Gonzalo de castro. 'Matar al padre'

"La vida es más lista que uno y lo desbarata todo en un instante"

  • El actor que diera vida al 'Doctor Mateo' es un abogado que lleva al fracaso a su familia en este relato de Mar Coll

  • La historia desarrolla cuatro años cruciales entre 1996 y 2012

Se presenta como "una serie en cuatro actos", un desarrollo de instropección histórica de los años recientes, desde el pelotazo al pico de la crisis económica (entre 1996 y 2012), a través de una familia y, sobre todo, a partir de las vivencias de un padre estricto y condenado al hundimiento. Movistar + ofrece desde hoy bajo demanda la miniserie Matar al padre, un trabajo de la cineasta catalana Mar Coll con guión de Valentina Viso, y Diego Vega. Un proyecto premium que a su vez es diferente de las otras series que ha venido abordando la plataforma de Telefónica durante esta temporada. Paulina García, Marcel Borrás y Pol López completan el reparto que encabeza Gonzalo de Castro (Siete vidas, Doctor Mateo, junto a una intensa trayectoria teatral). El protagonista, el padre, es un abogado conservador, obsesionado con controlar a su familia. Los acontecimientos de cada capítulo, que abordan un año completo, irán sacudiendo las experiencias de todos encandenando las consecuencias de cada una de las cuatro entregas. La historia de Mar Coll es un agobiante retrato del cruel paso del tiempo cuando no se acepta la realidad.

Las mujeres en este país, que son invisibles, tienen otra batuta, otro violín, para el ritmo de la Historia"

-Jacobo es centro y diana de los sucesos que ponen a este país y a su sociedad del revés en apenas unos años...

-Mi personaje tiene muchos problemas emocionales. Vive en la continua incomodidad. Es un ser autoritario que no sabe medir sus emociones, sus sentimientos negativos, y lidera una familia que va a la deriva por sus malas decisiones. Él cree que tiene la varita mágica con sus hijos, para que sean felices, o lo que él cree que es la felicidad. Pero la vida es más lista que uno y lo desbarata todo en un instante. En el momento más imprevisto...

-¿Su abogado refleja a tantos y tantos triunfadores que la crisis se llevó por delante por su ambición?

-La ambición sin tapujos es una enfermedad más de la sociedad que tenemos. Es una herencia que hemos vivido durante todo este tiempo. Nos hacemos adultos como podemos y solemos tener herramienaos dislocadas. Creemos tener razón y el tiempo nos va poniendo en su sitio.

-¿Jacobo es un mal tipo, por resumirlo?

-Jacobo más bien es un hombre que está equivocado en su camino. Plantea mal su entorno y lo interpreta por el lado que le va a llevar a la derrota. Pero no es un ser malvado. Yo diría que es un buen hombre, un desdichado.

-¿Los padres, al final, no tenemos razón frente a nuestros hijos?

-A veces fracasamos en ese empeño de tener razón. El protagonista de la serie representa a esa figura algo superada del pater familias que manda mucho sobre los suyos. Es algo más que un cabeza de familia, se siente con la autoridad de reconducir a los demás. Es como un padre de la posguerra.

-¿Se pone usted en el lugar de los hijos?

-Sí. Está bien que los jóvenes se rebelen ante figuras así. En la familia y en su contexto del día a día. Me atrae la figura del padre, metafóricamente, lo que representa en otros aspectos de nuestra sociedad.

-¿El tiempo nos ha hecho cambiar ante la autoridad familiar?

-Somos un país meditérraneo y nuestro concepto de familia lo envuelve todo. Yo quiero pensar que sí, que hemos cambiado, que dentro del amor a la familia los hijos son libres para elegir y decidir su destino.

-Ante un padre así ¿cómo son las madres?

-Paulina García interpreta a Isabel y la madre es una apagafuegos. En todo momento ella quiere remediar la mala relación con los hijos. Él tiene sensación de fracaso continuo y ella le hace ver que no puede ser tan tremendista, porque ahí se encuentra parte del fracaso que percibe.

-Usted se animó a regresar a la televisión, pero con una serie que no sigue las reglas habituales.

-Cuando leí el guion sabía que no podía escaparse. Sólo por cómo arranca la serie ya tenía claro que era una oportunidad diferente. Es un viaje fascinante y Mar Coll ha sabido diseccionar muy bien el entramado familiar, de una familia condenada a estropearse.

-¿Es una comedia o un drama?

-Esta serie hay que defenderla como comedia. Los gags alivian una agobiante narrativa. No podía ser sólo un drama familiar. Es una serie muy bonita, pequeñita. Hay que encararla con ganas.

-¿Sería una 'serie pequeñita' o también un 'largo largometraje'?

-El embrión del proyecto precisamente iba a ser un largometraje. Después aparece la propuesta de Movistar + y permite estirar todo lo que se quería contar. Son cuatro capítulos de 50 minutos divididos en otros cuatro años.

-¿Y es una serie de hombres desde el punto de vista de las mujeres?

-Las mujeres en este país, que son invisibles, que en su mayoría siguen siendo invisibles, tienen otra batuta, otro violín, para el ritmo de la Historia. Esta es una serie femenina muy cuidada. El 80% del equipo de Matar al padre son mujeres. Eso se nota. Todo funcionó mejor, con otra sensibilidad.

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