Toros

Muere Fernando Domecq Solís a los 73 años de edad en Madrid

  • El ganadero, que nació en Sevilla, dirigió las divisas de Zalduendo y Jandilla

Fernando Domec, en la plaza de toros de Sevilla.

Fernando Domec, en la plaza de toros de Sevilla. / Diario de Sevilla

El ganadero Fernando Domecq Solís murió ayer en el Hospital 12 de Octubre de Madrid, tras una larga enfermedad, a los 73 años de edad. Hombre afable, cordial, ha sido uno de los mejores criadores de toros de lidia de los últimos tiempos, dirigiendo la ganadería de Zalduendo de manera exclusiva y, con anterioridad, la divisa familiar de Jandilla. Fernando Domecq alcanzó las máximas cotas en la cría del ganado bravo, por lo que su muerte ha sido especialmente sentida entre sus compañeros y el resto de profesionales ligados a La Fiesta. Con él desaparece uno de los ganaderos fundamentales de la historia contemporánea del toreo.

Según me comentó el propio Fernando en una charla, nació en Sevilla, en el Palacio Marqués de la Motilla, de la familia Solís, en pleno centro de la ciudad. Ante mi sorpresa me añadió que se sentía más sevillano que La Giralda.

Era nieto de Juan Pedro Domecq y Núñez de Villavicencio, fundador de la saga ganadera de los Domecq, hijo de Juan Pedro Domecq y Díez y hermano de los también ganaderos Juan Pedro Domecq Solís y Borja Domecq Solís.

Fernando Domecq lidió su primera corrida al frente de Zalduendo en 1992. Comenzó su singladura ganadera con el hierro de la 'Z' cuatro años antes, en 1988, cuando dejó la dirección de Jandilla en manos de su hermano Borja y se llevó consigo su parte correspondiente de ganado.

'Jarabito', su sueño

Fernando Domecq persiguió durante muchos años un toro que conjugara bravura y nobleza. Consiguió lidiar varios astados con estas condiciones. Hasta que llegó 'Jarabito', uno de los toros más importantes que se hayan lidiado en La Maestranza sevillana y que quedó inmortalizado el 20 de abril de 1999 tras una gran faena de Emilio Muñoz, quien le cortó las dos orejas. Fernando me confesó que había sido el toro que más se acercaba al ideal de animal bravo que buscaba. Fue un astado sensacional y quienes tuvimos la fortuna de disfrutar de aquella bravura y de la faena de Muñoz vivimos uno de los pasajes más emocionantes de los anales de la tauromaquia en la plaza de toros de Sevilla.

Fernando Domecq, después de su dedicación total a la crianza de toros bravos, vendió su ganadería de Zalduendo en 2014 al empresario y ganadero mexicano Alberto Bailleres, una de las mayores fortunas del mundo. Continuó como dueño de la finca extremeña Moheda de Zalduendo y apoyó al nuevo propietario en el manejo de la ganadería.

Fernando Domecq permaneció cuarenta años vinculado a la cría del bravo, cuatro décadas en las que obtuvo resonantes triunfos en todas las plazas de toros tanto de Europa como de América.

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