TV-Comunicación

Teresa, 'reina' trasnochada

María Teresa Campos en su programa.

María Teresa Campos en su programa. / Mediaset

Es cruel, pero Teresa ya no interesa. Ni para el público ni para los jefes. Se ha quedado a medias (de seguidores), y eso es duro cuando la nómina es millonaria. La caída de la matrona matinal ha sido progresiva desde que llegara a Antena 3 en el otoño de 2004. Ya entonces pasó de ser la número uno sin cortapisas (dejó Telecinco con 26% de cuota, más de 1,2 millones de espectadores) a la tercera,con unos 650.000. Enfrente estaban Inés Ballester y Yolanda Flores,ex alumna. A su hasta ahora jefe, Paolo Vasile,que le rió el fracaso,le llamó "gilipollas" en directo. Apareció el carácter. Después llegaron las venganzas 'tomateras', destapando veleidades cotidianas ahondando en el desprestigio.

Cundió lo suyo. Cuando apareció en escena Ana Rosa Quintana, después de la lactancia de sus mellizos, fue el acabóse. Los seguidores desertaron hasta picos mínimos, 500.000 espectadores, 13% de share, para desesperación de la Campos, y de Las Campos,una denominación surgida mucho antes del reality, cuando estaba en TVE, a medias entre el apodo admirativo y el mote. Un apellido con artículo determinado usado tanto entre los que la veneraban como entre sus detractores, que preferían sustituir, masticando recelo, por sinceras alusiones abdominales.

María Teresa, tetuaní, del 41, surgida de la radio malagueña, aceleró su prestigio desde su emigración a Madrid cuando ya contaba con 39 años. Tras curtirse en la radio de la esquina, fue pisando firme a partir de la jefatura de los informativos de Radio cadena Española (la antigua cadena falangista, la madre de todas las reconversiones del ente)en la pantalla se estrenó en La tarde, en 1984. Su compañero Pepe Navarro, años después, en las noches de Telecinco, la parodió,inventándose a su hijo Pepelu (Carlos Iglesias).

María Teresa pasó a las mañanas de la Primera en 1992, en una franja abandonada entonces. Allí se reforzó y encontróel vivero de incondicionales, mayoritario de amas de casa pensionistas, que le fue fiel durante años. Un consejo médico por aquí, una pitonisa (Esperanza Gracia, pionera) por allá, una entrevista amable, una Rociíto, un concurso, un cantante, un bote de sucesos y ya estaba lista la comida.

En 1996 dio la campanada definitiva cuando Maurizio Carlotti, su jefe en Antena 3, se la llevó a Telecinco, en plena renovación de contenidos para hacer olvidar la etapa de las Mamachichos. En Día a día, con la productora Europroducciones, levantó aún más el vuelo, reuniendo a una mayor familia de colaboradores tertulianos de distinto calado, mientras aumentaba sueldo a la vez que las miradas con cuchillo cuando el pilotito se apagaba. Con el cambio de siglo, en su aventura radiofónica en las tardes Coperas no despertó entusiasmos.

En 2000, con el pelotazo del primer Gran Hermano, los debates sobre la telerrealidad comenzaron a remodelar los contenidos matinales (hasta entonces sólo rosáceos tirando a amarillo chillón) mientras su otra hija, Carmen,se convertía en directora. El Corrillo se hizo un pasadizo largo en la última temporada y se vio obligada a suprimir los comentarios sobre Gran Hermano por el mal rollo pese a los buenos réditos que le daba. Su marcha de Telecinco, considerada como un portazo, fue el principio del fin.

En Antena 3 aterrizó con una cohorte de 40 colaboradores en pantalla. Un autobús. Pero ni con Terelu La Granja pudo esquivar el imparable declive de espectadores y de prestigio. En la segunda temporada hasta Leonor nació sin su permiso, cuando estaba en Canarias Peñafiel, quién sabe dónde.Con Lo que inTeresa , su último cartucho, sin Matamoros ni Rappeles, sólo sucesos y política, la estrella se apagó en el abismo negro del audímetro. Fue una decepción para no pensar nunca más en la tele.

Algo parecido le ocurrió en la radio, en La Ser. Pero la oportunidad buena le vendría por la mañana, en 1987, con Jesús Hermida, quien le pidió que trasladara al plató sus encendidos debates a dos, interactivos, de Apueste por una en Radiocadena. A la sombra del flequillo, María Teresa fue desentumeciendo el desparpajo que no pudo brindar en su debut vespertino a sus dotes periodísticas le añadió su gracejo de actriz, o algo parecido. Como era la más lista, se convirtió en el relevo natural de Hermida.

La ocasión definitiva llegó en 1990, cuando al marcharse Jesús al Telediario de las nueve, se hizo con el timón de A mi manera, el show de la tarde de Hermida, con culebrones Cheers. Teresa lo llamó Pasa la vida, se ganó a las mal llamadas marujas.Ya entonces Paco Valladares se convirtió en su marido postizo mientras hacía sus pinitos ante las cámaras su hija verdadera, Terelu. ¡Que tiempo tan feliz! puede ser su despedida de la tele, y sus colaboraciones en Sálvame, ya reconciliada con Vasile, que perdonó a pesar del insulto. Para eso es una 'reina' de la tele. Una 'reina' trasnochada ya.

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