feria de fallas | última del ciclo valenciano

Faena de Ferrera con temple y sabor añejo al notable 'Jarretero'

  • El pacense cuaja un trasteo con enjundia al cuarto toro de Victoriano del Río y se queda sin trofeos por el fallo con los aceros

  • Colombo corta una oreja y Marín es ovacionado

Antonio Ferrera en un muletazo a uno de sus toros.

Antonio Ferrera en un muletazo a uno de sus toros. / juan carlos cárdenas / efe

La lluviosa tarde y la ausencia del valenciano Román, convaleciente y sustituido por Jesús Enrique Colombo, fueron algunos factores determinantes para que los tendidos tuvieran un aspecto muy pobre en el último festejo de la Feria de Fallas en la plaza de Valencia, cuyo ruedo se convirtó en un lodazal a partir del quinto toro.

Antonio Ferrera, que dejó constancia de su capacidad lidiadora, recibió algunas protestas por no banderillear. El pacense ha decidido este año no protagonizar el segundo tercio y dejó a sus banderilleros esa labor. El colorado que abrió plaza, con movilidad, no tuvo entrega. Ferrera, con este astado molesto y no apto para florituras, lidió intentando alargar los muletazos lo máximo posible antes de matar de una estocada y ser silenciado.

El cuarto, bien presentado, largo, que acudió hasta en cuatro ocasiones al caballo y resultó notable en su juego, fue premiado exageradamente con la vuelta al ruedo en el arrastre. Ferrera brilló en una faena con enjundia a media altura y con sabor en la que acompañó y toreó con suavidad por ambos pitones a este Jarretero que embestía con ritmo. El extremeño destapó en el cierre esa tauromaquia añeja, con entradas y salidas en la cara del toro muy toreras. El público jaleó casi todos los pasajes de un soberano trasteo que culminó toreando sin ayuda. El torero se pasó de metraje, ya que escuchó el primer aviso, de los dos que recibió, antes de entrar a matar. El borrón con los aceros le dejó sin premio grande y, para colmo, se cortó un dedo en la ejecución en uno de los envites. El público, entregado, le aclamó en una vuelta al ruedo.

Ginés Marín, muy variado tanto con el capote como con la muleta, dejó muy buena impresión, especialmente con la capa, aunque se mostró desacertado con los aceros. Con el segundo, desclasado, en un quite intercaló verónicas, chicuelinas y una larga. En otro de ellos, el quite de la media luna -con medio capote y toreando como si fuera una muleta- fue cogido, afortunadamente sin mayores consecuencias. Sin mirarse, continuó por chicuelinas. La faena, con fibra y temple, la cerró con unas bernadinas muy ceñidas. El fallo con los aceros le privó de premio. Ante el deslucido quinto, Marín resolvió bien en una faena voluntariosa en medio de un barrizal. Mató de media estocada y descabello y fue ovacionado.

Jesús Enrique Colombo, entregado en los tres tercios ante su lote y que sustituyó a Román, cumplió en su presentación como matador en Valencia. Al tercero, un ejemplar terciado y algo montado, protestado de salida por su escaso trapío, lo banderilleó con facilidad, sufriendo un percance en un par al violín, que luego acusó cojeando al salir de la plaza. Comenzó su faena por la espalda y dio sitio a un animal que acometía sin clase. Cerró con unas manoletinas. La estocada, contundente, fue decisiva para cobrar un trofeo. Con el sexto, que se rajó, Colombo se entregó en una labor pundonorosa, que remató de estocada para dar una vuelta al ruedo.

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