El calvario de Alberto Chicote sufrido en Cádiz

Rebelión de los cocineros

'Pesadilla en la cocina' intenta esta noche enmendar el restaurante bufet El Cantábrico, el primero de estas características que pasa por el programa de La Sexta

Alberto Chicote y el pescado frito de El Cantábrico
Alberto Chicote y el pescado frito de El Cantábrico / Atresmedia
Francisco Andrés Gallardo

09 de enero 2020 - 06:00

“Esta cocina no se limpia desde el primer disco de los Toreros Muertos”, proclama Alberto Chicote en complicidad con su compañero de almuerzo, Pablo Carbonell. Es decir, parece que no se limpiaba desde 1986.

Pesadilla en la cocina recala esta noche en Cádiz (aunque el programa se grabó hace año y medio), para enmendar un restaurante tipo bufet, El Cantábrico, ubicado en la principal avenida de la capital y a unos metros de la playa Victoria. A Chicote le va a costar localizarlo, pese a todo, y se sorprenderá de su decoración viejuna, anclado en el mobiliario de hace cuarenta años, con visillos feos y copas anticuadas, cuando el salón vivía su mejor momento.

La degustación de la ensaladilla congelada
La degustación de la ensaladilla congelada / Atresmedia

El Cantábrico, que sigue adelante, pertenece a dos hermanos, Francisco y Mariluz Sánchez, que heredaron un negocio familiar que tres décadas atrás era un local popular gaditano. La crisis le sentó mal al establecimiento y no supo renovarse y mantener su calidad, como hoy comprobarán Chicote, Carbonell y los propios espectadores.

En lugar de acedías, un frito emblemático de Cádiz, el cantante Pablo Carbonell en su degustación con el chef hablará de “pez plano seco”, calibrando así el nivel de un bufet con exceso de aceite, vinagre y grasa, y con casi todo el material congelado y devaluado.

“Tienes un congelador más grande que el Bernabéu”, se asombrará el auditor de Pesadilla.

Chicote con Francisco Sánchez, uno de los propietarios de El Cantábrico
Chicote con Francisco Sánchez, uno de los propietarios de El Cantábrico / Atresmedia

Ante las críticas del chef los cocineros de El Cantábrico se rebelarán. “Me ha dolido que insultes mi comida”, “pues más me dolió a mí comerla”, será uno de los ‘zascas’ de Chicote.

La falta de autoexigencia, la mala organización de trabajo y una materia prima de dudosa procedencia se acumularán en el déficit de un restaurante digno de clausurarse que hallárá su esperanza en Mario, hijo de Francisco y alumno de la Escuela de Hostelería.

Pablo Carbonell y Chicote en el bufet
Pablo Carbonell y Chicote en el bufet / Atresmedia

Pesadilla actualizó el aspecto de este local, como puede comprobar los transeúntes de la Avenida gaditana, y mejoró su distribución y sus recetas.

“La comida de mi gato está más buena”, será la crítica de una gaditana esta noche sobre las albóndigas elaboradas deprisa y con salsa de bote.

A ver si Chicote no se deprime en esta ocasión, como le pasó en Jerez, con el ya célebre Mosto Tejero, y Rota, con el mexicano lleno de mugre.

Francisco Sánchez y uno de los cocineros protestones, Antonio
Francisco Sánchez y uno de los cocineros protestones, Antonio / Atresmedia
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