ruptura de apoderamiento entre Alejandro Talavante y Toño Matilla, con el anuncio de la retirada por las redes sociales del torero –sin ninguna otra manifestación– y un comunicado en el que el representante desliza datos contra el diestro, sirve para centrar nuestro foco de atención en el imperfecto funcionamiento del sistema taurino ¿Por qué Talavante quería elevar su caché tras su gran éxito isidril y acabó con 31 corridas cuando sumó 47 en 2017, quedando fuera de plazas clave como Pamplona, San Sebastián o Bilbao?

El oligopolio y 'los cromos'

El sistema taurino, un oligopolio, como sucede en otros sectores, comenzando por la banca, tiene como males mayores que un puñado de personas manejan el cotarro ejerciendo distintas labores con intereses encontrados. Así, Toño Matilla, además de apoderado –cuya misión es defender al torero que representa– es también empresario y ganadero. Todos los empresarios actuales que controlan grandes plazas son, a la vez, apoderados. En Sevilla, la empresa Pagés presumió durante bastante tiempo de independencia, pero Ramón Valencia conjuga ahora empresariado y apoderamiento –actualmente dirige la carrera de Roca Rey, el toreo con más fuerza taquillera–. Hasta Simón Casas, quien siempre defendió la independencia de cada campo laboral en el sector, como oligarca, dirige varias plazas fundamentales, entre ellas la de Madrid, y representa a varios toreros. Todos estos organizadores apoderan de manera directa o a través de personas a su servicio. Esto hace que los toreros bajo sus paraguas acaben siendo cromos –como se dice en el argot–, toreros intercambiables para las ferias a cambio de tener asegurado un número de corridas antes de comenzar la temporada

El diestro quería elevar su caché y acabó con 29 corridas cuando sumó 47 en 2017

¿La contrapartida?... honorarios pactados antes de lo conseguido en el ruedo. Así, entre los casos sangrantes de esta temporada se encuentra el de Diego Urdiales, triunfador en Bilbao o Madrid, quien de la mano de Luis Miguel Villalpando apenas ha toreado porque no se encuentra en ese intercambio de cromos.

La forja de Corbacho

Alejandro Talavante, al que algunos defienden como víctima del sistema, únicamente actuó de manera independiente en sus comienzos, cuando le dirigió Antonio Corbacho, quien también forjó a José Tomás. Fueron los tiempos en los que el binomio apoderado-torero campaba de manera independiente, alejado el diestro de la comodidad de una temporada asegurada antes del comienzo de la misma. Porque Talavante, no lo olvidemos, cayó rendido a los encantos del sistema bajo la tutela de Manolo Martínez Erice Choperita cuando la citada casa gestionaba Las Ventas y más tarde fue dirigido por el grupo empresarial mexicano Bailleres.

Entre las máximas figuras, únicamente Joselito, dirigido por Enrique Martín Arranz, se enfrentó al sistema, al que ganó batallas. A Morante, el último en mover ficha –el año pasado– en aras de la independencia no le salieron las cosas como esperaba y ha dejado su carrera en manos de... Toño Matilla.

José Tomás, la gran excepción

Luchar de manera independiente supone caminar a la intemperie. Casi todos los toreros han buscado ese abrigo o protección de las casas grandes en este oligopolio del entramado taurino. En las últimas décadas, la gran excepción, el único que ha conseguido campar libremente a sus anchas y rendir al sistema ha sido José Tomás porque además de una efectiva mercadotecnia ha colocado el No hay billetes con su sólo anuncio. Por cierto, un José Tomás a quien un grupo de aficionados reivindica para que vuelva a torear en Sevilla –su imagen se encuentra en pasquines repartidos por la capital–.

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