feria de san isidro | vigésima séptima en la plaza de las ventas

Moral destaca en una dura 'miurada'

  • El diestro sevillano pierde un premio del único toro noble por el desacierto con los aceros y gana la única ovación de la tarde

  • Rafaelillo y Román, con entrega, silenciados en sus lotes

La ganadería sevillana de Miura cuenta con predicamento en la Monumental de Las Ventas. Y como el cartel estaba muy bien confeccionado, faltaron muy pocas localidades para colocar el No hay billetes. Y es que el personal esperaba al veterano Rafaelillo, al que han ido arrinconando las empresas en las últimas temporadas; a Pepe Moral, que anda con gran facilidad ante los miuras y a Román, castigado por los toros y que ha ascendido con fuerza últimamente. El público exigió, en momentos con dureza, a una terna concienciada y profesional, que se entregó ante una corrida correosa, difícil y dura como el pedernal; a excepción del noblón segundo. Las cuadrillas estuvieron muy bien en su conjunto. Todo ello hizo que el espectáculo durase dos horas y que los tres diestros salieran por su pie, lo que es un triunfo en sí mismo.

Pepe Moral estuvo a punto de cortar una oreja al segundo, astifino, noblote, al que recibió con unos lances suaves con los que alargó la embestida al miura. Comenzó la faena con unos doblones también suaves. Con la derecha hubo temple. Con la zurda, que es su fuerte, tuvo que luchar contra el viento, sufriendo un enganchón. Volvió a la diestra para una tanda buena y también otra con la izquierda notable, con algunos naturales de categoría, de mano baja. Se marcó varios pases de pecho largos. Todo presagiaba que alcanzaría un trofeo, pero el desacierto con los aceros dejó el balance en una ovación. En una de los envites fue prendido feamente a la altura del pecho, quedando todo en un susto.

El quinto, escurrido de carnes, fue protestado de salida. Sin emplearse en los primeros tercios, echaba la cara arriba tras la muleta e incluso buscaba el bulto y Moral lidió con sentido desde el saludo capotero, en el que no molestó a la fiera, hasta el intento frustrado de lucimiento, con el astado desarrollando sentido. Fue silenciado.

Rafaelillo fue silenciado en su complicado lote. Se peleó con el viento y se esforzó ante el primero, sin entrega y complicado, fallando con los aceros. En el primer envite en la suerte suprema el toro le cogió para matarlo. Afortunadamente todo quedó en un puñetazo con la pala del pitón en la mandíbula derecha, dejando una huella rojiza en la misma y el destrozo de la taleguilla.

Rafaelillo se entregó ante el astifino cuarto, que quiso saltar al callejón de salida, con protestas del público por su trapío. El murciano se entregó con arrojo desde una larga afarolada de rodillas hasta jugársela en un trasteo en el que sufrió varias tarascadas. Mató de pinchazo hondo y descabello.

Román se batió el cobre con firmeza ante su complicado lote; siendo silenciado. El cárdeno tercero, corniabierto, que intentó saltar las tablas, resultó peligrosísimo, lanzando algunas tarascadas terroríficas, como una al cuello, de infarto. El diestro, valiente, dio la cara ante el regalito y falló con los aceros.

El sexto saltó con una facilidad pasmosa al callejón y cortó en banderillas más que ningún otro. Román, que lo recibió con una vibrantes verónicas, lo trató con la muleta como si fuera boyante. Tragó mucho y dentro de su amplia labor, extrajo dos tandas muy meritorias. Mató de estocada baja y descabello.

La denominada semana torista, último tramo del serial isidril, comenzó ayer con mal pie con una durísima corrida de Miura en la que el sevillano Pepe Moral destacó ante el único toro potable del encierro.

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