Toros

Mirada al legendario Chicuelo en el centenario de su alternativa

  • El novillero Manuel Chicuelo hace un repaso de la carrera de su abuelo en La Maestranza, donde tomó la alternativa

Álvaro Rodríguez del Moral, Manuel Chicuelo y Miguel Serrano, durante la celebración del coloquio.

Álvaro Rodríguez del Moral, Manuel Chicuelo y Miguel Serrano, durante la celebración del coloquio. / Antonio Pizarro

Con motivo del centenario de su alternativa, en septiembre de 1919 de manos de Juan Belmonte en La Maestranza sevillana–, Aula Taurina celebró ayer, dentro de sus XVIII Lecciones Magistrales, un homenaje a Manuel Jiménez Moreno Chicuelo en el que participó su nieto Manuel, quien se anunció también en su etapa con el sobrenombre de Chicuelo. Por gripe, faltó el matador de toros Rafael Chicuelo, hijo del legendario torero sobre el que el propio Manuel esbozó, con la moderación de Álvaro Rodríguez del Moral y la presentación de Miguel Serrano, la imagen del patriarca de una familia que es santo y seña en el mundo de la tauromaquia.

En esa mirada hacia Chicuelo, su nieto evocó que el creador de la chicuelina nació en Triana, en la calle Betis y se quedó huérfano a los cinco años por lo que no conoció a su padre, también matador de toros. En esa infancia, “por ser hijo del cuerpo”, José Gómez Gallito, conocido también como Joselito el Gallo, le daba dinero para ir a los toros y el banderillero Zocato le hace torero. Sobre Gallito, omnipresente en el coloquio y con el que compartió dos actuaciones, Chicuelo aseveraba que era el mejor torero que había visto.

"El cartel no le hubiera gustado a mi abuelo. Parece que le han dado con una tabla en la cara"

En la charla se fueron desgranando las tres etapas que vivió como torero durante más de tres décadas. En las primeras, sin esa ayuda para las curas, que se hacían insufribles, de la penicilina. Porque Chicuelo, torero de arte, vivió un primer período en la década de los años 20 en los que fue un ídolo;alcanzó a Manuel Rodríguez Manolete, al que le concedió la alternativa en Sevilla el 2 de julio de 1939 en el coso del Arenal y con quien toreó 18 corridas y llegó a la década de los cuarenta –desde El Andaluz a Antonio Bievenida– hasta retirarse definitivamente en Utrera el 1 de noviembre de 1951, dando sendas altermativas a Juan Doblado y Juan de Dios Pareja Obregón, quienes cortaron por lo sano sus carreras. Según su nieto, el genial maestro sentenció sobre ello:“Doy dos alternativas y... tres retiradas”.

En un bagaje tan extenso, además de los éxitos sufrió hasta 29 percances, 7 de ellos cornadas graves. Una en Málaga le quito el sitio durante un período y la última la sufrió en el abdomen, en Albacete.

Entre sus plazas de mayores éxitos se citaron, entre otras, Sevilla, donde cortó cuatro rabos y en 1921 de las seis corridas de feria toreó en cinco; y Madrid, con tres Puertas Grandes; una de ellas tras la faena a Corchaíto, de Graciliano, el 24 de mayo de 1928 en la plaza de Madrid y que, según varios tratadistas, supone el nacimiento del toreo moderno, ya que creó la ligazón. Algo que forjó en su etapa anterior en México. Por supuesto, se habló de la chicuelina, que según su nieto nació accidentalmente y era como un giro para no salir por pies.

Al término del coloquio, una persona del público preguntó qué hubiera opinado Chicuelo del desafortunado cartel en el que ha sido representado. Su nieto fue explícito:“No le gustaría a mi abuelo. Parece que le han dado con una tabla en la cara. A nosotros –la familia– no nos gusta. Pero bueno, hay que estar agradecidos”.

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