Toros

El Fandi protagoniza la vuelta triunfal de los toros a Palma

El Fandi, en su salida a hombros en Palma.

El Fandi, en su salida a hombros en Palma. / Efe

El diestro David Fandila "El Fandi" cortó tres orejas y salió a hombros en el festejo que supuso el regreso de los toros a Palma de Mallorca después de un año sin darse en la toda la región, y puso el argumento a una noche también exitosa en la taquilla, con un Coliseo Balear prácticamente lleno.

La noche en Palma representaba mucho más que una corrida de toros. Era la victoria del toreo sobre una pretensión abolicionista que el Constitucional echó por tierra y que solo ha servido para privar a los aficionados baleares de los festejos taurinos en las Islas durante una temporada, la de 2018.

Pero las cosas han vuelto a su cauce. Los toros han regresado para quedarse, y eso quedó demostrado en la gran entrada que hubo en el Coliseo Balear, con más tres cuartos del aforo, o, lo que es lo mismo, alrededor de 9.000 personas para ver un festejo de lo más atractivo, con cuatro toreros de primer nivel como Morante, Juli, Manzanares y Fandi, que entró a última hora por Roca Rey.

El momento del paseíllo fue ya emocionante, con la gente en pie aplaudiendo a los espadas y con gritos de "libertad!" para defender así una afición que hoy ha vuelto a latir con más fuerza que nunca en Palma.

El único conato "anti" (sin contar la concentración que hubo en los aledaños de la plaza antes del festejo) no tardó tampoco en aparecer. Fue a la muerte del primer toro cuando el activista holandés Peter Janssen se arrojó por enésima vez a un ruedo en señal de protesta, que duró menos de un minuto, el tiempo que tardaron los operarios de la plaza en reducirle.

Antes de este episodio Morante había estado breve con un toro de Virgen María que se paró enseguida. Igual que el quinto, que llegó a prenderle en la faena de muleta, sin consecuencias. Eso, y las cositas sueltas que dejó el de La Puebla le valió para que los tendidos le ovacionaras el término de su labor.

El Juli anduvo fácil con su primero, un toro noblote y que se dejó mucho, al que el madrileño cuajó una faena presidida por el temple, el relajo y el buen gusto. Pudo haber tocado pelo de manejar con más acierto los aceros, por lo que todo quedó una ovación.

Con el quinto tuvo que ponerlo todo Julián para sujetar y sacar partido de un sexto noble pero cogido con alfileres, al que acabó cortando una oreja.

El que sí que puso la plaza pata arriba fue El Fandi, que cuajó una vibrante y entregadísima faena al tercero, un gran toro de Virgen María para el que se llegó a pedir el indulto. El granadino anduvo variado con el capote (largas cambias, verónicas, chicuelinas y zapopinas), espectacular con los palos (puso hasta cuatro pares) y muy comunicador con la muleta.

Fue un desglose en toda regla de la tauromaquia de Fandila ante un toro de bravas e incansables acometidas. La gente pidió que se le perdonara la vida, pero el palco no atendió la petición, apremiando, incluso, al torero a que montara la espada dándole hasta dos avisos. Al final, el Fandi cortó dos orejas, vuelta al ruedo para el toro y el palco se llevó una bronca que se escuchó hasta en la península.

Otro trofeo más se llevó el granadino del manejable séptimo, con el que volvió a entregarse el torero en otra faena muy bien acogida por el respetable.

Manzanares aprovechó el alboroto que había formado el Fandi en el ambiente en el toro anterior para cortar una "orejita" por una faena de fogonazos aislados, sin compactar, y rubricada de una buena estocada ante un cuarto toro de corrida que tuvo mucha nobleza.

El último de la noche también tuvo muy buen fondo, y el alicantino lo aprovechó para encandilar a los tendidos con una faena elegante, de mucho aroma, pero malograda a última hora en la suerte suprema.

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