Toros

Nazaré y El Cid, a hombros en el festejo celebrado en Cortegana

  • Buena corrida de Álvaro Domecq en la que Luque pechó con el lote más deslucido de la tarde

Sin ningún tipo de dudas, podemos hablar de una de esas tardes que hacen afición en la localidad serrana.

Los astados de la ganadería de Juan Pedro Domecq se ha dejado bastante en la faena de muleta por su gran nobleza, exceptuando el quinto que, al ser cinqueño, fue un toro más orientado que sus hermanos. Quizás le faltó a alguno un puntito de raza pero en general fue apto para la diversión del público que casi llenaba los tendidos.

El claro triunfador artísitico de la tarde ha sido el torero Antonio Nazaré que recetó un buen toreo al natural en su segundo, cargadas las series de muletazos de trazo largo y mano muy baja, arrastrando los vuelos de la muleta, de no ser por el fallo a espadas estaríamos hablando de que habría cortado el rabo, pero tuvo que contentarse con una sóla oreja.

En el tercero de la tarde vimos a un Nazaré muy entregado e inspirado pero con un toro quizás un poco más dificultoso poniendo el sevillano todo de su parte para poder triunfar y pudimos disfrutar de esa mano izquierda que tan bien mece la muleta. Mató de estocada en todo lo alto y cortó las dos orejas.

El cartel lo abría Manuel Jesús el Cid que en su primer toro tuvo un oponente más desrazado al que tuvo que mimar en la muleta no bajándole la mano para que no perdiera las manos. Al final buscó el toreo de cercanías pero no consiguió levantar la faena todo lo que el torero quisiera. Mató de estocada y cortó una oreja.

El cuarto de la tarde puso de manifiesto inmediatamente que su pitón era el izquierdo y con él pudo lucirse el de Salteras al natural. Remató la faena con pases variados y mató de estocada cortando las dos orejas del toro.

Daniel Luque fue el que se ha llevó la peor parte en la tarde de ayer viendo al finalizar el festejo cómo se iban sus compañeros de terna a hombros mientras él abandonaba la plaza a pie.

A su primero lo toreó a placer con la capa a la verónica. Se encontró más a gusto por el pitón izquierdo y a media altura pues tenía poca fuerza el astado que tuvo que dosificar para que le aguantara la faena.

Mató de pinchazo y estocada y cortó una oreja.

En el quinto de la tarde casi nada pudo hacer el de Gerena pues le tocó un toro cinqueño que desarrolló mucho más sentido que sus hermanos y, para colmo, se le atravesó el trance de finiquitar con la espada de cruceta y totalmente afligido recibió una cariñosa ovación saludando en el tercio.

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