La plaza sanluqueña se despidió a los grande de Juan José Padilla, torero del patio porque vive en Sanlúcar donde tiene muchos partidarios, desorejando el espada sus dos toros y cortando el rabo del segundo ejemplar de su lote.

Un adiós y una bienvenida porque Octavio Chacón se hizo con el público de Sanlúcar a base de entrega, torería, oficio y sitio. Fue un acierto encomendarle al torero de Prado del Rey la sustitución de Cayetano porque la plaza se llenó, y en este punto habrá que felicitar al empresario por abrir esta puerta a Chacón, uno de los nuestros. Y eso cuando tenemos cerrada las plazas de la provincia no solo a los modestos o a los que esperan una mínima oportunidad sino clausuradas, a cal y canto, para los novilleros con caballos.

Y en este caso la primera figura, Morante de la Puebla, tiene que ceder protagonismo a los dos gaditanos aunque saldó su actuación con dos orejas, pese a que en su primero enfadó al buen público sanluqueño.

Gran despedida para Padilla, el tendido estuvo con él de principio a fin. Hubo placa de recuerdo que le entregó la empresa junto con un descomunal óleo con su retrato, además de coplas desde el tendido, ramos de flores y una vuelta al ruedo triunfal en su primero que compartió con el matador de toros Manuel Rodríguez "El Mangui", acento sanluqueño que enfatizó Padilla brindando su segundo a Diego Robles y besando el albero de El Pino.

Tuvo Padilla dos toros buenos y en los dos pisó al máximo el acelerador. En ambos astados de su lote cuajó dos tercios de banderillas cerrando con el par de Calafia que le enseñara hace muchos años a quien fue de niño torero "El Panaderito", otro Panadero de México, El Pana.

En la muleta en su primero, un toro bueno y noble, faena larga por los dos pitones en los que buscó la complicidad del tendido. Frente a su segundo, con la franela, apostó fuerte por el toreo de rodillas y eslabonó los pases fundamentales por ambos lados antes de desplantarse en un último padillazo sanluqueño. El toro recibió el honor de la vuela al ruedo y el torero cortó el rabo.

Morante se inhibió con su primero, enfadando al público con razón porque así no se puede estar. Se mascaba también la tragicomedia con su segundo, toro que se lastimó de salida pero en el tercio de muleta se fue afianzando mientras Morante lo sobaba a media altura y pudo armar faena con el contento del público, que ya había desbordado el entusiasmos con Padilla y Chacón. Cayeron las dos orejas y todos contentos.

Y Octavio sorprendió. Toreó muy despacio con el capote a su primero, templando y sobrado de torería. Era un toro burraco -Chacón echó al más pequeño por delante porque los toros fueron eso que dicen los taurinos "tres y tres"- y el toro, tal vez el mejor de la tarde, se empleó pese a sangrar lo suyo por el puyazo. Ya Chacón había sacado la tarjeta de visita formando un lío en el toro de Morante en su turno de quites, por chicuelinas.

De como estuvo Chacón basta decir que remató los lances de recibo a este tercero de la tarde con una larga cambiada, y que le hizo dos quites con una media soberbia. Había dejando el toro de largo, al otro sexto también, cosa que agradeció el respetable.

Y con la muleta en su primero, faena de torero mentalizado, con sitio y entrega, el mentón hundido en el pecho, la mano baja y el viaje largo eslabonando los muletazos por ambos pitones. Y siempre dejando al toro ventilarse. Había brindado el toro de su importante triunfo a Padilla

Su segundo toro vino a menos, más soso y apagándose. Octavio Chacón atacó y puso mucho empeño a la vez que el toro soseaba y perdía fuelle pero esa entrega fue premiada por el público sanluqueño con la tercera oreja para su esportón porque la verdad es que ayer Chacón plantó cara.